El sol se hallaba en lo más alto de un cielo espléndidamente celeste, alcanzando con sus calurosos rayos cada árbol y haciendo que las hojas verdes de los mismos brillaran escandalosamente con tonos esmeralda y jade. Había un ambiente extraño, una especie de silencio y ruido a la vez; oía a lo lejos el murmullo del agua, totalmente relajante, así como la risa de los niños que jugaban en la orilla del lago, refrescándose del agobiante calor. Y a su vez, sentía que todo el ruido era lejano, siendo solo consciente del sol acariciando mi piel, de la brisa moviéndose entre mis cabellos, de mis pensamientos quedando relegados a un segundo plano, permitiéndome disfrutar de un hermoso día sin ninguna preocupación; eso no pasaba muy seguido, y era mejor disfrutarlo mientras durara. Finalmente habíamos organizado un día de vacaciones en el Hogar, y habíamos decidido llevarlo a cabo en la casa del lago de mi familia (donde ahora solo vivía mi mamá con mis hermanos) ya que era un lugar privado y seguro al que llevar a los niños para que pasaran un buen rato. Y al parecer, se estaba divirtiendo en grande. Era agradable verlos llevar un vida lo más normal posible, verlos jugar me recordaba los veranos que yo misma había pasado allí cuando era pequeña, antes de que huyera de casa, cuando yo también había tenido una vida normal. Ahora los parámetros de normalidad eran un poco diferentes para mí; para la mayoría, en realidad.
Estaba tendida sobre la orilla, dejando que el agua fresca y cristalina mojara mis pies al compás de su vaivén, los ojos cerrados mientras disfrutaba aquel momento de paz inusitada. Sabía que más adentro del lago estaban Dorian, Alan y Bastian vigilando de cerca a los niños mientras ellos mismos aprovechaban el momento; sabía que mi mamá estaba en la puerta de la casa charlando con mi abuela y Clara Gray como viejas amigas, al resguardo del sol puntiagudo; sabía que Liv estaba caminando con Lucio, quien, a pesar de haber mantenido un distancia extraña con el Hogar, no había abandonado jamás a su pequeña y silenciosa novia; y sabía también que, en algún lugar de la playa, estaban Rachel y Maisha, charlando quizás o simplemente pasando el rato. La última había pasado los últimos días en la mansión haciéndole compañía constante a mi hermana; tenía miedo de dejarla sola, no quería irse sola luego de lo que había pasado. A pesar de que había transcurrido ya una semana desde el ataque que había sufrido y desde que su ilusión de que Quinn aún estuviera vivo se hubiera visto quebrada cruelmente, todavía se quedaba en ocasiones con la mirada perdida en la nada, y si bien se reía (algo que me causaba un gran alivio) podía ver una tristeza en sus ojos que me dolía a mí misma. No sabía si podría volver a ser la misma Rachel de antes, aquella joven alegre y despreocupada, pero era entendible ya que esta nueva Rachel había visto cosas que su anterior versión jamás había imaginado vivir. Mi hermanita… Le había pedido a Maisha que se quedara junto a ella para que la controlara y para que le levantara el ánimo, y ella había aceptado sin dudar ni un segundo porque también le dolía ver así a su mejor amiga. De momento parecía estar funcionando; no era milagroso, pero parecía estar funcionando.
Continué descansando un rato más hasta que llegó un punto en el que sentía mi piel demasiado caliente. Tarde o temprano tendría que moverme o al menos bañarme en el lago para refrescarme un poco, a menos que quisiera una bonita insolación y dolorosas quemaduras en mi cuerpo. Pero se estaba tan bien allí con al agua rozándome los pies y la arena acomodándose plácidamente debajo de mi cuerpo… No quería moverme a pesar de las consecuencias, no conseguía aquella paz a menudo y no quería dejarla ir. Sin embargo, el momento se me escurrió entre los dedos cuando una sombra se cernió sobre mí sorpresivamente.
- ¿No sientes como si te estuvieras cocinando a fuego lento?
- Sí, se podría decir que sí… Pero no tengo ganas ni de moverme.- Me quejé.
- A ver, muévete, holgazana… - Bastian me empujó hasta que me senté y le dejé un lugar en mi pequeño paraíso.- Oh, sí, amo las vacaciones.
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Sobrevivir sin ti [#2]
General FictionSegunda parte de "Sobrevivir de tu mano" "Y el dolor que sentía, como si un cuchillo se estuviera enterrando en mi corazón agotado, prácticamente gritaba aquello que no quería escuchar. Que él no volvería." Cuando fuiste parte de la pesadilla, ¿Cómo...