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HARÉ LO QUE SEA NECESARIOHACER

No podía verlo, la oscuridad se lo prohibía, pero su imaginación no estaba ciega.

Yoongi, arrodillado sobre la cama, el culo en pompa, la espalda arqueada, la cabeza presionando sobre la almohada, y los brazos estirados sobre esta. La imagen no podía ser más erótica.

Se volvió loco sólo de pensarlo.

Sus piernas, fuertes y vellosas, se estremecían pegadas a los muslos suaves y delicados de Yoongi, manteniéndolos abiertos. Pasó una de sus manos por el pubis depilado y alojó la palma sobre los testículos mientras las yemas de los dedos se introducían en su ano. La otra mano se posó sobre el pene, con dos de sus dedos apretó la base de este.

Yoongi jadeó con fuerza y alzó más el trasero al notar la presión a la que se veía sometido su pene. No era incomodo, sino todo lo contrario. Era excitante... Sentirlo apretar y aflojar mientras sus testículos eran acariciados, lo estaba marcando a fuego.

Él continuó moviendo sus dedos dentro de Yoongi y presionando la base de su pene hasta que notó que la tensión de su cuerpo se relajaba. En ese momento presiono más fuerte su pene. Yoongi se tensó, un pequeño gruñido asomó a sus labios a la vez que intentaba alejarse de esos dedos que, ahora sí, le resultaban incómodos.

—Tranquilo. Pasará pronto —avisó, presionando la mano que sostenían sus testículos para impedirle escapar.

—Es... molesto —declaró Yoongi sin encontrar una palabra mejor para describir esa sensación.

No era dolor, era... otra cosa. Dolor mezclado con placer. Se sentía demasiado tenso entre esos dos dedos, estrujado, henchido... Pero él no paraba de aprisionar. Poco a poco fue aflojando el agarre para enseguida oprimir un poco más... y cada vez que lo hacia, Yoongi se sentía extrañamente entusiasmado, anhelante. Los músculos de su recto se distendieron y relajaron, alojando con ansia los dedos que en él penetraban. Sin darse apenas cuenta, comenzó a moverse contra ellos, alzando el trasero cuando lo abandonaban, buscándolos...

Cuando su amante apreció que estaba relajado y dispuesto, lo soltó. Yoongi gruñó.

—Mastúrbate —ordenó. Yoongi soltó una de sus manos del borde de la cama y la llevó hasta su pene. No se le pasó por la cabeza desobedecer la orden.

Él posó nuevamente una mano sobre los tersos testículos, acaricio y masajeo. Un chorro de aceite tibio se vertió en el pene de Yoongi, cayendo sobre su mano que mantenía la labor de darse placer.

—No pares de masturbarte —advirtió a la vez que le sujetaba las caderas con una de sus manos. — Esto va a doler al principio.

La mano de Yoongi paró el vaivén que ejercía sobre su pene alarmado ante la voz del hombre.

Un gruñido asomó a sus labios cuando sintió algo blando y apretado rodear su glande. Demasiado fuerte. No era la mano de su amante.

— ¿Qué es eso?—preguntó con voz trémula.

—Un anillo vibrador —respondió, deslizándolo lentamente sobre el pene.

—No quiero eso ahí —Yoongi intentó alejarse, pero él se lo impidió.

—Yo sí —sentenció, introduciéndolo un poco más. Yoongi gimió. Dolor y placer. La sensación era... extraña.

Por un lado quería que le sacara eso, que lo dejara tranquilo, que no le hiciera daño; pero por otro, anhelaba sentirse lleno otra vez, notar como su recto se apretaba contra algo duro y grueso, dejarse llevar por el placer que había sentido escasos segundos antes con los dedos masculinos hundidos en él.

Sueños Ardientes De VeranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora