10. Fiesta mexicana.

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Monserrat estaba terminando de arreglar el jardín trasero de su casa para la noche mexicana.

Tenía dos días que había terminado con Abisai, y aunque por ratos se acordaba de ese amargo momento, estaba demasiado tranquila. Ni siquiera había llorado.

-¿Aquí están bien las mesas? -cuestionó su hermano.

-Sí.

-Alex, ya terminé de desenredar las luces -avisó su hermana. A Darla le gustaba llamar "Alex" a su hermana, ya que Monserrat no era de su agrado y a la chica no le gustaba que le dijeran Alexia.

-Bien, ayúdame a acomodarlas.

Debido a lo que había sucedido, sus padres le pidieron a Monserrat que no fuera a trabajar una semana. Ellos pensaban que la chica no estaban en las condiciones emocionales adecuadas para atender a los enfermos, y aunque estaban equivocados, la chica no los contradijo, porque, ¿Quién no estaría destrozada por romper su compromiso? Por supuesto, ella. Ella no lo estaba. Pero tendría que dar explicaciones del porqué no y era algo que ni siquiera ella comprendía.

-Alguien está tocando el timbre, Aarón -dijo Darla.

-Ve tú a abrir.

-¿Y yo por qué?

-Porque sí.

La joven Darla bufó y caminó con enojo hacía el pequeño pasadizo que había para llegar al pequeñísimo jardín de enfrente.

-Estos adolescentes de hoy en día están cada vez peor -comentó Aarón.

-Bueno, en unos meses dejará de ser adolescente.

-No me lo recuerdes. Ante mis ojos, Darla se quedará en los diecisiete años.

Monserrat rió y negó con la cabeza. Sus ojos captaron a Darla en el pasillo, con una cara de tensión que se podía notar a kilómetros.

-¿Qué pasa? -inquirió Monserrat.

-Es Paulo.

Aarón caminó hacia el pasillo con intención de pedirle a Paulo que se fuera de allí. Él no tenía idea de que Monserrat sabía que él había regresado de Canadá.

Sin embargo, Monse corrio hacia él y lo detuvo.

-Yo me encargo.

-No, yo...-Aarón se interrumpió de golpe y miró con los ojos entrecerrados a su hermana-. Tú sabías que estaba en la ciudad.

-Sí. Me lo encontré cuando fui con Soledad a comprar las cosas.

Su hermano la observó tan detalladamente con la intención de buscar algún indicio que le hiciera saber que ella aún sentía algo por Paulo. Pero no hubo nada.

-Yo me encargo -volvió a decir Monserrat.

-De acuerdo, pero te acompaño.

Los hermanos caminaron hasta la entrada de su gran casa y se encontraron con Paulo, quien estaba de pie, mirando al suelo.

-Paulo -llamó Monse llegando a él- ¿Qué se te ofrece?

Al momento de alzar la vista, Paulo se percató que Monserrat no llevaba el anillo de compromiso.

-Quería visitarte.

-¿Para qué querías visitar a mi hermana?

-Aarón, es un gusto verte nuevamente -saludó sarcásticamente Paulo.

-Ajá. Responde.

-Bien... Me encontré a Ricardo comprando con Marisol y los escuché hablar sobre tu ruptura. Me preocupé, y quise venir a ver si estabas bien o necesitabas algo, porque me imagino que es difícil romper un compromiso.

You Found Me || Sebastián CórdovaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora