25. El primer amanecer bonito.

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Monserrat abrió los ojos lentamente y sintió un peso sobre su cintura para luego percatarse que se trataba de Sebastián, quién la estaba abrazando.

La espada de la chica estaba pegada al torso desnudo de Sebastián, que aún se encontraba profundamente dormido. Con mucho cuidado de no despertarlo, ella se giró y dejó el brazo del joven a un lado.

Con la tenue luz del amanecer que se colaba en la habitación, lo observó dormir; sus pestañas tocaban sus mejillas pecosas, mientras su rostro lucía relajado. Su pecho subía y bajaba lentamente gracias a su respiración. Parecía estar tranquilo y en un plácido sueño.

Monserrat miró la hora en su teléfono, la cual marcaba las 6:00 AM. No sabía si despertar o no a Sebastián, porque se veía tan cómodo durmiendo.
Finalmente optó por seguir acostada, esperando que quizá él pudiera despertar, pero no lo hizo y el sueño terminó venciendola al poco rato y volvió a quedarse dormida.

A la media hora, Sebastián se despertó y lo primero que miró fue a Monserrat frente a él. La chica estaba dormida boca abajo, con sus manos a los lados de la almohada. Su cabeza estaba recargada de lado, por lo que solo se le podía visualizar bien la mitad del rostro. Mechones pequeños de cabello caían por su cara y Sebastián se los quitó con sumo cuidado para no despertarla. Los rayos de sol se colaban entre las cortinas de la ventana, dando en la cabeza de Monserrat, iluminando una parte de su cabello.

Para Sebastián, era algo digno de observar. Parecía que Monserrat era un ángel que dormía plácidamente junto a él. Y por primera vez, después de mucho tiempo, sintió que estaba presenciando un amanecer bonito. Un amanecer tranquilo, inundado de paz y comodidad.

Monserrat se despertó poco a poco hasta que abrió los ojos por completo. Miró a Sebastián y sonrió.

-Buenos días -saludó ella.

-Buenos días -saludó él de vuelta con voz ronca.

Escuchar la voz de Sebastián por la mañana, le hizo sentir cierta sensación en su estómago a Monserrat, que en su momento no supo distinguir a qué se debía.

-¿Qué hora es? -cuestionó él.

Monserrat checó la hora en el teléfono y abrió los ojos al ver que eran las 7:10 AM.

-¡Son las siete! -chilló ella y rápidamente ambos se levantaron de la cama.

A la joven doctora se le hacía tarde para ir a casa y alistarse para ir al trabajo y a Sebastián para ir al entrenamiento.

Mientras él se metió a bañar, Monserrat le mandó mensajes a su hermano, pidiéndole que le llevara ropa para que pudiera cambiarse en el hospital.

Sebastián se dió el baño más rápido de su vida y salió para que Monserrat pudiera asearse también. Después de darse un baño rápido, y debido a que no tenía su cepillo de dientes, simplemente se enjuagó la boca con enjuague bucal.

-Monse, ¿Puedo pasar?

-Sí.

Sebastián entró al baño para peinarse y mientras compartía el espejo del tocador con Monserrat, se percató que ella se está a enjuagando con enjuague bucal (por segunda vez para reforzar). El chico simplemente rió y abrió un cajón en dónde tenía otro cepillo de dientes y se lo dió a ella.

-Si vas a quedarte en otras ocasiones debería comprar cosas para ti -dijo él.

Monserrat sonrió con nervio por lo que él dijo y para evitar responder, se metió el cepillo de dientes con pasta a la boca.

Parecía una escena de una película romántica en dónde la pareja vive junta y comparten el baño por las mañanas para alistarse antes de comenzar sus actividades diarias.

You Found Me || Sebastián CórdovaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora