Capítulo veintitrés.

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Miré la pantalla con un sudor frío recorriéndome la espalda. Tragué saliva mientras veía temblar mi teléfono en mis manos. No habían pasado ni dos minutos desde que lo había encendido, cuando empezó a sonar.

Temblando de furia, lo cogí cuando estaba a punto de colgar. Mordiéndome el labio para no insultarle, oí su fría e hiriente voz:

-Hola, mami-dijo ella, con sorna- ¿Estás pasando buen día?

-Alexia -el tono de mi voz fue increíblemente frío- ¿Dónde está mi hijo?

Escuché su risa falsa y aguda.

Anastasia, que estaba a varios pasos de mí, me miró completamente alterada. A pesar de que intentó llamar mi atención, la ignoré. Mi hijo era lo único que ocupaba mi mente en estos momentos.

-Está aquí, aunque desgraciadamente no puede ponerse -mi corazón se estrujó ante sus palabras-, pero tranquila, las heridas no le dejarán marca.

Sentí ganas de gritar, insultar, pero sobre todo, de matarla. Con la furia atragantándome, lo único que pude hacer fue respirar con rapidez intentando calmarme. Apreté la mano que tenía libre hasta clavarme las uñas en la palma de las manos. La punzada de dolor que sentí despejó, mínimamente, mis ideas.

- ¿Qué es lo que quieres? -la pregunta salió rasgada de mi garganta.

Casi pude imaginarla, con la sonrisa fría y victoriosa en sus labios.

-Lo que todos los secuestradores quieren, Aria... Vamos, ¿no te lo imaginas? -su pregunta salió de su boca de manera divertida.

Me mordí el labio para no gritarle.

- ¿Cuánto?

-Uhm... ¿Qué tal doce millones, Aria? ¿Podrás conseguirlos antes de que mate a tu malcriado hijo? -Jadeé ante la cifra, pero sobre todo ante la amenaza. Ella no podía hacerle nada a Alex, ¿verdad...? -. Quiero el dinero, Aria, y lo quiero ya. Tienes dos horas para conseguirlo, querida... Ah, y ni siquiera intentes hablar con Ted. Te tengo completamente vigilada.

- ¿Y cómo sabes que no estoy con él ahora mismo, Alexia? -susurré fría.

-Porque la única que está a tu lado, es Anastasia... Y sé que ella tampoco se atreverá a hablar -Anastasia abrió los ojos, aterrada por toda la información que Alexia poseía, y se llevó una mano a la boca-. No olvides lo que te he dicho: dos horas, doce millones. Cuando los consigas, contactaré contigo de nuevo. Si haces todo lo que te digo, recuperarás a tu hijo... Si intentas engañarme, lamentarás haberlo hecho.

Segundos después, la llamada quedó silenciada. De pronto, el terror que había sentido hacía dos años volvió a mí, inundándome por completo. Con los ojos cerrados para que no saliesen las lágrimas, me abracé a mí misma mientras una presión se apoderaba de mi pecho. Sentí la mano de Anastasia en mi brazo, y yo la abracé al instante.

-Tranquila, Aria. Lo solucionaremos juntas...

Sin embargo, negué con la cabeza.

-No, Ana... Yo lo solucionaré. Tú... tienes que estar con Ted. Él no debe sospechar nada de esto o todo se irá a la mierda -me separé de ella y me limpié las lágrimas.

Ella me miró con dolor y negó mientras yo empezaba a recoger todo lo que necesitaba. El tiempo iba en mi contra, y no podía malgastarlo en nimiedades.

Estaba a punto de montarme en el coche, cuando noté la mano de Anastasia posándose en mi antebrazo. Me giré con la intención de soltarme, cuando vi la decisión férrea en sus azules ojos.

-No intentes detenerme, Ana...-le advertí, casi temblando de furia y miedo por mi hijo. El simple hecho de imaginarme el rostro de Alexia me enfurecía.

Ana por el contrario, negó con la cabeza.

-No voy a detenerte, Aria... Pero te pido que pienses antes de actuar. Alexia no está sola, tiene a Alex y posiblemente tenga un arma -sus ojos, amables y comprensivos, me atravesaron-, además, es una locura. Aunque consigas el dinero, ir sola es... Demasiado arriesgado.

A pesar de que sus palabras eran ciertas y yo lo sabía, me dolía saber que no podía hacer nada para buscar a mi hijo. ¿Cómo podían pedirle a una madre que simplemente esperase? La desesperación me estaba matando.

Negué con la cabeza. La decisión estaba tomada desde el mismo momento en el que colgué el teléfono.

-No me pidas que me quede sin hacer nada, Ana. Es mi hijo. Es Alex... No pienso quedarme sentada a esperar a que algo pase.

Anastasia se mordió el labio nerviosismo y negó con la cabeza.

-Aria por favor, entiéndeme. Ted no soportaría que algo te ocurriese a ti también...-se acercó a mí y me pasó las manos por la cara, apartándome las lágrimas de mis mejillas.

La imagen de Ted apareció en mi mente como un rayo. Sintiéndome culpable por él, bajé la cabeza y susurré con voz queda:

-Amo a tu hijo con todo mi corazón, Ana. Como nunca he amado, y como sé que nunca voy a amar a nadie más que a él... pero no me pidas esto. Si tengo una mínima posibilidad de recuperar a mi hijo, lo haré, y no habrá nada que pueda impedirmelo.

Ella cerró los ojos húmedos y negó con la cabeza antes de soltarme del brazo.

-Te ayudaré -su mirada azulada me dio ánimos-. Me encargaré de que Ted no se entere; le diré que estás en casa durmiendo mientras que tú consigues el dinero.

La miré agradecida y le cogí de ambas manos.

-No me pasará nada, Anastasia -le dije al ver sus ojos húmedos-. Alexia es una zorra, pero no se va a atrever a hacerme nada.

-Ella no pero, ¿y Michael?

Me mordí el labio y le besé la mejilla, segundos después. No sabía de lo que Michael era capaz.

-No me pasará nada, te lo aseguro...-Y entonces, antes de que ella pudiera decir nada más, me monté en el coche.

Miré el reloj: había perdido quince minutos. Maldije.

Miré por la ventanilla, donde Anastasia me miraba con los ojos llorosos. Deletreó las palabras 'Ten cuidado' a lo que respondí con una sonrisa leve.

Cuando el coche se alejó de la enorme casa, suspiré intentando calmarme lo máximo posible. Sólo tenía que conseguir el dinero y recuperaría a Alex. Cerré los ojos momentáneamente en un semáforo, imaginándome su bello e infantil rostro. Mi pequeño Grey, con su mirada seria y su sonrisa juguetona... Me mordí el labio.
Pronto, él estaría conmigo. Con su madre. Abrí los ojos, decidida a hacer lo que fuese necesario para recuperarle, y aceleré.

Una luz para cada sombra. [Segunda temporada de Theodore Grey.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora