-Creo que va a ser hora de que me vaya -dijo él con una mueca mientras se levantaba del sofá-. ¿Estás segura de que no quieres que te lleve al hospital? No quiero que vayas sola por la calle, Nadia, y menos de noche -yo resoplé y le miré con una sonrisa mientras él fruncía el ceño.
-Está aquí al lado, Alex -le respondí riéndome-. Además, no va a ser la primera ni la última vez que vaya sola a los sitios, Grey. Este barrio es tranquilo, créeme, te lo dice alguien que se ha criado aquí.
Observé como me miraba con una ceja alzada y yo me reí, levantándome y rodeándole el cuello con los brazos. Él no me correspondió el abrazo, pero sus comisuras temblaban mientras repartía besos por su barbilla.
-Anda, no te preocupes...-intenté darle un beso en los labios pero él alzó la cara evitando mi beso con una sonrisa y yo bufé-. Tengo el novio más rencoroso del mundo.
Él se rió y entonces sí que me abrazó, alzándome en brazos y haciendo que rodease su cintura con las piernas. Cuando mi mirada colisionó con la suya, oscura y brillante de deseo y diversión, él dijo:
-Y yo tengo la novia más cabezota del universo, pero creo que es parte de su encanto... ¿Tú qué piensas? -me susurró rozándome los labios con los suyos. Me sonrojé y me reí.
-Creo que mi novio es más cabezota que tu novia, Alexander -le susurré con una sonrisa-, aunque desde luego, sí que es parte de su encanto.
Entonces él rió y nos besamos como llevábamos toda la tarde haciendo. Habíamos pasado todo el sábado juntos, y había sido increíble. Jamás había podido imaginar que Alex tuviera una faceta tan dulce y cariñosa, pero desde luego que la tenía. Después de habernos duchado juntos, habíamos preparado la comida entre los dos y había sido completamente divertido verle como intentaba cocinar sin tener ni idea.
-Aunque desde luego, la cocina no es lo suyo -añadí divertida, haciendo que él mordiera mi labio con fuerza como castigo. Yo me quejé y le devolví el mordisco-. Ah, desde luego que eres rencoroso.
Él lamió mi labio inferior y entonces me soltó y asintió con la cabeza, dejándome en el suelo pero sin dejar de abrazarme.
-Creo que me voy a ir ya o sino voy a acabar desnudándote... otra vez -él me recorrió con la mirada y yo me sonrojé-. Quiero que tengas cuidado, Nadia... Mierda, todavía estoy pensando en esperarme y llevarte al hospital.
Yo bufé y negué con la cabeza.
-Tienes que ir a casa, Alex -le regañé como si él fuera un niño pequeño-, sé cuidar de mí misma -él resopló y me miró con serias dudas, pero yo levanté una mano y le callé-. Es mi última decisión, Alex.
Entonces él suspiró y se agachó para darme un suave beso de despedida.
-Está bien...-aceptó de mala gana y le acompañé a la puerta-, pero quiero que me llames en cuanto llegues, ¿me has entendido?
Yo puse los ojos en blanco pero asentí divertida. Pues sí que eran controladores los Grey, ¿no?
-A sus órdenes, mi señor -hice el saludo militar con una expresión seria, y él me dio una suave golpe en la frente; después sonrió y yo le imité-. Anda, ten cuidado y no hagas locuras con la moto, ¿eh?
Él se rió y me dio otro beso antes de asentir. Le vi caminar con ese andar elegante que parecía caracterizar a los Grey y no pude evitar morderme el labio y suspirar como una tonta. Cuando él se subió a la moto y me miró con una sonrisa de despedida, alcé la mano levemente para decirle adiós y observé como él se marchaba después de guiñarme un ojo.
Cerré la puerta con el corazón latiendo pura felicidad y al final me tapé las mejillas con las manos. Tenía ganas de gritar y de saltar como una loca, pero sabía que eran los síntomas del amor... ¡Amor! Riéndome, subí corriendo hacia mi habitación y cogí el teléfono.
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Una luz para cada sombra. [Segunda temporada de Theodore Grey.]
FanfictionHabían pasado dos años desde el nacimiento del miembro más reciente de la familia Grey. Aria jamás pensó que su perfecta vida daría un giro tan inesperado, pero cuando su sexy y famoso marido comenzó a distanciarse de ella por razones desconocidas...