Capítulo 29

10 1 0
                                    

Su mano me rodeaba un lado del rostro mientras que sentía en mi cintura la piel cicatrizada de su muñeca derecha. Sus labios eran cálidos y suaves, muy diferentes a como lo habían sido la última vez que nos habíamos besado; pero a su vez, él era una persona muy diferente también. Era lindo dejarse llevar… No sé cuánto tiempo estuvimos allí, con el agua hasta el cuello, el sol sobre nuestras cabezas y nuestras bocas unidas en aquel beso, pero sé que no fue mucho. La sensación de tener a Bastian entre mis brazos de esa manera no se sentía mal pero tampoco se sentía… correcta. No sabía por qué, pero simplemente no podía alejarme hasta tal punto de la realidad aunque eso fuera lo único que quisiera hacer. Sin embargo, no tuve que preocuparme mucho más, ya que Bastian fue el primero que se apartó, una mirada confusa dibujada en sus ojos.

- Lo siento.- Me quedé allí, mirándolo, pero no dijo nada más.

- ¿Por qué te disculpas? ¿Por el beso o por haberlo terminado?

- Por ambas, creo… Es solo que, no sé, no se siente tan bien como debería sentirse, ¿Sabes?- Asentí, claro que lo sabía, si me pasaba lo mismo.- Tal vez nos dejamos llevar por lo inevitable, pero esto no es lo que ninguno de los dos quiere, ¿O sí?

- Creo que no… Bastian, ¿Alguna vez estuviste realmente enamorado de mí?- Se encogió de hombros, pero lo hizo de una manera en que el gesto no pareció grosero.

- En un momento te juro que creía que sí, pero ahora sé que quizás no era más que una obsesión. Te quiero de otra manera, ¿Entiendes? Al menos ahora puedo comparar lo que siento por ti con lo que en verdad es estar enamorado.- Un momento, eso significaba que él estaba enamorado… ¿De quién?- ¿Eso te molesta?

No, en realidad no me molestaba en absoluto. De hecho, me sentía aliviada y no sabía por qué. Tal vez no estaba lista para una relación, todavía.

- ¿Quinn o yo?- Preguntó de repente, y mi respuesta fue completamente automática.

- Quinn.

Todo lo que hizo Bastian fue sonreír conscientemente; él esperaba esa respuesta de mi parte. Y yo acababa de entender por qué estaba aliviada… aún no lo había soltado del todo, y eso tampoco me molestaba.

Volvía a estar sentada en la orilla, las pequeñas olas generadas por la suave brisa haciéndome cosquillas en las plantas de los pies y el sol ya comenzando a acercarse al horizonte, anunciando que el día llegaba inevitablemente a su fin. Mi abuela ya se había marchado y quedaban pocos niños jugando en el lago; todos estábamos cansados, pero ninguno se quería ir. Irse significaba volver a la realidad, y volver a la realidad… bueno, no era algo que todos queríamos. Había estado un largo rato dándole vueltas en mi cabeza al beso que había compartido con Bastian, a lo que había dicho después. Me costaba digerir el que en realidad estuviera enamorado, y no eran celos en absoluto, era simplemente la grata sorpresa de saber que había tenido la oportunidad de conocer lo que en verdad se siente al amar a una persona de esa manera; yo había amado, todavía lo hacía, y no me arrepentía de ello ni un segundo a pesar de todo lo que había pasado. Aunque me daba mucha intriga saber quién era la destinataria de su amor, si ésta le correspondía o siquiera sabía lo que sentía por ella. Cada persona era un misterio, no importaba lo mucho que pudiéramos llegar a conocerla.

Las risas de Eloy y Gianna me distrajeron de mis propios pensamientos. Ellos estaban recostados sobre la orilla, boca abajo, dibujando con sus dedos sobre la arena húmeda y burlándose de las producciones que resultaban. El sol hacía que el cabello de la niña refulgiera como un verdadero fuego, tan alborotado como estaba debido al viento y al agua; y los ojos de mi hermano tenían un brillo adorable. Habían pasado mucho tiempo juntos, últimamente, y era claro que se divertían cuando estaban uno al lado del otro. Era adorable verlos allí tendidos. Durante la última semana había estado algo preocupada por Gianna y por el hecho de que su madre se había marchado sin dejar ninguna explicación o al menos una certeza de que regresaría, pero la pequeña se había mostrado muy fuerte y no había dejado de vivir su vida ni tan solo un minuto. Eso me hacía preguntarme si esta no era la primera vez que Abigail dejaba sola a su hija sin decir una palabra; o tal vez, simplemente se había visto distraída en el Hogar lo suficiente como para no pensar en la despedida furtiva. No sabía cuál de las dos opciones prefería, si es que alguna era buena en absoluto. Observé como los dos niños seguían jugando sin importarles nada más que ellos mismos. Hacían una pareja perfecta, y me constaba que al menos Eloy estaba interesado en la pelirroja. Había pasado un rato largo observándolos, advirtiendo como mi hermano la miraba, como sonreía cada vez que ella lo hacía, como estaba pendiente de cada cosa que hacía; además, él siempre había sido muy tímido, sobre todo con las chicas, pero con Gianna era una persona totalmente diferente, mucho más abierta y entusiasta. Eran los mejores amigos que había visto jamás, pero era más que claro (al menos para mí) que Eloy estaba enamorado de ella. Ojalá pudiera quedarse en el Hogar un tiempo, al igual que Abigail; allí podrían reconstruir sus vidas por el buen camino, podrían tener seguridad y tranquilidad, y sobre todo, cariño. Por otra parte, a mi hermanito también le había sido de gran ayuda la presencia de Gianna: hacía tiempo que no lo veía reír tanto ni compartir su pasión por los aviones como lo hacía con ella; no desde que Quinn había muerto. Podía decir que, de a poco, la vida de todos estaba siguiendo su curso nuevamente. Era lo mejor.

Pensando en eso, miré a Rachel, quien estaba sentada con Bastian mientras Maisha nadaba un rato, con la mirada perdida en algún punto frente a ella. Había sido muy duro verla en el estado en que se encontraba aquella tarde en la sala de entrenamientos, y había sido aún peor cuando se había derrumbado luego de mostrarme el certificado de defunción; era devastador saber que había mantenido una esperanza tan ingenua durante tanto tiempo sin decir una sola palabra a nadie, y que había tenido que levantarse de la decepción por sí misma porque nadie sabía algo al respecto. Había sido devastador verla tan golpeada, en todo sentido, luego de tanto tiempo intentando protegerla. Ahora, viendo el gran moretón que cubría la mayor parte de su torso, viendo como le dolía el simple hecho de respirar profundo, me daba cuenta de que había un nuevo aspecto en el que nos parecíamos, uno en el que hubiera preferido jamás tener semejanzas: ambas habíamos tenido nuestras pérdidas y golpes, ambas habíamos caído duramente, pero nos habíamos levantado a pesar de las circunstancias; éramos fuertes, lo habíamos demostrado y lo seguiríamos demostrando. Todo lo que podía hacer yo al respecto era cuidarla hasta donde pudiera sin quitarle su libertad y estar junto a ella siempre que lo necesitara, y cuando no, también. Al menos no estaba sola en aquella tarea: sabía que Bastian la cuidaría tanto como yo misma. Mi hermana se había ganado por completo su afecto, bastaba con observarlos diariamente, notar su relación estrecha y de confianza. Bastaba con mirlos ahora, ver como él la observaba sentado junto a ella, con una expresión serena y límpida. Quizás Rachel fuera la persona de la cual estaba enamorado… Quizás, aunque sería extraño. Lo que sí era seguro, era que nadie en el Hogar estaba solo, y no permitiría que ninguno de nosotros quedara solo en un futuro.

Sobrevivir sin ti [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora