C. EXTRA [12]

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Las horas siguientes fueron un calvario. Con los policías recorriendo la casa y los médicos atendiendo a Sara -la cual había sufrido un ataque de pánico-, se aseguraron de que Kristina estaba bien, y sobre todo intentaron calmar a Nadia que no dejaba de llorar en mis brazos.

Observé con desprecio como ayudaban a Josh con las heridas de la cara y como los policías salían en la búsqueda del que estaba aquí con él. No me había dado cuenta de que había salido huyendo hasta que oi la voz grave del policía resonando por toda la casa y ordenando que saliesen en su búsqueda.

-Alex... Perdóname -me susurraba Nadia entre sollozos. Estaba temblando como una hoja entre mis brazos-, no debí desconfiar de ti... Perdóname por favor...

Yo cerré los ojos con fuerza y maldije mentalmente mientras le besaba la frente. Tenía las mejillas completamente húmedas, pero eran los cortes de su abdomen los que me preocupaban.

-No te preocupes por eso ahora, Nadia -le susurré mientras miraba al enfermero de la ambulancia. Estaba esperando a que Nadia se tranquilizara para proceder a inspeccionarla-. Tenemos que dejar que te miren esos cortes, ¿De acuerdo? No me voy a separar de ti ni un segundo.

Ella tardó varios segundos en entender lo que le decía, pero después asintió y se separó levemente de mí. Abrazándose a sí misma para que el enfermero no le viese el sujetador, dejó que le inspeccionara las heridas. Minutos después, el joven chico sonrió de manera amable y le limpió una lágrima a Nadia.

-No llores más, guapa, ya estás a salvo y tu novio está aquí -dijo el chico sonriendo. Yo le agradecí con la mirada, y antes de seguir me miró-: no tiene ninguna herida grave, pero se ha llevado un gran susto y creo que lo mejor va a ser que por ahora duerma en otro sitio.

Yo asentí con la cabeza y, con la ayuda del enfermero conseguí ponerla en pie. Maldije cuando la vi encorvarse sobre sí misma y quitándome la chaqueta se la puse alrededor de los hombros. Ella se refugió en ella y volvió a abrazarse a sí misma.

-Debería mirarte eso, chico -me dijo de pronto el enfermero antes de que saliese de la cocina. Yo miré extrañado hasta donde señalaba y maldije cuando vi mis nudillos ensangrentados.

Suspirando ante la mirada férrea del enfermero, dejé que limpiara con cuidado las heridas que me había hecho tras golpear a Josh.

-Le has dado fuerte, ¿eh? -susurró él mientras pasaba un algodón por la herida-. Podría denunciarte por...

-Se lo merecía -le gruñí yo mientras miraba a Nadia que todavía seguía en shock-. Y me importa una mierda las denuncias que ponga. Pagará por haber hecho esto.

Entonces, el hombre se quedó callado y asintió levemente. Cuando por fin acabó, miró a Nadia que tenía la mirada perdida y le preguntó si quería un tranquilizante.

-No...-susurró ella, mirando el lugar donde había estado tirada a merced de esos dos-. Sólo quiero salir de aquí...

Yo apreté la mandíbula y le cogí la mano antes de ayudarla a llegar hasta la puerta de salida. En cuanto salimos, maldije al ver dos coches de policía en la puerta y una ambulancia aparcada en la acera. Kristina estaba sentada allí, discutiendo con un enfermero, y Sara estaba a su lado con la cara tapada por sus manos y temblando por culpa de los sollozos. En cuanto ambas se dieron cuenta de que habíamos salido de la casa, corrieron hasta nosotros ignorando las quejas de los enfermeros. Kristina acogió en un cálido abrazo a su nieta y esta se hundió en su cuello, temblando y aguantando las lágrimas para no asustarla más.

Se me encogió el corazón al ver la preocupación de aquella dura mujer por su nieta. Con los ojos idénticos a los de Nadia inundados de lágrimas, su voz tenía un tono dulce y dolido por todo lo que había ocurrido.

Una luz para cada sombra. [Segunda temporada de Theodore Grey.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora