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TU FAMILIA

— ¡Odio el pueblo! —gritó entre dientes, rezando porque alguien lo oyera.

—Es una pena. El pueblo no te odia a ti, más bien te aprecia —susurró una voz tras él. Yoongi gritó, y esta vez lo hizo con todas sus fuerzas.— Ey, tranquilo, no pasa nada. Soy yo. — Volvió a susurrar la voz mientras que los fuertes brazos de su amante le rodeaban por la espalda.

— ¡Hijo de puta! ¡¿Sabes el susto que me has dado?! —exclamó Yoongi, dando patadas en el aire.

—Me hago una ligera idea. —Yoongi lo sintió sonreír contra su nuca.

Abrió la boca para ordenarle que lo sacara del bosque de inmediato, pero la cerró al instante. El desconocido había deslizado su mano bajo el trunk y en esos momentos estaba jugando con los rizos de su pubis.

— ¡Ah, no! ¡Aquí no! —Exclamó asustado.— Alguien puede vernos.

—Por ejemplo, un lobo... —susurró en su oído para después morderlo en el hombro.

¿Me ha leído la mente? Pensó un segundo antes de olvidarse de todo. El cabello del hombre le hacía cosquillas en la mejilla mientras su mano se deslizaba más abajo, hacia su pene, y comenzaba a hacer magia sobre él.

Gimió, perdido en las sensaciones, sintiéndose a salvo allí, en mitad de la nada, arropado por los brazos de un hombre al que no conocía y excitado al sentir su erección pegándose a sus nalgas casi desnudas.

La mano que lo sujetaba por el abdomen se retiró, para al momento posarse de nuevo sobre su estómago haciendo algo entre los dedos. Fue resbalando lentamente hasta juntarse con la que le acariciaba su miembro y, una vez allí, presionó delicadamente sobre su glande. Yoongi estuvo a punto de caer por la impresión. El desconocido tenía algo en el dedo que vibraba, algo tan suave y cálido que mandaba dardos de placer por todo su cuerpo.

— ¿Te gusta? —preguntó él, tímidamente.

Yoongi le respondió jadeando y pegando los glúteos a su erección. El aliento del desconocido le recorrió la nuca cuando se rió entre dientes.

Intentó pegarse más él, quería sentirle en todo su cuerpo, pero sólo notó la tela. El algodón suave de la camiseta de él contra su espalda, el roce áspero de los vaqueros raspándole los muslos... ¡Tela y no piel! Gruñó sin poder evitarlo y llevó sus manos hacia atrás, a la erección cubierta por el pantalón del hombre. Buscó a tientas los botones y los desabrochó. Él desconocido jadeó y se pegó más a Yoongi.

Sonrió. Yoongi también sabía jugar. Hundió las manos bajo la tela y comprobó que el desconocido no llevaba ropa interior. ¡Perfecto! Tanteó con los dedos hasta recorrer el pene entero, recordando su forma, su grosor, su tamaño. Lo envolvió con las manos, lo sacó de la prisión del vaquero, lo colocó entre sus nalgas y comenzó bailar contra él.

El alto profundizo una de sus manos, hundió un dedo en su entrada mientras con la otra mano seguía friccionando el glande con... algo. Yoongi siguió sus embates. Cuando el dedo entraba, friccionaba el trasero contra su pene, cuando el dedo salía, se alejaba. La respiración de ambos se aceleró, el aire se llenó del olor a excitación y sexo, los jadeos de ambos hicieron eco entre los árboles mientras sus cuerpos se movían acompasadamente.

— ¡Joder! —exhaló de repente el hombre.

Sacó los dedos de la entrada de Yoongi y retiró con fuerza el trunk que cubría las nalgas que tanto ansiaba sentir. «Será sólo un segundo, un único roce», se ordenó a sí mismo; «necesito sentir su piel, su calor». Su pene lloró agradecido por el cálido contacto, buscó el lugar entre los glúteos que le llevaría al perineo y de allí, a los testículos. «No lo penetrare», juró él en su mente.

Sueños Ardientes De VeranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora