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NO TRABAJO CON NIÑOS

—Siento todo lo que dije ayer —se disculpó Hoseok, abriendo la puerta del cuarto de Yoongi a las nueve de la mañana del día siguiente.

—No... No pasa nada, cielo —contestó él, parpadeando para librarse del sueño. — Yo también siento mucho no haber estado aquí cuando debía.

Hoseok dio un paso al escuchar la disculpa de su padre, pero luego se quedó quieto, sin saber qué hacer.

—Ven aquí y dame un abrazo fuerte, fuerte —exigió, dando un par de palmadas sobre el colchón.

Hoseok se acercó con reparo y, con la típica timidez del adolescente que casi se cree hombre, le dio a su papá un abrazo para después separarse rápidamente de él, como si le diera vergüenza que Yoongi pensara que se comportaba como un chiquillo cariñoso y enmadrado.

«¡Adolescentes!», sonrío Yoongi para sus adentros.

Hoseok metió las manos en los bolsillos de los vaqueros y miró al suelo sin saber bien cómo continuar haciendo las paces.

—Tenías todo el derecho de estar enfadado —afirmó Yoongi. — Te he repetido hasta el cansancio que me avises si vas a llegar tarde cuando sales, y la primera vez que salgo yo no hago caso a mis propias normas.

—Me asusté cuando vi que no venías... —interrumpió Hoseok negando con la cabeza, balanceándose sobre las puntas de los pies. — No, no es eso... Es... —El joven recorrió con la mirada las paredes del cuarto, el suelo, el techo... Todo, menos el lugar donde estaba su padre, frente a él. — Lo que me cabreó fue que no estuvieras aquí como siempre —confesó atropelladamente, — Y cuando vi que no volvías, me enfadé mucho al pensar que estabas por ahí en vez de conmigo. No pensé que pudiera haberte pasado algo. No se me pasó por la cabeza ni por un momento, sólo pensé que no estabas y que tenías que estar. Y hacerme la cena, como siempre, y que te habías ido por ahí con... joder, tú nunca has tenido amigos aquí —lo miró enfadado. — No entiendo por qué los tienes que tener ahora —refunfuñó.

—Bueno... —Yoongi no sabía bien qué contestar a la última frase, por tanto decidió ignorarla. — Es normal que no pensaras que podía haberme pasado algo, el pueblo es muy tranquilo y no tiene por qué ocurrir nada —afirmó para tranquilizar la recién despertada conciencia de su niño. — Entiendo que estés incomodo porque lo que pasó ayer...

—Tienes que salir y tener amigos —interrumpió Hoseok hablando mecánicamente, como si tuviera un guión aprendido. — Yo ya soy mayor y no puedo comportarme como un niño mimado. El abuelo dice que si soy un hombre para ir a trabajar al campo, debo comportarme como tal y respetar a mi padre —afirmó muy serio.

— ¿El abuelo? —preguntó Yoongi. En ese momento se encendió la bombilla del cerebro y recordó. — ¿No ibas a ir hoy con Jimin a recoger las brevas?

—Sí —contestó Hoseok enfurruñado. — El abuelo me ha despertado hoy a las cinco de la mañana —bufó, — había quedado a las seis con el tío Jimin. No hacía falta despertarme una hora antes... —se quejó como el adolescente que era.

—Entonces, ¿por qué estás aquí? —preguntó Yoongi, confuso.

—El abuelo me ha dado la brasa durante toda la hora —se escabulló de la pregunta.

— ¿El abuelo te ha dado la... brasa?

—Sí. Hemos estado hablando sobre lo que pasó ayer, una y otra vez —bufo, luego miró fijamente a su padre. — Papá... —Se abalanzó sobre él con lágrimas en los ojos. — No se me ocurrió pensar que pudiera haberte pasado algo... Es que ni se me pasó por la cabeza...

Sueños Ardientes De VeranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora