Capítulo 21

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Nadie dijo una sola palabra cuando finalicé el horrible relato que me habían contado hacía menos de una hora. Los rostros de todos los presentes estaban demudados con muecas de incrédula repulsión y conmoción; las preguntas y dudas eran tan fuertes que se podían leer en sus mismas expresiones: ¿Cómo era posible que algo así sucediera? ¿Cómo alguien podía transgredir un límite absoluto de manera tan inhumana? ¿Por qué Abigail había tenido que soportar semejante tortura? ¿Por qué Gianna tenía que formar parte de esta lucha violenta, ser tan importante? ¿Por qué…? ¿Por qué?

- Pobrecitas.- Murmuró Liv, y el silencio se prolongó un poco más.

Un sentimiento opresivo había descendido sobre todos en la sala de reuniones: Liv se apretaba entre un Dorian solemne y pensativo y un Lucio conmocionado aunque algo perdido en un intento de no dejarle lugar a las imágenes cruentas que flotaban en el inconsciente colectivo; Alan, el tranquilo Alan, miraba el suelo con ojos lejanos, la respiración agitada y los nudillos blancos de apretar la mesa en la que estaba sentado mientras intentaba controlar la burbujeante ira en su pecho, una muy similar a la mía; Rachel tenía los ojos brillantes y la cabeza apoyada en el hombro de Bastian, quien tenía el ceño fruncido y los ojos fuertemente cerrados al recordar toda la maldad y crueldad de la que era capaz el líder de los Recogedores; y Maisha se rodeaba las piernas con los brazos, encogiendo aún más su menudo cuerpo mientras las lágrimas caían por sus mejillas enrojecidas. Sabía fehacientemente que por su mente pasaban las imágenes de aquella noche en la que nos habíamos conocido, cuando ella misma estuvo a punto de protagonizar una historia igual de triste y aterradora.

- Así que la hija de Brodock está bajo este mismo techo… Supongo que nadie apoyará la idea de utilizarla como elemento de negociación o señuelo, ¿Verdad?

- Es una niña, Dorian, y ella no tiene la culpa de absolutamente nada. No vamos a involucrarla en esta locura más de lo que ya está, ¿Entendido?

- ¿Entonces qué es lo que haremos?- Preguntó Lucio, a lo que Rachel se apresuró a responder.

- Brodock está buscando a Gianna, ¿Verdad? Sólo hay que estar listos cuando venga a buscarla.

- ¿Y cómo sabemos si vendrá en algún momento o si se sentará a esperar lo inevitable?

- Bueno…

Una discusión táctica y estratégica se elevó en la habitación, llenando de ruido el escaso espacio entre las cuatro paredes. Todos tenían objeciones que hacer a las ideas planteadas o ideas propias que sumar a la maraña en constante crecimiento de planes; las voces aumentaban de volumen en su afán de hacerse oír, amontonándose unas sobre otras y creando un barullo zumbante y molesto. El alboroto hacía que las seis personas que hablaban (Liv y yo manteniéndonos al margen) parecieran veinte. La cabeza comenzó a dolerme mientras observaba como intercambiaban propuestas, instigados y alentados por el deseo de hacer pagar a los Recogedores por todas las vidas que habían arruinado, por todo lo que habían hecho. Un pensamiento perturbador cruzó por mi mente. ¿Cuánto de este fervor colectivo era el deseo de hacer justicia, y cuánto era el deseo de venganza? Porque había una línea muy fina entre estos términos, y era demasiado fácil y tentador cruzarla. Teníamos que tener mucho cuidado de no convertirnos en aquellos que repudiábamos.

En un momento crucé miradas con Bastian, cientos de palabras mudas viajando en el aire entre nosotros; él había atado los cabos sueltos en la historia al igual que yo. Esta misma mañana habíamos visto a Brodock en la ciudad comportándose de manera extraña, y unas horas después Abigail había aparecido con su hija de siete años diciendo que la habían encontrado; estaba muy lejos de ser una coincidencia y ambos lo sabíamos. Además, nuestra nuevas huéspedes habían escapado tres años atrás, más o menos durante la misma época en que los Recogedores habían intensificado su búsqueda sobre Quinn, su fugitivo más duradero, y sobre mí, la única que había humillado dos veces al glorioso líder de la organización; dos terribles errores solucionados a cambio de un error aún mayor, eso habían pretendido. Pero las cosas no habían salido de acuerdo a sus intenciones, se habían quedado con las manos vacías. No Leila, no Quinn, no Abigail, no Gianna. Y no me podía sacar de encima la sensación de que iban a rendir cuentas dentro de muy poco. Bastian también se había dado cuenta de esto, era evidente por la preocupación que brillaba en sus ojos junto con una confusión perspicaz que me acusaba… ¿Era muy obvia o simplemente era un buen observador?

Sobrevivir sin ti [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora