Capítulo diecinueve.

7.3K 373 7
                                    

Salimos de aquel restaurante con una sonrisa.
Habíamos estado toda la tarde buscando un regalo perfecto para Ted, y finalmente lo habíamos encontrado.
El regalo estaba guardado en la pequeña bolsa que tenía en la mano, y la sonrisa estaba permanentemente en mi boca.
-¿Crees que le gustará? -le pregunté a Phoebe mientras caminábamos hasta el coche.
-Claro que sí -dijo burlona mientras llevaba a Alex de la mano- le puedes regalar una bolsa de caramelos, que con tal de que se la des tú sobrará.
-¿Caramelos? -dijo Alex sorprendido-. Quiero caramelos.
Phoebe se rió y yo negué con la cabeza.
-Ya es muy tarde para caramelos, cariño...
Él refunfuñó durante el camino al coche y yo maldije a Phoebe por haberle metido la idea en la cabeza.
Cuando nos montamos en el coche, fruncí el ceño ante la pequeña tarjeta que había en el parabrisas.
Saliendo de nuevo, la cogí con intención de tirarla cuando me di cuenta de que llevaba mi nombre escrito.
De pronto, el corazón me empezó a latir con fuerza y leí la carta escrita a ordenador:
Pronto serán míos. Disfrútalos mientras puedas, puta.
Me tensé y maldije mientras guardaba la nota en el pantalón. De pronto, Phoebe se asomó  y me preguntó:
-¿Qué haces? ¿Qué era?
Yo negué con la cabeza y sonreí.
-Propaganda...-y me subí al coche, con la fría sensación de que alguien nos observaba.
********
La puta se subió al coche después de leer mi nota.
Deseé matarla en ese mismo instante, pero me contuve. No podía hacerlo delante de mi bebé. Palpé la pistola que tenía guardada y sonreí. Encendí el motor del coche, y decidí ir a visitarle. Mañana.
Mañana recuperaría a mi hijo... Y pronto, también a mi querido Ted.
La zorra de Aria aprendería a apreciar lo que tuvo, pero sería demasiado tarde. Ambos serían mios.
******
-Sr. Grey, me voy a casa -dijo de pronto Raquel, abriendo la puerta de mi despacho-. Le he dejado los informes sobre mi mesa... ¿Necesita algo más?
Le sonreí y negué con la cabeza.
-Gracias pero no, ya llevas demasiado tiempo aquí. Ve a casa y descansa.
Ella sonrió y asintió, despidiendose y saliendo de nuevo.
Pasó media hora hasta que por fin pude acabar con el trabajo que llevaba atrasado. Estas últimas semanas había estado ausente, disfrutando de mi familia como nunca.
Y no me arrepentía. Valía la pena cada hora que gasté con Aria y Alex.
Cogiendo mi móvil, comprobé que tenía un mensaje de Aria y maldije por no haber respondido.
Leyéndolo con rapidez, sonreí. Sólo me avisaba de que cenaría con Phoebe y Alex en un restaurante. Bien.
Llegué al parking y suspiré al ver solo varios coches. Abrí el coche y emitió un ruido, haciéndome saber que estaba  abierto.
Estaba a punto de abrir la puerta del coche cuando oi un ruido a mis espaldas. Tensándome, me giré y me sorprendí al ver la fina figura de Alexia a varios pasos de mí.
Tenía una sonrisa fría, y unos ojos ojerosos.
-Teddy... Teddy...-sonrió ella y maldije.
-Alexia, ¿Qué estás haciendo aquí?
Ella intentó acercarse a mí, pero yo la detuve. Su mirada herida no me hizo sentir nada.
-Quería verte... Quería que me perdonaras...-se le llenaron los ojos de lágrimas.
-Alexia -le dije con voz seria-, te perdono. Lo hago, en serio... Pero aléjate de mí.
-¡Teddy! -gritó ella, intentando que no me subiese al coche-, te quiero, ¡Te quiero como no te va a querer ella nunca! Sólo yo os puedo dar la importancia que necesitais... Teddy... ¡Ven conmigo! Mañana estaremos juntos...
Tenso como estaba, maldije y la aparté de forma brusca.
-Alexia, maldita sea, déjame tranquilo. Ni siquiera sé de lo que hablas -me pasé las manos por la cara y negué, algo asustado por su comportamiento-.  Me voy, Alexia.
Ella negó con la cabeza y susurró algo que me puso los pelos de punta:
-Te ha abducido por completo... No... -apretó los labios-, no dejaré que lo haga también con mi hijo... Lamentará haberte apartado de mí...
Fruncí el ceño y negando, me subí al coche, deseando salir de aquí.
Sin despedirme, me marché, dejándola sola en medio del frío parking.
Cuando llegué a casa ya era tarde, pero el miedo por las palabras de Alexia me hizo comprobar que tanto Alex como Aria estaban bien.
Suspirando de alivio, vi que sí.
Me acerqué a mi mujer y le besé suavemente en los labios, intentando tranquilizarme.
A pesar de la delicadeza que había usado, sus pestañas aletearon y se abrieron, mostrándome aquellos ojos que amaba.
-¿Ted...? ¿Qué...? ¿Estás bien...?
Yo solo asentí con la cabeza, abrazándola y hundiendo mi cabeza en su cuello. Inspiré su olor, y lo único que pude decir para no alarmarla era:
-Sí... Simplemente te... Echaba de menos.
Noté como sonreía y me devolvía el abrazo.
-Yo a ti también, cariño...
Y me besó, haciéndome olvidar todo lo demás.

Una luz para cada sombra. [Segunda temporada de Theodore Grey.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora