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NO HAY PEOR CIEGO QUE EL QUE NO QUIERE VER

Al final resultó ser una suerte que la erección le impidiera perseguir a Yoongi y confesar, ya que le dio tiempo a pensar y planear. Se lo diría, pero poco a poco, de manera suave, sin asustarlo. Primero le mostraría sus intenciones como Jimin, luego confesaría quién era.

Miró el despertador de la mesilla, eran las cuatro y media de la mañana y no había dormido más de tres horas. Se levantó de su enorme cama, fue al cuarto de baño y, mientras se duchaba, trazó su plan.

—No quiero que vuelvas a acercarte a mí de esa manera —remarcó la palabra «esa»— Bastante tengo ya en la cabeza como para andar preocupándome por algo que no podrá ser jamás.

Yoongi estaba en la cocina, cuchillo en mano, preparando los bocadillos del almuerzo. Eran las cinco y media de la mañana, Hoseok y Eli estaban abajo acabando de preparar las cosas. Supuestamente era Hoseok quien debía subir a recoger los bocadillos, pero Jimin se había adelantado. Esperaba hablar con Yoongi de lo sucedido, pero él, sin molestarse siquiera en saludar, le había recibido con esa frase incendiaria.

—No deberías preocuparte —afirmó él acercándose a Yoongi y rodeándolo con los brazos.

—Suéltame. ¿No me has escuchado? —inquirió moviendo nervioso el cuchillo que aún tenía en la mano.

—Te he oído —asintió él, agarrándolo por la muñeca y quitándoselo, — pero no pienso hacerte caso.

—A ver, Jimin, centrémonos —respiró profundamente, dando un paso atrás y alejándose de él. — No puede haber nada entre nosotros; eres mi cuñado.

—Eso no es delito.

—No me apetece liarme con nadie y menos aún contigo —indicó Yoongi, cruzando los brazos sobre el pecho.

—No estoy interesado en tener un «lío», quiero más —rebatió él alzando las cejas. ¿Yoongi no quería liarse con nadie? ¿Y qué coño hacía follando con él en la cabaña sin siquiera conocer su nombre?

—No puede ser, Jimin —negó cabizbajo.

— ¿Por qué? —Inquirió, acercándose y abrazándolo de nuevo— ¿Qué te impide tener una relación seria conmigo?

—Yo jamás viviré en el pueblo y tú nunca lo abandonarás... ahí se acaba todo. No estoy dispuesto a empezar algo que está abocado al fracaso. —Su mirada estaba teñida de confusión y pesar. — En el pasado me sentí atraído por ti, no lo voy a negar. Eres un buen hombre y, en otro momento de mi vida, quizá podría... No sé —admitió abatido, — pero no ahora. Tengo la cabeza hecha un lío. Hay alguien que... No sé si llegaré a tener algo... serio, imagino que no, pero... No puedo pensar en otra persona. Debo... aclarar mis sentimientos. Lo siento —dijo dando media vuelta y abandonando la cocina.

Jimin lo siguió con la mirada hasta que entró en su habitación y cerró la puerta. Escuchó cómo echaba el cerrojo y después oyó la cama crujir bajo su peso.

«Mierda»

La había cagado, pero bien. Hasta el fondo.

Si pudiera, mataría a su puto rival. Patearía el hígado al cabrón que se había atrevido a usurpar su lugar en el corazón de Yoongi. Pero no podía hacerlo, porque era él mismo.

No volvió a tener la oportunidad de estar a solas con él, ni como Jimin ni como su alter ego. Yoongi no acudió a la cabaña esa noche ni la siguiente. Esperaba que fuera por falta de tiempo y no porque no quisiera verlo.

Yoongi apenas le dirigió la palabra en los tres días que siguieron a aquella conversación, evitaba mirarle o quedarse a solas con él. El exceso de trabajo que tenían que realizar ayudó bastante. Cada mañana a las cinco en punto, Jimin iba a recoger a Hoseok. Eli, a esa hora ya estaba montando las cajas y Yoongi, en la cocina, se mantenía ocupado recogiendo el desayuno y preparando los bocadillos del almuerzo. Durante la mañana, mientras ellos estaban en las tierras dejándose la espalda, su suegro y él montaban cajas. Después, una comida rápida, y empezaban a colocar los frutos.

Sueños Ardientes De VeranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora