29. Un corazón digno de ser amado.

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La época favorita de Monserrat había llegado. Aunque aún faltaban un par de semanas para que fuera navidad y año nuevo, empezando diciembre, a la chica ya le emocionaba todo lo referente a navidad; los adornos, las luces, las vibras de felicidad y nostalgia.

Ella siempre tuvo un corazón amable, noble, gentil y altruista. Le encantaba ayudar a los demás. La sonrisa que le regalaba al mundo siempre fue cálida y sincera. Era una de las principales cosas que Sebastián adoraba de ella.

—Aquí es —anunció la chica a su novio.

Sebastián estacionó el auto frente a un terreno grande, el cual de trataba de un orfanato. Monserrat había decidido ir para checar la salud de los niños y llevarles regalos junto a otros médicos del hospital.

—Amas hacer esto, ¿Verdad? —inquirió Sebastián.

—Sí. Me gusta pensar que aportamos un poquito de alegría a éstos niños.

—Estoy seguro que lo hacen.

—Dentro de algunos años más, me gustaría adoptar.

El joven de pecas la observó con asombro mientras salían del auto.

—¿De verdad?

—Sí —afirmó ella—. Quiero tener hijos propios pero también me gustaría adoptar.

Sebastián sonrió.

—Bien. Adoptaremos, si Dios nos permite seguir juntos.

La chica sintió removerse todo en su interior.

Tal vez era pronto para hacer planes a futuro, pero si algo estaba consciente era que, cuando se empezaba una relación, se hacía con el pensamiento de no terminar y quizá formar una familia con esa persona.

—Entremos —dijo Sebastián, sacándola de sus pensamientos. El chico cargaba la bolsa de juguetes que Monserrat había comprado.

La pareja se adentró al orfanato y algunos médicos ya estaban allí, entre ellos, Alan.

—Monse, hola —saludó sonriente. Luego su vista se centró en Sebastián y borró un poco la sonrisa que había mostrado—. Buenos días.

—Buenos días, doctor.

Monserrat notó la tensión entre ambos hombres y jaló a Sebastián para otra parte, antes de que éste matara con la mirada a Alan.

—¿Por qué lo miras así? —cuestionó ella a su novio.

—Es mirada de suficiencia.

—Ya sé, pero, ¿Por qué?

—Porque estoy con la chica que él quiere.

La chica sonrió y depositó un casto beso en los labios de Sebastián.

—Corrección, estás con el éxito andante.

Sebastián soltó una carcajada y Alan volteó a verlo de mala gana.

—Shhh —musitó Monserrat—. No te rías tan fuerte.

—Perdón amor, es que a veces me da risa el ego tan elevado que ocultas.

—Lo sé, soy fabulosa.

—Eres un caso especial.

—¿Soy un alien o por qué soy especial?

—¿Comiste payaso o por qué amaneciste tan graciosita?

Monserrat sonrió y le dió un leve manotazo a Sebastián.

—Auch —se quejó él falsamente.

You Found Me || Sebastián CórdovaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora