Capítulo 26

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- Necesito que me enseñes a usar armas.

Así lo había recibido a Bastian en la sala de entrenamientos cuando finalmente se había dignado a aparecer por allí, y su expresión de incredulidad había sido casi graciosa. Al principio se había mostrado renuente a instruirme en técnicas tan agresivas, obstinado en mantenerme alejada de una vida aún más sangrienta y violenta de la que ya tenía, pero finalmente había tenido que ceder ante mis argumentos, completamente resignado.

- Escúchame bien.- Le había dicho, mirándolo fijamente a los ojos.- Vivimos tiempos desesperados, ¿Verdad?, estamos llegando al final de una guerra que ni siquiera sabemos si empezó en realidad. Nuestros enemigos tienen armas de fuego y ya nos han herido con ellas; hace dos días un muchacho de la edad de mi hermana murió en mis brazos por culpa de una herida de bala. Y esta mañana, Abigail dejó el Hogar y a Gianna y no puedo decir con seguridad que volverá, por lo tanto tenemos que hacernos cargo de la pequeña y cuidarla, con lo que ello implica. Tengo que poder defenderme mejor, tengo que poder defender al Hogar si es necesario, tengo que poder ayudar a quien me necesite.

Y él había aceptado, no le había quedado otra opción.

Así que habíamos pasado gran parte del día entrenando, Bastian enseñándome cómo manejar un cuchillo o como sostener correctamente una pistola y yo incorporando las nuevas técnicas y repitiendo una y otra vez los diferentes movimientos. Era realmente buena aprendiendo, y era aún mejor peleando; en ocasiones me asustaba de mi propia capacidad de herir a la gente, aunque quizás se debía simplemente a una buena disposición física y a mi equilibrio decente. De cualquier manera, al caer la tarde ya había conseguido apuñalar limpiamente a un desafortunado maniquí y había disparado con una pistola de aire comprimido justo en el centro de un blanco que habíamos dibujado.

Me senté pesadamente contra la pared completamente agotada y jadeando, secándome el sudor que resbalaba desde el nacimiento de mi cabello por mis mejillas arreboladas por el calor. Sin embargo, mi mente estaba totalmente focalizada en el arma que tenía entre mis manos, en absoluto conflicto con los sentimientos que se desarrollaban en mi interior: por un lado me sentía realmente satisfecha con mi rendimiento en aquel entrenamiento, con mis capacidades y habilidades; pero por el otro, me sentía asqueada conmigo misma por lo que estaba haciendo, más allá del motivo que me impulsaba. Nunca había sido de las que creían que el fin justificaba los medios, incluso se lo había dicho a Amílcar, pero ahora no estaba haciendo algo muy diferente a aquello, ¿O sí? Estaba aprendiendo como matar gente para evitar que me mataran a mí o alguien a quien quería, ¿Era una buena razón, o al menos una suficiente, para hacerlo? No lo sabía, y en verdad hubiera preferido no tener que recurrir a medidas tan desesperadas, pero la situación había cambiado y no sabía que más hacer. El que estuviera allí en ese mismo momento lo indicaba, con mis dedos cerrándose duramente sobre la pistola de metal helado y pesado y sin ser capaz de mirar siquiera mi propio reflejo. Tenía miedo de que este enfrentamiento me convirtiera en alguien que no quería ser, y quizás ya lo estaba haciendo; pero también estaba dispuesta a hacer los sacrificios necesarios para que los Recogedores dejaran de arruinar vidas de una vez por todas, y si uno de ellos era aprender a matar, entonces lo haría. La pregunta era: ¿Estaba dispuesta a convertirme en una asesina si la situación lo requería? No estaba en condiciones de responder aquello, no quería hacerlo.

Miré a Bastian. Él estaba ordenando la sala de entrenamientos con la cabeza gacha, y noté que evitaba posar sus ojos sobre mí. Tal vez se avergonzaba de mi persona, de mi actitud; o tal vez se arrepentía de estar enseñándome todo aquello. Quizás debía hablar con él sobre todo lo que estaba aconteciendo dentro de mi propia mente, intentar expulsar los pensamientos enredados a través de palabras que, sabía, jamás podrían expresar del todo mis sentimientos. Después de todo, él había llevado una vida quizás más dura que la mía, sabía utilizar todo tipo de armas y técnicas de pelea desde tiempos que no conocía, y había estado con los Recogedores.

Sobrevivir sin ti [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora