SOLO YO PUEDO TOCARTE
A las nueve de la noche del 25 de julio, festividad de La Virgen de la Puebla, Yoongi reunió el aplomo y la tranquilidad necesarios para pisar la calle. No fue falta de valor lo que impidió que saliera de casa antes, fue falta de mesura. Estaba seguro de que si se hubiera encontrado con Jimin por la mañana, a medio día o al principio de la tarde, le hubiera dado igual que estuvieran en mitad del pueblo o perdidos en la montaña; le hubiera arrancado los ojos, la piel, el cabello, y quizá hasta le hubiera cortado el pene para que los pobres perros tuvieran algo de comer. Pero ahora ya estaba tranquilo. Más o menos.
—Cómo me lo encuentre y se le ocurra sonreír, a Dios pongo por testigo que le aplasto los huevos con un martillo.
Había recorrido indignado toda la superficie de la casa una y otra vez mientras su hijo y su suegro lo seguían como perritos falderos. Malo era sentir en la nuca la sonrisa de Hoseok, pero peor era escuchar una y otra vez en boca de Eli las virtudes de seguir la tradición y lo tranquilo que iba a estar a partir de ese momento, ya que ningún habitante del pueblo lo iba a molestar puesto que había quedado sobradamente demostrado que su hijo lo pretendía. ¡Jimin lo pretendía! ¿Pero qué coño le pasaba a su suegro por la cabeza? ¿No se daba cuenta de que era una broma estúpida? Porque si de algo estaba seguro, era de que lo ocurrido en la Fuente Nueva era una estupidez. Ni más ni menos. Una broma que lo había dejado en ridículo delante de todos los habitantes del pueblo ¡Iba a matar a Jimin!
Inspiró profundamente y traspasó el umbral de la casa. Cerró la puerta a su espalda y comenzó a caminar hacia la Soledad. ¿Ningún «habitante» iba a «pretenderlo» porque estaba «apartado»? ¡Eso habría que verlo! Pensaba ir a la fiesta, bailar hasta que le reventaran los zapatos y presenciar asombrado los fuegos artificiales; o al menos fingiría estar asombrado. Tras haber asistido al desfile de dos gigantes y tres cabezudos, dudaba que los fuegos lo dejaran con la boca abierta. Fuera como fuera, pensaba demostrar a todo el mundo que se lo estaba pasando en grande y que el ridículo del día anterior había pasado a la historia. ¡Ja!
En cuanto dio el primer paso en el parque de la Soledad, escuchó la canción.
La orquesta aún no había comenzado a tocar, pero la música inundaba el parque. Habían enganchado algún equipo de música a los altavoces del escenario y en esos momentos estaba sonando una canción que parecía haber sido escrita para él.
You know that I want you
And you know that I need you
I want it bad
Bad and bad.
I want your loving
And I want your revenge
You and me could write a bad romance.
Caught in a bad romance.«Sabes que te quiero
sabes que te necesito
Lo quiero (demasiado)
Demasiado y demasiado.
Quiero tu amor
quiero tu venganza.
Tú y yo podríamos escribir un mal romance.
Atrapada en un mal romance.»Desde luego Bad Romance de Lady Gaga le iba como anillo al dedo en esos momentos, porque era justo así como se sentía cada vez que pensaba en el hombre de la cabaña. Inspiró profundamente, rotó los hombros, se lamió los labios y dio el paso que le llevaría, supuestamente, a pasar una noche perfecta.
Dejó atrás el escenario y caminó decidido hacia el kiosco. Todas las personas a las que conocía estarían allí reunidas. Sólo tenía que atravesar el parque, saludar a los conocidos de su suegro, que lo observarían complacidos por haber —supuestamente— cumplido con su estúpida tradición, y sonreír afectuoso ante las miradas divertidas de los amigos de su hijo. Podía hacerlo. Dio un paso, dos, tres... y atisbo por el rabillo del ojo su salvación. Sonrió como si le fuera la vida en ello, giró a la izquierda y tomó el camino que rodeaba el parque. Era más largo, más sinuoso y más oscuro debido a las copas de árboles que creaban sombras casi impenetrables; estaba bordeado de arbustos que de vez en cuando hundían sus ramas en mitad del sendero haciéndolo tropezar, y eso por no contar con los hoyos que, sin previo aviso, aparecían en el suelo, pero casi nadie paseaba nunca por allí. O al menos casi nadie mayor de dieciséis o diecisiete años, sin casa o coche propios para darse el lote y que tuviera una fuerte necesidad de ello, y eso nunca solía suceder antes de que anocheciera.
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Sueños Ardientes De Verano
FanfictionAdéntrate a esos días de verano en una solitaria cabaña en medio de la nada... JIMSU MPREG