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NO ROMPERÉ LAS REGLAS DEL JUEGO

Completamente desnudo a merced de un desconocido.

Se estiró más sobre la mesa y sus dedos tocaron algo suave. Levantó la cabeza extrañado, ante sus ojos encontró una... fusta. Se intentó incorporar de golpe. Una mano le apretó la espalda impidiéndoselo.

— ¿No te gusta? — Susurró en su oído—. La he hecho para ti. Pensando en ti.

— ¿La has hecho para mí? —jadeó Yoongi acariciando el mango de la fusta entre asustado y excitado.

—Con mis propias manos —aseveró él en voz baja, casi suspirando—. Durante todos estos días tallaba y pulía la madera del mango pensando en ti, lo envolví en cuero recordando el tacto de tu cuerpo y, cuando la terminé, me masturbé imaginando que te acariciaba con ella —finalizó casi gimiendo.

— ¿Dolerá? —preguntó Yoongi sin saber por qué. No quería jugar a eso, no le gustaban esos juguetes. Entonces, ¿por qué su ano se contraía espasmódicamente?

El desconocido no respondió, sino que recorrió los brazos de Yoongi hasta llegar a la mano que acariciaba inconscientemente el suave cuero.

Yoongi vio sus fuertes y morenos dedos tomar el mango de la fusta. Jadeó entre asustado y expectante. Cerró los ojos.

Sintió una caricia tan suave como una pluma deslizarse por su espalda, dibujar círculos sobre su piel. No eran los dedos de su amante. Tampoco su lengua.

El desconocido dio un paso atrás, si quería acabar lo que había empezado necesitaba separarse de Yoongi, de su calor. Si lo tocaba moriría de placer haciendo el más espantoso de los ridículos.

Recorrió lentamente con la flexible varilla de la fusta la piel blanquecina, con mucha suavidad, dejando que se acostumbrara a ella y acostumbrándose él a su vez a su manejo. Era la primera vez que la usaba para esos menesteres.

Yoongi estaba asombrado por la suavidad de las caricias, por la ternura en las palabras del hombre, por su propia reacción ante el juego.

Jadeó excitado al sentir una sensación distinta sobre su piel. El desconocido estaba recorriendo con sus labios el camino que creaba con la fusta, mandando escalofríos de calor por todo su cuerpo.

La piel de Yoongi sabía como la brisa salina del mar en una tarde de verano, era excitante, fresca y cálida a la vez. Rozó con cuidado su mandíbula rasposa en la suave piel de su cintura; dibujó con la lengua las hendiduras del final de su espalda, deteniéndose al llegar a la hendidura de sus glúteos, y volvió a subir por el camino trazado. La trémula piel blanquecina palpitaba a su paso, su respiración se aceleraba haciendo que sus pulmones se expandieran con fuerza. Metió una mano entre la mesa y el cuerpo de Yoongi, y acaricio el pecho acelerado; pellizcó los pezones, alterando fuerza y suavidad mientras dirigía de nuevo la fusta hacia abajo, hasta la cintura, hasta los glúteos y más allá.

Yoongi dejó de respirar. Los labios del hombre pegado a su piel dibujaron una sonrisa.

La flexible varilla se detuvo sobre sus nalgas. Notó el roce picante moverse en círculos cada vez más pequeños sobre sus glúteos hasta quedar enterrado en ellos, presionando con la punta la sensible piel del ano.

— ¡No! —jadeo.

— ¿No? —gimió él dejando resbalar la fusta por el perineo hasta detenerla firmemente acomodada entre los testículos.

—No —exhaló Yoongi, sin saber si se negaba a dejarse penetrar o si le pedía que no se alejara del agujero entre sus nalgas. Se temía que era por esto último, pero no tuvo tiempo de recapacitar sobre ello.

Sueños Ardientes De VeranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora