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Sus labios y los míos se movían en sincronía del uno del otro, sus manos no dejaban ni un solo momento mi cabello, mis manos tocaban desde su espalda hasta su trasero donde ella soltaba ligeros gemidos de placer indicándome que le gustaba mi toca, la habitación estaba sumamente caliente demasiado caliente, nuestras respiraciones y besos era lo único que se podía escuchar, no podía contenerme en no poder dejar de besar a esta mujer, su cara, su cuerpo y sus labios eran hermosos y ella era como si quisiera volverme a la vida. 

Caí a los pies de la cama junto con ella sin que nuestros labios se despegaran, su piernas estaban a los lados, nos despegamos por un segundo y yo solo pude observar a la chica que estaba sobre mi comenzaba a quitarse su blusa de una forma tan lenta y tan sensual que estaba excitándome cada segundo que pasaba, mis manos recorrían sus piernas hasta llegar por su abdomen y finalmente sus pechos, esos eran la verdadera gloria por completo, joder la deseaba locamente. Cuando su blusa salió volando por la habitación quería solo quitarle lo que le quedaba de ropa para poder follarla, joder, me estaba sintiendo tan, pero tan excitado que sería capaz de correrme en mis pantalones, pero entonces al elevar la mirada al rostro de mi acompañante un gran susto y temor se hizo presente en mi, no era Nadia, era Amber. 

La mirada de Amber era de completa inocencia, su rostro estaba húmedo por las lagrimas, mire su cuerpo y ella tenia una enorme panza de embarazada ¡Pero que mierda! en que momento de la vida ella estaba aquí y Nadia no estaba, entonces la habitación se volvió completamente oscura, para que después unas luces de color rojo iluminaran todo, cuando intente moverme no podía, mire a mis muñecas y estaba amarrado ¡Porque estaba amarrado! y ahora no solo estaba Amber ahí sola ¡Para nada! a lado de ella estaban Nadia y Liz que estaban completamente vestidas de negro y sus miradas eran tan profundas y tan profundas que realmente me estaba asustando y no sabía lo que estaba pasando. Pero ellas tenían ahora unos largo abrigos de negros que se fueron quitando de poco a poco dejándome ver sus conjuntos de color negro de encaje, se veían como unas jodidas diosas, medias de red con un ligero que las sostenía, yo estaba en medio de una cama amarrado de las muñecas. 

-Dinos Henry...¿A cual de las tres deseas más?-. Hablo Liz. 

No entendía a lo que ella se refería ¿Cómo que a quien deseo? trate de moverme para poder escaparme, pero nada era posible, mire las tres chicas delante de mi y Amber iba escalando por mi cuerpo, posando sus delicadas manos por mis piernas tocando mi pene sobre mis pantalones logrando que un jadeo de placer creciera en mi, poso sus labios finos en mi bajo vientre para ir subiendo ¡Mierda! siguió subiendo hasta que sus labios se pusieron sobre mis labios dándome el mejor beso del mundo. 

-¿A quien deseas más papi?-. 

No tenia palabras, deseaba decirle a las tres lo que quería pero no podía, mire a mi lado derecho y Liz estaba ahí luciendo tan sexy y sensual con ese traje, pero lo que me llamo la atención es que ene sus manos tenia un látigo ¡Carajo, estas mujeres están locas!.

-¿A quien deseas Henry? A tu amante o a la mujer con la que estuviste casado-. Dijo Liz.

Trataba nuevamente en soltarme y poder escapar de esta situación, pero mi atención se fue directo a Nadia que no se movía solo estaba ahí parada mirándome con una sonrisa tan angelical y tan hermosa que no podía describir la sensación que ella provocaba en mi.  Y cuando intente moverme de mi lugar, pude hacerlo, ya no estaban Amber ni Liz a un lado de mi, baje de la cama en la que estaba acostado y al mirar a Nadia tan cerca de mi ya no todo era de color negro, ella lucia hermosa de color blanco, tenia un conjunto de color blanco y su rostro angelical eran tan hermoso y único. 

-Eres tu-. 

Entonces de golpe desperté. 

Pase mi mano por mi rostro y me di media vuelta para tomar mi teléfono y ver la hora que era, joder, eran las cuatro de la mañana, revise mi teléfono y tenia algunos mensajes de mi madre diciendo que todo estaba bien y que Harriet estaba dormida. Me levante de la cama, me puse unos pantalones de mezclilla, playera y un suéter, ya no podía dormir sin dejar de pensar en aquel sueño que tuve, fue un poco extraño, salí de mi habitación y me fui directo al elevador, necesito un trago en el bar. 

Mi propio  infierno |Henry Cavill| +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora