Un supuesto suicidio ha ocurrido en el tranquilo pueblo de Roseanne, encendiendo todas las alarmas. Todos son sospechosos, no puedes confiar en nadie, ni siquiera en aquellos que llamas amigos. Todos tiene una parte de la verdad, como si fuera una e...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Según Elizabeth Kübler-Ross cuando estamos muriendo o sufrimos una pérdida catastrófica pasamos por cinco etapas de dolor. Primeramente no lo creemos, no aceptamos lo que está pasando, no lo creemos propio, luego nos enojamos con todo y todos, incluso con nosotros mismos, después negociamos, rogamos y suplicamos; ofrecemos todo lo que tenemos e incluso más; pero cuando fallan las negociaciones, y es difícil mantener la ira, caemos en la depresión y desesperación, hasta que finalmente aceptamos que ya hicimos todo lo posible.
Lo dejamos ir y pasamos a la aceptación.
Pero la realidad es que la teoría es mucho más sencilla que la práctica.
Depresión.
La oscuridad de mi habitación me era realmente reconfortante, la soledad y la música en mis oídos que me aislaban de todo aquello que estuviera del otro lado de la puerta. Es una sensación única, porque afuera podría estar denominándose el mundo, pero en mi burbuja no, en mi burbuja solo estaba yo.
Las personas te cambian, las experiencias y todo lo que vives en este mundo te cambian de alguna u otra forma.
Algunas personas llegan a tu vida, unas se quedan para siempre y otras se van con el paso de los años, meses e incluso días. Lamentablemente uno nunca dimensiona el daño que puede dejar una persona cuando se va de tu vida. Irónicamente, siempre nos hacen pensar que si una persona no está más junto a ti, ganamos nosotros, y aquel que se fue pierde, es como si pensar eso hiciera que todo el dolor que deja se esfumara con simplemente decirlo, pero la verdad es que esa mierda no ayuda en nada.
Una persona que acostumbraste a tener a tu lado se fué carajo, no existen palabras para que el dolor desaparezca, no hay.
Pero por mucho que duela, el tiempo no deja de correr, nadie hace que corra más lento, nadie lo detiene, ni mucho menos la retrocede. Eso lo sé ahora, eso es en lo que he estado pensando todo este tiempo.
Negación.
Mi habitación sigue oscura, sigue silenciosa, o al menos en eso estaba hasta que mi puerta fué violentamente abierta, dejando que la luz del pasillo iluminara un poco todo el lugar.
La figura de Hoseok se apoyó en el umbral, aún pese a la poca luz pude ver su mirada, está ahí parado mirándome con esa cara de lástima con la que me ha mirado estos dos últimos días. No lo soporto, no quiero su lastima, ni la de él ni la de nadie.
— ¿Qué quieres?— dije quitándome los audífonos.
— La cena está servida, Jin hyung cocinó tu platillo favorito para que bajes a comer.— dijo él mientras se acercaba, sentándose junto a mi.
— No tengo hambre.
— Por favor Yoongi hyung, no has comido casi nada en estos días.
— No tengo hambre, fin de la discusión, ahora por favor retirate.— dije un poco más cabreado, dicho eso volví a colocar mis audífonos en mis oídos. Lastima que estos no duraron tanto en su lugar.