Capítulo 32

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Al tomar desayuno ninguna se dirigió la palabra, ni siquiera un "buenos días". La pelirroja sabía que no solucionaría nada si continuaba con su actitud; sin embargo, tampoco quería hablar con su madre, temía que esta repitiera las mismas palabras de anoche. Su padre también no tenían conversación alguna con su esposa, era obvio, pero aun así Cheryl sentía una culpa por lo que estaba sucediendo, odiaba ver a sus padres enojados con el otro, es incómodo y triste.

- Es mejor que sea en otro momento.

- ¿A qué te refieres?.

- Recuerdas la vez que me dijiste lo que sucedió en tu trabajo. - La colorina asintió, aún recordaba cuándo le dijo a su papá que fue despedida, sin siquiera tener una respuesta concreta. - Dije que podrías ir a casa para que puedas pasar tiempo con la familia y olvidarás esa empresa y algunos problemas. Ahora que lo mencionó he cambiado de opinión, es mejor que no lo hagas, las cosas deben solucionarse hija, tu madre tiene que entender, no lo hará si estás rondando por la casa.

- Entiendo, papá.

- ¿Cómo te sientes?

- Mal por todo lo que me está pasando. Extraño a Toni, desearía que ella estuviera aquí. - Confesó.

- Comprendo. Quiero que sepas, princesa, que lo que sientes realmente es importante para mí, siempre estaré para ti, hija, no lo dudes. - Declaró, el pelirrojo no quiere que Cheryl sienta que está sola en lo que sucede en su vida.

- Lo sé, y lo agradezco.

Conversaron sobre su madre, una vez más intentando saber como podrían hacer entender a la mujer de cabellos rojos sobre lo que siente Cheryl. Llegaron a la conclusión de que la mujer necesitaría tiempo para pensar y procesar lo que estaba pasando con su hija, pero esta no podría realizar esto en la presencia de la pelirroja, ya que ambas terminarían heridas.

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Se despertó al escuchar unos extraños sonidos provenientes del primer piso. Observo desde la escalera al joven, este ejercitando su físico, dando leves jadeos al hacer pesas. La pelinegra quedó hipnotizada por unos minutos, analizando el cuerpo del pelirrojo y como en este había una capa de sudor.

- Lo siento, no quería... puedes continuar. - Dijo bajando los últimos escalones para dirigirse a la cocina.

El chico la había pillado, y con una leve sonrisa siguió los pasos de la pelinegra.

- Sí que tienes hambre. - Comentó al ver que el de pecas estaba comiendo un muy buen desayuno.

- Uno debe alimentarse correctamente, en especial si haces ejercicios, los alimentos nos dan energía.

- Estoy de acuerdo. - Opinó bebiendo el café.

- A noche estabas un tanto inestable.

- ¿Qué?, ¿En serio? Que vergüenza. - Expreso cubriendo su rostro con ambas manos.

- Tranquila, no me estoy burlando de ti, solo que realmente me preocupe... Nunca creí que alguien pudiera lastimar a una mujer fuerte y hermosa.

- Si claro. - Bufo. - A veces así es la vida, te encuentras a personas que desearías no haber conocido, pero de los errores se aprenden.

- Exacto. - Afirmó el joven.

- ¿En qué momento terminé en tu cama?. - Cambio de tema.

- Cierto, dijiste que no recordabas tu dirección así que te traje a mi hogar y te deje descansar... También me pediste que durmiera contigo, tranquila, - Dijo al ver la reacción de la trigueña. - no paso nada entre nosotros, nada más dormíamos. - Aclaró dejando a la ojos gatunos con tranquilidad.

- Debo dejar de beber, ni yo me reconozco cuando ese líquido se apodera de mí.

- Es cierto, no es bueno para tu salud, el alcohol provoca depresión, y no quiero que pases por eso.

Verónica quedó sorprendida al escuchar al pelirrojo hablar con preocupación, nadie se había interesado en su bienestar.

- Entonces tendrás que ayudarme, Archie.

- Será un gusto. - Sonrió.

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Nunca había experimentado, sentido las emociones y sentimientos que ella provocó en mí. Incluso me sentía avergonzada de mi misma al tener esas reacciones que solamente ella con una mirada lograba sacar, me arrebató mi corazón sin avisar, se Introducía en mi mente sigilosamente, como un ladrón. Cada vez que me demostraba afecto sentía que la seguridad venía a mí, que nada malo me pasaría si ella estaba a mi lado. Los momentos los recuerdo con cariño y apreció, agradezco que Dios o el destino la haya puesto en mi camino, porque si no hubiera sido así, mierda, me hubiera perdido de lo mejor. Somos tan distintas, pero con la necesidad de estar unidas. Ella es perfecta y yo tan imperfecta a la vista de cualquiera; sin embargo, nos daba igual, únicamente queríamos llegar a conocer más de la otra, nuestros defectos, virtudes. Todo.

Aquellas palabras y emociones se las había confesado a su padre. Expuso lo que tanto había escondido, y al revelar todo se sintió realmente bien, un nudo en su garganta había sido desatado; esperaba que jamás se volviera a atar.

El turno de su padre había llegado, comentó sobre la confesión de su pequeña. Le había dicho algo que la dejo con gran emoción, la sonrisa de su padre aumentó al ver la reacción de su hija, su relación de antiguos años, la confianza y el cariño estaban volviendo de a poco, y eso era sucifiente para los ojos color marrón.

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- Te extrañaré, princesa, cuídate y recuerda llamar.

- Lo haré, papá. - Abrazó a su progenitor antes de que abordará el tren.

Su madre se despidió con un lejano abrazó, no se sintió bien ser abrazada con tanta frialdad, pero decidió no pensar en ello.

- Te amo, hija, nunca lo olvides.

- Te amo, papá. Envíale saludos a Jason de mi parte.

- Lo haré. - Afirmó besando la mejilla de su princesa.

- Adiós, Cheryl. - Se despidió su creadora.

Luego de un par de abrazos y palabras de cariño, era hora. El tren avanzó, alejándose, perdiéndose en los grandes árboles del bosque. La colorina se quedó un rato más en la banca, escuchando a lo lejos el sonido que producía la locomotora.

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