19.

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-Pudimos ponerle una tablilla para su pata, ahora puede caminar un poco, pero no puedo creer que haya gente tan inconsciente con sus mascotas-.

Dijo Amber terminando de contarme como había estado su práctica con perrito que tenía una pata rota, Amber estuvo a nada de llorar por lo que le había ocurrido al perro que atendió pero por suerte su maestro fue bueno con ella para poderla guiar a como controlar sus emociones ante las situaciones.
Luego de unos días de no haberla visto después de la última vez que estuvimos juntos había decidido salir un rato de la casa además de que mi esposa estaba en casa de sus padres por unos días ya que tenían un evento familiar y yo no me sentía del todo bien para ir de fiesta, rodeado de gente y tanta actividad familiar a mí no me apetecía aquello, claro que debo decir que mis suegros no eran lo mejor que me pudo haber pasado en la vida de casado, mi suegra, Guadalupe, era un bruja materialista y de alguna forma tan desesperante que detestaba tenerla a un lado de mi porque siempre aprovechaba para tocarme o pedirme algo, en cambio mi suegro, Ricardo era igual que su mujer pero un poco más "discreto" claro que yo me daba cuenta de ello, me insistía en que lo involucra un poco más a mi mundo de autos y comprender porque amaba los autos, claro que eso jamás iba a pasar y gracias a mi esposa ellos tienen una gran mansión en una de las mejores áreas de Boston, nada idiotas, la cosas es que Liz es en cierto punto muy fácil de manipular cuando no se da cuenta.
Así que ahora las cosas con mis suegros era diferente, odiaba ir con ellos y eso se lo expuse a Liz y con trabajo pude hacerla entender que no quería estar con mis suegros. Y bien, aprovechando que ella no estaba vine con Amber.
Y aquí estaba yo, en su departamento tomando un baño en su pequeña tina luego de haber tenido un buen sexo o más bien de haber echo el amor, así que decidimos tomar una ducha en su tina como dije era pequeña pero aún así me fascinaba estar así con ella. Bese su cuello y sonreí más cuando ella soltó un jadeo.

-Bueno muchas personas solo tienen mascotas por tenerlas y no darles nada de amor-.

Ella asintió con algo de tristeza pues por desgracia el señor que le rentaba su departamento le dijo que ella no podía tener mascotas, eso le dolió mucho Amber pues adoraba a su perro como loca su única opción fue dejarlo en la casa de su madre y estaba bien en realidad, su perro tenía un gran patio donde podría correr y disfrutar y no aquí en el departamento que no podría ni correr con facilidad.
Amber se giro entre mis piernas para que ahora nuestros pechos estuvieran pegados, sus brazos se pusieron sobre mis hombros pero luego sus manos acariciaban mi cabello hacia atrás peinándolo.

-¿Cómo te has sentido?-. Pregunto ella beso con un poquito mis labios.

-Estoy bien solo que las malditas medicinas me están hartando y todo-. Solté un suspiro recargando mejor mi espalda en la tina.

-Henry tienes que aguantarte si no quieres que esto se agrave más-. Sonrió ella con esperanza.

-Ya lo sé, pero odio el solo pensar que podría perder la vista y eso me asusta, olvidar todo...-.

Por un momento nos quedamos en silencio hasta que sentí como Amber salía de la tina completamente desnuda, era una imagen tan erótica lo que veía la forma en como las gotas de agua iban bajando desde su cabello a todo su cuerpo ¡Que mujer tan sensual! La seguí con la mirada hasta que bajo el pequeño escalón que daba del baño a su cama y ahí mis ojos se abrieron como platos al ver cómo ella se recostaba en la cama con los codos y me miraba y abrí las piernas dejando a la vista su clítoris, sus dedos bajaron a este para darle una caricia ¡Es una mujer insaciable!

-Ven aquí-. Dijo ella, sonreí y me levanté de la tina para así caminar por donde ella paso y una vez que estuve entre sus piernas volvió hablar-. Vamos hacer que esto jamás se te olvide, cariño-.

¡Al diablo con todo!

Sonreí con maldad y me aventé hacia ella.
Luego de unas cuantas horas fuera de casa tuve que volver, Amber tenía muchas cosas que hacer de la escuela y yo tenía que descansar pues necesitaba volver a trabajo, me hacía falta trabajar estaba harto de estar encerrado en casa y que el trabajo fuera todo por internet necesitaba ¡Acción y molestias! Algo pero lo necesitaba. 

Una vez que llegue a casa está se encontraba con las luces encendidas y eso me extraño, fruncí el ceño tal vez era Liz que se había regresado antes de lo planeado, entre a la casa y había un poco de música alta que provenía de la sala así que al caminar hacia está me encontré con la imagen de mi hijo que estaba sentado en uno de los sofás y con una botella en mano.

-¿Paul?-. Pregunté un poco extrañado, ya que el joven que vivía conmigo estaba bebiendo.

Paul levanto la vista del piso y sonrió de forma perezosa.

-¡Tío, tito tiito!-. Grito el de forma arrastrada, se levantó del sofá tambaleándose de un lado a otro hasta llegar a mi y abrazarme-. ¿Hueles a recién bañado?-.

Frunció el ceño de forma extraña.

-F-fui al gimnasio un rato, necesitaba hacer algo de ejercicio, pero dime ¿Por qué estás bebiendo?-.

Este se encogió de hombros restándole la importancia para así dar media vuelta y volver a sentarse en el sofá, le dio un trago a la botella y yo tomé asiento a un lado de él, sé que algo le pasaba a Paul y me estaba dando una idea de lo que podría estar pasando.

-Sabes, por un momento de lo vida creí que había encontrado a la chica ideal, a la chica con la que podría ser feliz, pero no-. Sorbeto un poco su nariz y de sus ojos le salieron unas cuantas lagrimas-. Ella me dijo que me tenía un aprecio, pero ella estaba enamorada de alguien más...de alguien más ¡Joder! Me enamoré de una chica que es todo lo que siempre quise y ahora me vengo dando cuenta de que soy imbécil ¡Un gran imbécil!-.

Ahora lo entendía del todo, él  estaba con mal de amores y más ver la chica de quién yo estoy enamorado, no lo culpaba Amber era una mujer que podía generar muchas cosas en un hombre, era linda, compresiva que no te pedía nada a cambio y que jamás te juzgaba, era la chica de los sueños de todo hombre y eso te podía volver loco y ahí estaba yo con la prueba de que era una mujer maravillosa. Era mía y a la vez no, no era del todo mía, yo estaba casado y ella hacia su vida normal aunque no tanto a decir verdad, le costaba trabajo enamorarse porque estaba yo con ella y no podía ella tener una vida amorosa por mi, necesitaba dejarla ir, si, pero no podía también estaba yo enamorado.
Acerque a Paul a mi pecho para poderle dar mi afecto y él lo correspondió.

-Hijo, muchas veces suele pasar que creemos que es la persona indicada pero a veces no es así y cuando conozcas a la indicada te juro que no te darás cuenta-.

Y yo dando consejos de amor cuando tengo a dos mujeres y que aún no se qué va a pasar conmigo.

Mi propio  infierno |Henry Cavill| +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora