–Alexia –dijo él segundos después con la voz entrecortada por el miedo. Mi sonrisa aumentó todavía más. Estaba disfrutando cada instante de esta llamada–. ¿Dónde está Aria?
Al instante, mi sonrisa se borró. Todavía ese estúpido estaba hechizado por la zorra de Aria. La miré con asco y bufé. Sus ojos brillaban con desesperación, y el temblor de sus manos aumentaba mientras observaba con ansia la puerta que escondía al maldito mocoso.
–Ella está bien… por ahora –miré la pistola con una media sonrisa, y Aria se tensó visiblemente–. Nos has jodido el juego… que ni siquiera habíamos comenzado.
Él jadeó, asustado. Casi lo podía ver, tenso como una cuerda y con los ojos abiertos y brillantes por el miedo. Lo escuché inspirar con fuerza, y luego dijo calmadamente:
–No hagas nada de lo que te puedas arrepentir, Alexia. Si… si dejas que mi esposa y mi hijo se vayan, te prometo que haré todo lo posible para que no salgas escaldada por nada –escuché el montón de mentiras que soltaba y me tensé, furiosa. ¿Es que creía que era imbécil?
–Ah, Teddy… estás tan estúpidamente ciego que, creo que incluso con la muerte de tu mujercita no vas a abrir los ojos. ¿Es que no ves que no le importas? ¿Cuánto ha tardado en venir a buscar a su mocoso, ignorando totalmente lo mucho que te dolería? –negué con la cabeza ante lo evidente–. Tu esposa es una puta egoísta.
La zorra me atravesó con la mirada, y cuando vi la intención que tenía de abrir la boca, le golpeé con la mano en la cual tenía la pistola.
Observé con satisfacción la sangre que salía de su boca y me reí. Desde luego, hoy estaba tomando mi venganza.
–Quédate quieta, puta. No quiero matarte todavía... aunque me están entrando ganas –le escupí las palabras con todo el odio que sentía hacia ella.
– ¡Aria! –escuché el grito de Teddy, saliendo por el teléfono. Sentí celos al oír la preocupación en su voz–. ¡Alexia como le hagas algo juro que lo lamentarás!
Y ahí está la vena Grey, pensé con ironía.
– ¿Cómo has dicho, Teddy? Es que con los sollozos de tu mujer no te he oído –le dije, furiosa por su atrevimiento–. ¿Sabes lo mucho que estoy disfrutando esto, verdad? –Escuché su respiración acelerada y yo volví a sonreír– ¿Sabes lo mucho que voy a disfrutar cuando la mate? ¿Y sabes por qué? Por ti. Su muerte será tu culpa, por no saber apreciarme. Recuerda este día, Teddy, porque hoy será el día en el que tu mujercita dirá adiós.
Tenía intención de colgar y de cumplir mi promesa, cuando oí sus lamentables súplicas de hombre enamorado.
– ¡No, no, Alexia! ¡Espera! –Dijo él, desesperado–. Haré lo que me pidas, te daré lo que quieras, pero por favor no le hagas daño a ninguno de los dos.
Me mordí el labio, furiosamente dolida. ¿Es que no se daba cuenta de que esto era lo mejor para él? Aria era la causa de todos sus males. ¡Y él todavía la quería a su lado! ¡A ella! ¡No a mí!
–Eres un idiota. ¿No te has dado cuenta, que yo lo que quiero es venganza? No quiero dinero, sólo quiero verte sufrir –casi me atraganté con las palabras–, quiero que llores, con el corazón roto. Como tú me lo has roto a mí.
Y en ese instante, a pesar de que él volvió a hablar, yo colgué. Tenía los ojos llenos de lágrimas, y cuando clavé la mirada en la maldita zorra de Aria, vi que sus ojos brillaban con… ¿pena?
¿La estúpida sentía pena por mí? ¿Se atrevía a lamentarse por mí?
Apartándome las lágrimas de un manotazo, la atravesé con la mirada. Levanté de nuevo la pistola, con intención de acabar lo que llevaba demasiado tiempo atrasando, cuando la maldita puerta que tenía a mis espaldas se abrió.
– ¡¿Qué estás haciendo, estúpida?! –me gritó mi hermano, abalanzándose sobre mí y quitándome la pistola–. ¡Si los vecinos oyen algún disparo llamarán a la policía! ¿Es que no piensas? ¿Y tú eres la que tenía todo el plan preparado?
Sus reproches me molestaban. ¿Es que el imbécil no se daba cuenta de que yo no quería, que ni siquiera me importaba ya, el maldito plan? Lo único que quería es que Grey sufriera. Como lo hacía yo.
–No vuelvas a quitarme el arma, Michael, o te juro que en vez de ser ella, serás tú el que reciba la bala, ¿me has entendido? –le pregunté fríamente, quitándole la pistola de las manos.
Él tragó con fuerza, y me miró aterrorizado. Yo le ofrecí una fría mirada, y le aparté. Antes de salir del salón, miré a Aria, que me miraba de forma tensa.
–Te has librado por ahora, zorra. Pero no te confíes, en cuanto salgamos de este maldito edificio, morirás.
* * * * * * * * * * *
Cuando la línea quedó muerta, sentí como el corazón se me paraba. Con la respiración acelerada y el terror inundándome, miré fijamente al inspector.
Éste tardó varios segundos en levantar la mirada y posarla sobre mis ojos. Cuando lo hizo asintió levemente.
–La tenemos, Sr. Grey.
Y éstas, aunque eran las palabras que ansiaba oír, el miedo de que no llegásemos a tiempo me estaba destrozando el alma.
El inspector mandó directamente a varios coches de policía a la dirección y también ordenó que los coches que estuviesen por la zona vigilasen el edificio. Entonces, me miró fijamente y también añadió la orden de que avisasen a mi familia.
–Debería ir con tu familia, Sr. Grey. Nosotros nos ocuparemos de recuperar a su mujer y su hijo.
Clavé mi mirada en los ojos oscuros del inspector y apreté la mandíbula. ¿En serio pensaba que, después de todo, me iría a casa? ¿Justamente ahora? Desde luego, mi mirada le dijo la respuesta sin necesidad de hablar, pues asintió levemente con la cabeza.
–No haga ninguna tontería, Sr. Grey –dijo él severamente–. Es nuestro trabajo, no el suyo. No preocupe más a su familia –Y después de esas palabras, salió rápidamente de la comisaría.
Mi familia, pensé con agonía. Las dos personas más importantes de mi vida estaban en peligro por mi maldita culpa.
Las palabras de Alexia, en ese instante, me atravesaron:
… ¿Y sabes por qué? Por ti. Su muerte será tu culpa, por no saber apreciarme. Recuerda este día, Teddy, porque hoy será el día en el que tu mujercita dirá adiós.
Con los ojos inundados en lágrimas, salí de la sala después de oír la dirección y corrí hasta mi coche. Me sorprendí al ver a Brandon apoyado sobre el capó.
Cuando sus ojos verdes conectaron con los míos, simplemente se acercó a la puerta del conductor y esperó a que yo le diese las llaves.
–Yo conduciré, Ted. Sólo dime a dónde ir –dijo él al ver mi estado.
Yo le lancé las llaves y al instante estábamos dentro del coche. Segundos después, él conducía con rapidez hasta la dirección del edificio… que estaba en la otra maldita punta de la ciudad.
No podía dejar de recordar las palabras de Alexia. Ella iba a matar a Aria. Iba a matar a mi mujer… y por mi culpa. ¿Y Alex? Dios... ¿Qué mierda iba a hacer con él?
Cerré los ojos, odiándome como nunca antes, y apreté la mandíbula.
–No te tortures, Ted –dijo de pronto Brandon–. No lo hagas. Aria estará bien, es una chica fuerte… tú lo sabes –me miró durante unos segundos y añadió–: y Alex también. Es vuestro hijo después de todo, ¿eh?
Sus palabras liberaron algo de la tensión que sentía y asentí, agradeciéndole mentalmente su apoyo.
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Una luz para cada sombra. [Segunda temporada de Theodore Grey.]
FanfictionHabían pasado dos años desde el nacimiento del miembro más reciente de la familia Grey. Aria jamás pensó que su perfecta vida daría un giro tan inesperado, pero cuando su sexy y famoso marido comenzó a distanciarse de ella por razones desconocidas...