38. Te amo eternamente.

1.2K 101 34
                                    

Los adornos de San Valentín ya empezaban a adornar algunos lugares. Estaban a inicios de febrero. A menos de dos semanas para que fuera Día del amor y la amistad.

Sebastián y Monserrat caminaron por un buen rato de la mano por las calles de la Ciudad de México.

Al pasar por un parque, un joven que parecía no tener hogar, se acercó a pedirles ayuda.

-Buenas tardes, ¿Tendrán algo con lo que quisieran cooperar? No he comido nada desde hace dos días.

Monserrat lo observó atentamente. Sebastián iba a sacar dinero para darle al chico, pero ella lo detuvo.

-¿De verdad quieres el dinero para comer?

-Sí, señorita.

-No te daré dinero. Vamos a ese local -señaló ella un lugar de antojitos que estaba al otro lado de la calle-. Podrás pedir lo que quieras, yo lo voy a pagar.

-¿De verdad? -los ojos del joven parecieron iluminarse y eso hizo sonreír a Sebastián. Cada día amaba más a su novia. Ella siempre demostraba ser luz en la oscuridad.

-Sí, vamos.

Los tres cruzaron la calle y llegaron al local. Monserrat se acercó con la encargada del lugar, mientras que Sebastián se quedó con el chico.

-¿Qué edad tienes? -cuestionó Sebastián.

-Dieciocho.

-¿Tienes en dónde vivir?

-No -el joven negó-. Tenía mi casa, mi hermanita y una familia. Pero mi mamá decidió juntarse con un mal hombre.

-¿Es por eso que te fuiste de casa?

-Un día al llegar de la escuela, descubrí a mi padrastro intentar violar a mi hermana. Lo golpeé y él a mí. Cuándo llegó mi madre me pidió una explicación, y en lugar de creerme a mí, le creyó a él y me corrió.

Sebastián lo observó con tristeza. Él sabía que su vida era buena, y era consciente de que otras personas no tenían la misma suerte, pero nunca se imaginó lo fuerte que algunas situaciones podían ser.

-¿No hubo algún amigo u otro familiar con el que te pudieras quedar?

-No. Sólo éramos mi mamá, mi hermana y yo -dijo el chico, mirando algún punto fijo-. Yo soñaba con ser doctor y salvar la vida de quién lo necesitara. Pero la vida no tenía planes muy buenos para mí.

-¿Y en dónde sueles dormir normalmente?

-En el parque, en alguno de los juegos que me pueda resguardar.

Monserrat se acercó a ellos con una sonrisa cálida, que era capaz de reconfortar el corazón lastimado de cualquiera que estuviera cerca.

-Le dí suficiente dinero a la señora. Podrás venir a comer hasta que ese dinero se termine. Le dejé mi número, para que me avise cuando hayas consumido todo lo que le dejé ahora -indicó Monserrat-, así que cuando me llame, vendré a darle más dinero para que sigas comiendo.

-Muchas gracias señorita -dijo el chico con voz cortada-. De verdad que usted es un ángel.

-No tienes que agradecer, puedo ayudarte y eso es lo que hago.

-Que Dios la bendiga.

-Gracias -Monserrat sonrió-. Debemos irnos, disfruta tu comida.

-Gracias.

-Adiós campeón -se despidió Sebastián.

La pareja se tomó de la mano y salieron del lugar. Sebastián sonrió un poco y miró a su novia.

You Found Me || Sebastián CórdovaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora