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Tres años más tarde. 

-¿Que tal si le damos a tu mamá un florero?-. Pregunto Nadia tomando el florero de la mesa de los floreros de la tienda. 

-Cariño tiene cientos de ellos y no los usa para nada, mejor algo que no tenga, buena ella tiene de todo, mejor veamos otra cosa-. 

Nadia rodo los ojos y dejo el florero en la mesa en donde lo vio, se acerco a mi para tomar le mando de la carriola en donde Harriet iba dormida. Habíamos decidió salir de compras porque las fiestas de navidad estaban a tan solo días y a mis padres se les ocurrió que era una buena idea darnos regalos, cosa que jamás habíamos echo en la familia, pero al parecer ellos querían consentir a todos sus nietos y ya que Harriet era la más pequeña de ellos pues ella iba a recibir más que los demás y para hacer las cosas completamente parejas todos teníamos que darnos un regalo, para mi eso no era nada importante a decir verdad yo lo único era pasar la navidad con mi familia, mi hija y con mi prometida, si, Nadia estaba comprometida conmigo desde hace unos meses. 

Luego de nuestro viaje a París las cosas habían cambiado por completo, ella y yo comenzamos a salir oficialmente como novios, debo decir que eso al principio fue un poco complicado para mi o más bien para ambos ya que pensábamos que solo éramos como una pareja sexual, pero eso no paso, no nos podíamos dejar por completo así que las reglas del juego habían cambiado por completo, comenzamos a salir más seguido, bueno no del todo, ya que su trabajo era exigente y era raro que yo la viera así que las veces que Nadia tenia un descanso lo usábamos para pasar tiempo juntos o para tener sexo maravilloso. Con el tiempo me fui dando cuenta de que me había vuelto enamorar, no podía sacarla de mi mente ni un segundo. 

En el primer cumpleaños de Harriet hicimos oficial el noviazgo y eso si que sorprendió a mi familia ya que creían que era solo un momento de locura, pero conforme pasaba el tiempo y las cosas se dieron cuneta de que no era un momento de locura por mi divorcio o por mi crisis de los cuarenta ya que Nadie era siete años más joven que yo, se que mis padres me juzgan diciendo muchas cosas sobre mi noviazgo y que no tardaría en ponerle el cuerno como lo hice con Liz, pero no paso, muchas mujeres se ofrecían a mi para pasar al noche, pero no pasaba de nada, no me interesaba ninguna otra mujer más que Nadia, solo era ella en mi mundo y yo en el suyo, claro que no todo era felicidad ya que muchas veces llegábamos a tener peleas y fuertes, pero tratábamos de resolverlo a nuestro modo y sin afectar a Harriet. Al segundo año de noviazgo decidimos que era el momento de vivir juntos, ella vendió su departamento y yo el mio y con ese dinero compramos una casa en los suburbios de Boston, era la casa perfecta para vivir ella y yo. 

Tenia un gran patio delantero como el trasero, una cerca de color blanco, la casa era de ladrillo rojo, ventanas blancas con su propio techo, cinco habitaciones, una garaje en donde cabían su auto y el mio. 

Al tercer año de noviazgo nos comprometimos, fue una de las noches más importante de mi vida, había cerrado un contrato importante con Audi y Mustang y tenia más dinero de lo que ya había. Y bueno como era de esperarse, le propuse matrimonio a Nadia y ella acepto, volviéndome el hombre más feliz del mundo y gracias a la prensa la noticia se hizo grande publicándose en todos lados.

Seguimos viendo por varias tiendas del centro comercial para ver su había un regalo ideal para mi madre, pero como se lo dije a Nadia ella tiene de todo y a veces puede ser muy acumulativa y no usar las cosas que se  le dan, así que llego un momento de mi paciencia que ya no pude más y yo solo quería sentarme por un momento y dejar de ver precios y tantas cosas de hogar y cosas femeninas que yo no entendía para nada, había ido a tantas tiendas que me sentía tan hostigado del todo, y por primera vez Nada se había apiadado de mí y me dejó sentarme un momento en una de las mesas de la cafetería del centro comercial, tenía a un lado a Harriet en su carriola mientras ella bebía de su leche, mi hija era tan hermosa y tan bella. Nadia fue uno de los puestos de comida y yo cuidaba a la niña.

-Vaya quien fuera tu, estar en carriola y dormir-. Le dije a Harriet que me miraba con una sonrisa.

-¡Dada!-. Grito feliz mi hija.

Aún le faltaba mucho por aprender en hablar pero lo estaba intentando. 

Seguí mirando a mi hija que jugaba con sus manitas y reía por las caras que le hacía, esta niña era tan risueña y tan divertida, cuando dio sus primeros pasos me volví completamente loco y por suerte Nadia la había grabado ya que yo estaba en la oficina cuando me llamo diciendo que tenia una sorpresa para mi, no voy a negar que al principio creí que era una foto de ella en ropa interior, ya que había pasado una vez y me volví completamente loco por ello. 

-Henry-. 

-Te habías tardad mucho cari...-. 

Entonces al elevar la mirada de mi hija y mirar a quien estaba delante de mi, sentí que todo mi cuerpo se paralizo por completo al ver quien estaba ahí. Mi sonrisa se había borrado por completo al verla ahí parada frente a mi. 

-Amber-. Escupí completamente sorprendido. 

Me puse de puse de pie de mi lugar, no podía creer que ella estuviera delante de mi después de tanto tiempo de no saber de ella, se veía tan diferente, se veía hermosa, eso jamás iba a cambiar por nada en el mundo, su cabello ya no era largo como antes ahora lo tenia corto por arriba del hombro. Ella me sonrio levemente, se veía realmente incomoda y no me imagino el porque. 

-Hola Henry-. Saludo ella aun incomoda. 

No tenia palabras, no tenia nada que decir tenia que digerir este momento sumamente incomodo para mi y que no podía creer que esto estuviera pasando luego de tanto tiempo, ella se fue, se alejo por completo de mi sin permitirme ver crecer a mi hija en su vientre, verla nacer y para ella fue demasiado fácil dejarla en mi puerta y deshacerse de ella como si nada ¡Pudo haberle pasado algo?

-¿Que estas haciendo aquí Amber?-. Pregunte conteniendo todo el enojo que comenzaba a hacerse presente. 

Ella solo miraba sin saber donde meter la maldita cabeza. 

-Cielo no había ensalada griega así que te traje una hambur...¿Quién es ella?-.

Nadia se acerco a mi, dejando los platos de la comida en la mesa y tomo a Harriet de su carriola ya que Amber estaba demasiado cerca del mango de esta, Nadia era sobreprotectora con mi hija, mi hija salió a la vista de su madre quien la miraba completamente impresionada. 

-Ella es...-. 

-Si, es ella ¿Qué haces aquí? no volveré a repetir la pregunta Amber-.  

-Amber, ella es...tu eres...-. 

Amber solo pudo asentir con la cabeza, mire a Nadia y ella a mi completamente sorprendida de lo que estaba pasando aquí. 




Mi propio  infierno |Henry Cavill| +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora