Capítulo cuatro.

7.7K 407 16
                                    

Hooola, ¿Qué tal vais? :3 espero que bien... Sé que he tardado en subir pero no he tenido tiempo, lo sientoooo~
Buenobueno, aquí va el cap. Cuatro:)
Besoooos.
P.

Eran las cuatro menos cuarto de la madrugada, pero todavía seguía llorando.

Jamás me había sentido como me sentía ahora, y juro que jamás querría volver a sentirlo. Por nada.

Daniel me había llamado diez minutos después de que le mandase el mensaje. Él vino a recogerme en coche en pijama, e insistió en ir a su casa para pasar la noche... Yo acepté, sabiendo que no podría dormir cerca de Ted... Pero todavía no nos habíamos acostado.

Daniel estaba sentado a mi lado en el enorme sofá que tenía en el salón. Estaba acurrucada en su pecho, llorando sin poder parar. Había gastado una docena de paquetes de pañuelos, que ahora estaban a mi alrededor.

-Ay bebé, no llores..., ya se dará cuenta ese cazurro que tienes por marido de lo mucho que vales...

Daniel me levantó la cara con las manos y clavó sus negros ojos en los míos. Sentía un dolor penetrante en la cabeza y en la garganta, y las lágrimas no ayudaban nada.

-Lo que dice no tiene sentido... Seguro que es un malentendido estúpido, Ari.

Se me llenaron otra vez los ojos de lágrimas y negué con la cabeza. El dolor me estaba matando.

-Quiero dormir, Dani... Quiero... Quiero dormir con mi hijo, pero...

Pero no podía volver a casa. A los recuerdos. A él.

Dani asintió con la cabeza y me ayudó a trasladarme al dormitorio.

Me había puesto un enorme pijama suyo, el que él usaba cuando rompía con sus novios.

-Pareces un zombie, querida...-intentó hacerme reír... Pero no lo consiguió.

Yo sólo quería llorar y hundirme en una cama.

En mi cama... Y con Ted al lado.

Se me llenaron los ojos de lágrimas y me odié por pensar así... ¡El muy cabrón me engañó!

Llegué a la enorme cama y Dani me ayudó a acostarme.

-Yo dormiré en el sofá, ¿Vale? Si necesitas algo sólo grita... Estaré al segundo.

Yo asentí como si estuviese muerta y él hizo una mueca.

A pesar de que era de madrugada y de que se acababa de despertar, estaba guapísimo. Incluso con esa bata rosa y las zapatillas a juego... Con el pelo negro y ondulado hasta los hombros, que le enmarcaba el rostro de ángel que tenía. Cuando lo conocí, me lamenté profundamente que fuese gay... Pero ya no. Le quería por como era.

Dándole una pequeña sonrisa, me besó la frente y me dejó sola en la habitación... Donde caí en un profundo sueño plagado de pesadillas.

********

Me levanté de la cama hecho una furia.

Me había pasado toda la noche pensando en lo que estaría haciendo Aria con el imbécil y sentía ganas de gritar.

¿Qué le había hecho yo a la vida para que me pasase esto? ¡La única mujer a la que amo estaba engañándome y yo aún así me preocupaba por ella!

Alexia tenía razón... Me estaba comportando como un idiota.

-Deja de pensar en ella, maldita sea -me reproché a mí mismo, apoyándome en el pequeño mueble que había bajo el espejo.

Miré mi reflejo e hice una mueca. Estaba hecho una completa mierda, y esto me hizo recordar el momento en el que tuve que mentirle y decirle que nunca la quise...
Ojalá hubiese sido cierto...

Cerré los ojos con fuerza y no pude contenerme. Me acerqué a mi móvil y llamé con desesperación el número de Aria.

Cuando contestó, esperé su dulce voz pero no llegó.

-¿Sí...? -la voz profunda y ronca por el sueño me enfureció.

Colgué y temblando de furia golpeé la pared... Hasta que el dolor físico me adormeció el dolor que sentía en el corazón.

* * * * * *

Abrí los ojos lentamente. El sol de invierno asomaba por la ventana, pero no calentaba nada. Muerta de frío, me acurruqué contra un enorme pecho que... ¡Era el de Brandon!

Recordando todo lo que hice ayer, me sonrojé al máximo y miré su rostro esperando que no estuviese despierto.

Gracias a Dios, no lo estaba. Tenía una mueca adorable en el rostro, y su cálido cuerpo me invitaba silenciosamente a que me acurrucara cerca de él.

¡No, Phoebe! ¡Tú no desayunas con hombres, ya no!

Mordiéndome el labio, le besé suavemente en los labios y salí de la cama completamente desnuda.

Segundos después, un escalofrío me recorrió.

Me vestí con rapidez y mirando por última vez al hombre que me traía loca, salí de la habitación y del piso.

Una luz para cada sombra. [Segunda temporada de Theodore Grey.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora