Me desperté con un sabor amargo en la boca. Caminé lentamente hasta el baño y observé el destrozo que hice ayer por la noche cuando llegué.
Pisé los cristales del suelo con una mueca. Mi rostro, reflejado en uno de los cristales del suelo, estaba casi demacrado. Con ojeras y el pelo rubio sucio, casi ni me reconocía.
Parpadeé y me empecé a desnudar. Hoy era un gran día. Por fin, conseguiría a mi precioso bebé... Y no podía verme sucia.
Me metí en la ducha y me lavé con esmero, pensando en el futuro que tendría junto a mi hijo.
A pesar de que su padre estaba completamente perdido por la maldita zorra de Aria, mi hijo no lo estaría.
Cuando por fin estuve lista, salí hasta el recibidor y cogí mi teléfono que estaba en el suelo.
Los mensajes de Michael reinaban en la bandeja de entrada y casi maldije cuando el trasto empezó a sonar.
Lo cogí y la voz asustada de Michael habló al otro lado.
-Tenemos un problema, Alexia. El imbécil de Daniel me ha dejado, y ya no tengo ningún contacto con la zorra del Grey. ¿Qué mierda vamos a hacer?
-Michael. No me cuentes tu vida. Estoy harta de la zorra egocéntrica de Elena; no pienso hacer nada más por ella.
Michael entró en pánico y casi puse los ojos en blanco ante su infantilismo.
-¡No puedes hacerlo! Ella nos mantiene, estúpida. ¿De qué piensas vivir?
Yo sonreí. También tenía planeado eso.
-Tranquilo Michael, lo tengo planeado. Ahora, te lo preguntaré sólo una vez: ¿Me ayudarás a mí, o seguirás con ese plan estúpido de Elena?
Escuché su respiración alterada al otro lado de la línea y segundos después sonreí. Sabía de antemano su respuesta.
-¿Cuál es tu plan?
* * * * * * *
Bostecé cuando la luz mañanera me despertó.
Con un agradable dolor en mis ingles, me giré y miré a mi amado esposo. Anoche había aparecido a altas horas, y me había despertado con un suave beso.
A pesar de que había tardado horas en dormirme por culpa de la maldita nota, no me molestó que me despertase para eso.
Le miré con una sonrisa pícara. Estaba durmiendo boca abajo, con su ancha espalda llamándome de forma silenciosa.
Lamiéndome los labios, pasé los dedos por ella y observé maravillada como se estremecía.
Abrió de pronto los ojos y le sonreí. Brillantes como el cielo, se acercó a mi para saludarme con un hambriento beso.
-¿Qué te pasaba anoche? -le pregunté de pronto, recordando casi el ansia con el que me besó.
El hizo una mueca y negó.
-No te preocupes, Aria.
Entonces, me preocupé.
-Cuando dices eso, me preocupas.
El me sonrió y negó con la cabeza, de nuevo.
Se levantó de la cama y yo le seguí con la mirada, hasta que desapareció dentro del baño sin responderme.
Ofendida, salí desnuda de la cama y me puse una de sus anchas camisetas, no sin antes ponerme ropa interior.
Cuando él salió vestido para ir a trabajar, le ignoré y entré para peinarme y asearme.
Él esperó pacientemente y con una sonrisa en la puerta, mirándome a cada movimiento que hacía.
-Te enfadas con facilidad -Le atravesé con la mirada y él rió-. Y me encanta.
-Idiota...-Le susurré mientras él me cogía de la cintura y me atraía hacía él para besarme.
Estaba a punto de olvidarme de todo mi enfado, cuando mi teléfono sonó. Él suspiró dramáticamente y yo sonreí.
Caminé hasta la mesilla y cogí el teléfono mientras Ted me repasaba conscientemente con la mirada.
Una electricidad me recorrió y me mordí el labio ante su mirada inquisitiva.
-¿Diga?
-¡Aria! -dijo alterada la voz de Daniel. Al instante me centré en él-, ¡Dios, Aria! Necesito verte... Michael y yo hemos... Hemos roto.
Le escuché empezar a llorar dramáticamente y a mí se me cayó el alma al suelo.
-¡El muy hijo de puta me engañó! ¡Quedaba con una rubia, Alexia se llamaba! Maldita zorra, ¡La mato! ¡Los mato!
Me quedé momentáneamente paralizada al oír Alexia, pero era imposible que se tratase de la misma así que negué con la cabeza.
-Tranquilo Dani, voy para allá. Tú sólo relajate, ahora hablaremos.
Él siguió llorando furioso y yo colgué, dándome prisa.
Ted me miró con el ceño fruncido mientras me vestía.
-¿Qué ha pasado?
-Dani ha roto con su novio Michael. Voy a verle... ¿Marlene podrá salir con Alex al parque?
Él asintió.
-Seguro que sí. Le encanta estar con él...
Yo sonreí y me puse la chaqueta. Me acerqué a él, con el enfado ya olvidado, y le besé los labios.
-¿Y a quién no?
Nuestro hijo era un verdadero amor.
Ted sonrió y antes de que me alejase, me dio otro beso y dijo tímidamente:
-Dile a Daniel que se anime... -susurró entredientes.
Me reí y él se sonrojó levemente. Al final, Daniel había acabado ganándose la amistad de Ted... Y recordar que le había tenido celos le molestaba.
-Se lo diré de tu parte, cariño -y le di otro beso, antes de ir a la habitación de nuestro hijo y despedirme también de él aunque éste estuviese dormido.
* * * * * *Había pasado dos horas desde que había llegado al dichoso parque. Miré al grupo de niños que corrían por los columpios y los toboganes y sonreí. Pronto, mi pequeño bebé estaría aquí y yo podría llevármelo, como debería ser.
Miré a Michael, que estaba a varios metros de mí. Miraba en todas direcciones y yo casi puse los ojos en blanco ante su falta de disimulo. ¿Tan difícil era para él mantenerse tranquilo?
De pronto, a través de la marea de gente, lo vi. Mi pequeño hijo, Alex, corría varios metros por delante de la vieja rubia. Con el pelo revuelto y de ese color castaño cobrizo que caracterizaba a los Grey, llamaba la atención de cualquiera que se le cruzara. Y eso sin hablar de los profundos ojos azules... Suspiré. Era una copia exacta a su padre.
Miré a Michael y éste se tensó antes de asentir ligeramente.
Bien... Que empezase el juego.
* * * * * * *
Miré al pequeño Alexander correr delante de mí y sonreí ante su mirada infantil y feliz. Era un niño adorable, y agradecí profundamente que Aria y Ted confiasen en mí para cuidarle. A pesar de que ya habían pasado más de veinte años desde que había cuidado de un niño -desde que mis hijos crecieron-, todavía me encantaba. Y tener a Alexander había sido un regalo para todos.
Habían pasado años desde que no recordaba la última vez que había cuidado de un niño, pero de pronto, sentí que algo no iba bien. Miré a mi espalda y vi a un hombre joven, de unos veinticinco años, caminando hacia mí. Con el pelo rubio y los ojos verdes y ojerosos, me tensé completamente cuando se paró a varios pasos de mí.
-¿Qué quiere? -pregunté a la defensiva, agarrando con fuerza el bolso. Él lo notó y rió.
-Tranquila, viejecita, no voy a robarle -me sonrió de forma fría y me estremecí-, Simplemente me gustaría saber si los señores Grey la despedirían si algo le pasa a su mocoso, nada más.
Yo abrí los ojos al máximo, y alarmada me giré. Busqué con la mirada a Alexander, y el pánico empezó a abrirse paso en mí cuando no lo vi. Finalmente, presa de la desesperación, grité su nombre y pasé mi mirada por todo el lugar, sin encontrar rastro alguno.
* * * * * * *
Miré con sorna a la vieja que estaba de espaldas a mí. Alexander había echado a correr hacia los niños y esa fue mi oportunidad. Con una sonrisa, me acerqué a mi pequeño y le sonreí de forma amigable.
Él, sin embargo, me miró de forma seria... casi como lo hacía su padre. Aunque, desde luego, me miraba con curiosidad y algo de recelo, pero la inocencia del niño seguía ahí.
-Hola, cariño... Me llamo Alexia, y soy amiga de tu papá -le sonreí y él parpadeó, todavía sin responder-. Él quiere que vengas conmigo; pronto nos reuniremos con él, ¿sí?
Alexander frunció el ceño y me miró con curiosidad.
-¿Eres amiga de mi mamá, también? -me sentí furiosa al oírle nombrar a la zorra de Aria como si fuese su madre, pero acabé asintiendo de mala gana. De pronto, él sonrió.
Su sonrisa inocente me inundó, y casi sentí el premio entre mis dedos. Aria lamentaría haberme quitado a mi Ted.
Extendiéndole la mano para que la cogiese, el pequeño tardó varios segundos en dármela.
Minutos después, Alexander y yo caminábamos con rapidez hasta el coche... donde esperamos hasta que Michael, minutos después, se subió.
Mi hermano se giró y me miró desde el asiento del piloto. Le miré con una sonrisa y él me la devolvió al ver al pequeño. A mi pequeño.
-Vayámonos, no tenemos nada más que hacer aquí -sentencié mientras acariciaba la cabeza de Alex.
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Una luz para cada sombra. [Segunda temporada de Theodore Grey.]
أدب الهواةHabían pasado dos años desde el nacimiento del miembro más reciente de la familia Grey. Aria jamás pensó que su perfecta vida daría un giro tan inesperado, pero cuando su sexy y famoso marido comenzó a distanciarse de ella por razones desconocidas...