El cuerpo de Eric ya había sido sepultado en su tierra de origen: Ciudad de México.
Mientras el ataúd estaba siendo descencido a la tumba, la madre de Eric no dejaba de llorar desconsoladamente, pidiendo que su hijo volviera, que por favor le regresaran a su pequeño. Era algo difícil y doloroso de presenciar.
Al velorio y cepelio habían asistido sus excompañeros de secundaria y todo aquel que lo conoció. Sin duda era un chico que había sido muy social, muy feliz y amable, que estaba dispuesto a ayudar siempre a los demás.
La policía ya había encontrado al responsable del accidente, pero se esperaba que hubiera una audiencia. Tanto en Morelia como en Ciudad de México, todos los que alguna vez formaron parte de la vida de Eric, decidieron hacer una marcha pacífica, para pedir justicia por la muerte de las tres víctimas del accidente.
Monserrat se miró frente al espejo, mientras acomodaba su playera polo blanca. Tenía ojeras debajo de sus ojos y lucía triste. Aunque ella misma aceptaba que realmente no era tan cercana a Eric, su muerte le afectó. El simple hecho de haberlo conocido, de haber convivido con él y seguir hablando de vez en cuando eran razones suficientes para llorar por él, aunque aún las lágrimas no hacían su aparición.
Una vez estuvo lista, se dirigió al punto de partida de la marcha, junto a sus hermanos y sus amigos de la universidad, quiénes se habían unido a la marcha para exigir justicia. Al llegar al destino, la chica se reencontró con sus excompañeros y actuales amigos de la secundaria.
-¡Monse! -llamó su hermano a lo lejos y le hizo de señas que se acercara a ellos.
La chica obedeció y al acercarse a sus hermanos y amigos, notó la presencia del doctor Alan.
-Doctor, ¿Qué está siendo aquí?
-Tu hermano me contó lo sucedido y quise venir a apoyarte, y apoyar esto que están haciendo porque sinceramente me importa mucho que siempre se haga justicia. Alguien tan irresponsable no puede quedar suelto y poner en riesgo la vida de otras personas.
Monserrat le dedicó una sonrisa débil.
Desde el momento en que se enteró de la muerte de Eric, casi no había sonreído. Se la había pasado mucho tiempo acostada, sin ganas de nada. Ni siquiera ella misma entendía porque parecía afectarle mucho más de lo imaginado, o tal vez era porque su dolor aún no lo había sacado mediante lágrimas.
Una cosa tenía clara; Debía reir mientras pudiera y llorar cuando fuera necesario.
Pero hasta ese momento, no había podido hacer ninguna de las dos cosas.
-Gracias, Alan -dijo ella.
El teléfono de Monserrat sonó, indicando un nuevo mensaje. Se trataba de Sebastián.
Sebas
¿En dónde estás?
Estoy cerca de tu auto, estoy seguro, pero no te veo.La chica se sintió confundida y se alejó de los demás sin decir nada. Se dirigió a su auto y allí vió la figura de Sebastián, aunque portaba lentes, gorra y cubrebocas, pudo reconocerlo.
Se acercó a él y lo miró con confusión.
-Sebas -pronunció- ¿Qué haces aquí? ¿No tenías unas cosas que hacer?
-Tenía, pero me di cuenta que esto para ti es importante. Así que quise venir, estar contigo para apoyarte.
-De verdad te agradezco que estés aquí, pero si tienes cosas importantes que hacer, en serio que yo lo entiendo...
-No, Monse -interrumpió él-. Te quiero, y yo estaré contigo, para apoyarte siempre que lo necesites.
La joven sonrió y abrazó al chico de pecas. Cerró sus ojos por un breve momento y luego se alejó de él.
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You Found Me || Sebastián Córdova
FanfictionSebastián Córdova tenía 24 años cuando conoció a Monserrat Ferrer, una chica de 23 años, recién graduada de medicina, alguien fanática del orden; ella jamás alteraba las normas ni rompía las reglas, y aunque parecía demasiado inocente, no era tonta...