Capítulo 17

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- Es muy hermosa. - Dijo la pequeña observando la delicada rosa.

- Lo es, pero debes tener cuidado, tiene espinas que te pueden lastimar.

La niña de cabellos castaños estaba concentrada en las palabras de la mujer de cabellera negra. En la terraza de su hogar están apreciando los bellos seres vivos.

- ¿Por qué me lastimaría? Es muy linda para hacerme daño. - Habló inocentemente.

- Es muy linda, tienes razón, pero aún a si a veces las cosas más bellas pueden hacer daño.

La de tez canela no entendió las palabras de su madre, en ese entonces solo era una pequeña inocente, la cual solo lloraba cuando se acababan las galletas de chocolate. Es increíble mirar al pasado, recordar los días en que eras solo una persona la cual creía que la luna era de queso, que el primer logró era atar los cordones de los zapatos.

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- Señor Topaz, buenos días.

- Esté día no tiene nada de buenos. Ve al grano.

Cuatro hombres estaban en la oficina del castaño, esté permanecía en su gran silla esperando a que el guardia le diera información de su hija.

- Hemos encontrado rastro de la señorita. - Informó.

El anfitrión estaba atentó, feliz por las palabras pronunciadas.

- Ella está en New York.

- Y... ¿La trajeron? - Pregunto con anticipación.

- No, señor. Pero sabemos que está en la quinta avenida. Tenemos a los demás guardias que están atentos a cualquier señal de su hija.

- Vuelvan a New York y manténganse al pendiente de mi niña. Pueden retirarse.

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- Toni, Antoinette. - Llamó por segunda vez.

La mujer se removió en la cama, apenas abrió sus ojos, la luz de la mañana le molestaba. Fijó su mirada a la pelirroja, recordando lo que había pasado anoche.

- Buenos días. - Pronunció suave.

- Buenos días. ¿Dormiste bien?

- Si, tu cama es muy cómoda. ¿Dormiste bien en el sillón?

- Sí, es amplió a sí que es cómodo también. - Respondió la ojos cafés.

La profesional sirvió el desayuno, mientras tanto Antoinette estaba ordenando los utensilios. Ambas comían el pan de cada día, bebían tranquilas el líquido de sabor canela. Topaz se preparó otro pan con queso, Cheryl solo bebía y miraba de vez en cuando a su acompañante.

- ¿Qué hora es? - Pregunto curiosa.

- Las diez. - Respondió observando el reloj. ¿Por qué?

- Solo curiosidad. - Dijo la castaña.

- Entiendo. Toni, tengo que salir más tarde, me preguntaba si querías acompañarme.

La morena estaba confundida.

- ¿A dónde tienes que ir?

- Debo ir a visitar a mi prima, le dije que la vería un su casa.

- No quiero sonar grosera, Cheryl, pero no quiero incomodar el hogar de tu prima y menos si ambas planearon realizar la junta.

- Comprendo, entonces puedes quedarte acá y esperarme, si gustas claro.

- Gracias por entender. Y sí te esperaré.

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