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¡ME OBLIGASTE A MIRAR!

— ¿Qué tal te la vida en la capital? —preguntó cuando se quedaron solos en la cocina.

—Bien. Ajetreado, como siempre —contestó Yoongi sentándose en una silla.

—Me contó Hoseok que cambiaste de trabajo al poco de separarte.

—Sí, me harté de vender enciclopedias por teléfono durante cinco horas diarias, así que busqué otra cosa —respondió cortante.

—Hoseok me ha dicho que trabajas con películas...

—Más o menos, soy administrativo.

—Hoseok dice que trabajas mucho...

—Hoseok dice... ¿Qué es, un juego nuevo? —Yoongi comenzaba a irritarse por el interrogatorio.

—No. Sólo curiosidad.

—Trabajo de ocho de la mañana a cuatro de la tarde de lunes a viernes. Cuando vuelvo a casa comienzo con la rutina del día a día. ¿Satisface eso tu curiosidad, o quieres más datos?

— ¿Tuviste problemas con mi hermano? —Jimin preguntó exactamente lo que quería saber.

— ¿Que si tuve problemas con Taemin? ¿En qué mundo vives? —inquirió enfadado, por lo estúpido de la pregunta.

—Me refiero después del divorcio. Si te pasaba la pensión de Hoseok y todo eso...

— ¿Eso no se lo has podido sacar a Hoseok? —Jimin en lugar de responder, cogió la taza y dio un trago. — La pensión llegaba puntual el día uno de cada mes. El dinero nunca fue el problema.

Se miraron el uno al otro. Jimin desafiante, Yoongi indiferente.

—La primera vez que te vi me pareciste un niño de papá. Sólo pensabas en estar lo más guapo posible y bien.

—Tú a mí me pareciste un ñoño de primera. Sólo pensando en estudiar y en tus tareas en el campo —atacó Yoongi.

—Los siguientes años cambiaron mi opinión sobre ti —afirmó Jimin, obviando el comentario de Yoongi. — Eras tan dulce; tan cariñoso con Hoseok... Tan ingenuo...

—No era ingenuo.

— ¿No? —Jimin arqueó una ceja, desafiante.

—Simplemente no quería conflictos.

— ¿Por eso huiste? —lo provocó.

—No huí.

—Desapareciste de la noche a la mañana y has tardado cinco años en regresar —apuntó, irritado. — ¿Por qué nos borraste de tu vida?

—Yo no hice eso —dijo Yoongi circunspecto. — Hoseok siguió viniendo al pueblo.

—Pero tú no.

—No encontré motivos para venir.

— ¿Tampoco para coger el teléfono? Te llamé miles de veces...

—No me apetecía hablar con nadie.

— ¿Con nadie? ¿O sólo conmigo? —Yoongi se encogió de hombros. — Antes pasábamos horas hablando, riendo, discutiendo... Ahora ni siquiera puedo hablar contigo a solas.

—Estamos hablando, ¿no?

—Porque mi padre te ha tendido una trampa. Si no, hubieras roto sin problemas la promesa que me has hecho hace una hora en el cuarto de baño —Jimin miró a Yoongi esperando una respuesta que no llegó. — Promesas; fáciles de hacer, fáciles de romper —comentó mirando al techo. — ¿Por qué? Dime qué daño te he hecho yo.

Sueños Ardientes De VeranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora