4. El compromiso.

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Llegó el domingo.

Justo como Abisai y Monserrat acordaron, ese sería el día en que él, pediría oficialmente la mano de ella ante sus familias.

La chica se miró al espejo y observó su reflejo. Seguía mirándose un poco baja, a pesar de sus zapatillas de tacón de 10 centímetros. Había decidido usar un pantalón de vestir de color aperlado y una blusa manga larga blanca. Su cabello castaño oscuro caía por sus hombros en pequeñas ondas naturales. Llevaba un maquillaje discreto que la hacía lucir más hermosa de lo que normalmente ya era.

Después de contemplarse así misma, decidió bajar a la sala para saludar a los invitados. Era una reunión grande pero familiar. Aunque eran varias personas, solamente eran familia de Monserrat y Abisai.

Por un breve instante se preguntó a si misma si estaba haciendo eso porque lo deseaba o por complacer a su familia ya que ellos siempre le habían dicho que Abisai era el partido perfecto para formar una familia.

-¡Hola cariño! -saludó la madre de Abisai, llegando a ella.

-Hola señora Palacios.

-Luces bellísima, hija.

-Muchas gracias. Usted también luce espectacular.

-Ay, no seas mentirosa -bromeó la progenitora de Abisai.

-¡No es mentira!

Ambas rieron.

Abisai llegó a ella, abrazando a su novia por la cintura. Hasta ese momento, Monserat aún se sentía cómoda con el acercamiento de él, sin embargo, sus caricias ya no le causaban nada.

Cómo doctora, ella sabía perfectamente que el enamoramiento es una etapa que no dura más de tres años. Lo que pase después del enamoramiento, ya es decisión propia, es justo ahí donde entra la icónica frase: El amor es una decisión.
Y efectivamente, el amor es una decisión, pero basada por un sentimiento.

Monserat sabía que era normal que las caricias, los besos o el mero acercamiento de Abisai ya no causaran una sensación de nerviosismo en ella, ni miles de mariposas en su estómago ni mucho menos que su corazón se acelerara, como cuando estaban iniciando la relación. Todo ese tipo de cosas son parte de enamorarse, y cuando esa etapa termina, cuando comienzas a ver más claros los errores y defectos de la otra persona, es ahí cuando viene la decisión de querer seguir con esa persona.

Ella se repetía a si misma una y otra vez que estar con Abisai era lo mejor. Jamás lo pensaba por presión familiar o incluso por presión de él mismo, simplemente lo creía porque habían estado juntos tantos años. Quizá, verlo sentado en la mesa resolviendo crucigramas no era la actividad favorita de ella para ver los domingos al despertar, pero aún así, se sentía cómoda con él.

-Debemos pasar a la mesa, mi amor -anunció el chico.

-Bien, vamos.

Monserrat asintió, pero antes de que pudieran dirigirse hacia el comedor, la hermana de Abisai llegó a ellos junto a otra chica.

-Hola hermanito -saludó a su hermano, para luego mirar a Monserrat-. Hola Monse.

-Hola Verónica.

-Ella es Alison, mi mejor amiga.

La chica, cuyo nombre era Alison, sonrió amigablemente y tendió su mano hacia Monserrat, quién la tomó inmediatamente.

-Tu novia es muy bonita, Abisai -comentó mirando al chico.

-Lo es -Abisai miró a su hermana-. No sabía que traerías a tu amiga a una reunión familiar.

You Found Me || Sebastián CórdovaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora