Capítulo 29

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Imagina la persona u objeto que más quieres en el mundo; aquel/aquella que te hizo realmente feliz, que te preocupo por alguna situación, que es demasiado especial para ti, que tienes miedo de perderlo (a); Te encantaría que esto no fuera así, que nunca le pasara algo malo a lo que realmente aprecias. Incluso se te ha pasado por la mente opciones para protegerlo (a). "Ojalá este a salvo para siempre, tal vez si puede estarlo, si soy más atento (a) podrá estar a salvo". Solo quieres proteger lo que amas. Sin embargo hay que ser cuidadoso, porque de un momento a otro puede acabar en sobreprotección.

- Lo siento mucho. Ella intentó ser fuerte, pero lamentablemente no pudo soportar lo suficiente.

Las lágrimas caían sin cesar por sus mejillas, su cuerpo no reaccionó al escuchar la noticia; solamente estaba de pies, escuchando una vez más la voz del Doctor.

Dolía, sí que le dolía aceptar que lo que más amo se había ido sin despedirse. Le había prometido; que si alguna vez uno de ellos debía partir esto no los detendría a seguir luchando para vivir. Cumplir la promesa costó mucho más que solo aceptarla; porque cada vez que la recordaba acostada en esa camilla blanca, con sus bellos ojos cerrados por el cansancio, su cabello desordenado por pasar bastante tiempo ahí, sus labios perdiendo su color carmesí al igual que sus mofletes. Él sentía morir.

Le había dicho a la enfermera que solamente estaba durmiendo, que no debían llevársela, pero la profesional lo ignoro por completo cuando el agudo sonido del monitor estaba inundando sus oídos.

- ¡Llama al doctor!. - Le mando a su otra compañera.

El pelinegro corría tras la camilla, su cansancio se notaba a simple vista, el pobre no había comido nada por estar acompañando a su esposa.

- ¡Doctor!. - Llamo desesperado al ver como este entraba al cuarto donde se encontraba su amada.

- No puede entrar. - Detuvo la enfermera al moreno en la puerta. - por favor tome asiento y tranquilícese, lo llamarán.

- No. Necesito entrar, ella está esperándome. Debo entrar. - Suplicó.

Los demás enfermeros lo estaban reteniendo en la puerta, intentando calmar al hombre que estaba desesperado. Sus piernas temblaron de tanto luchar, su garganta ardía de tanto suplicar, pero aún a si nadie tuvo piedad.

Lo soltaron al ver que había caído de rodillas al suelo, analizaron con pena al moreno, los ojos de tono marrón estaban rojos, por el agua que había salido de estos, y su respiración apenas podía regular. Al observar por el rabillo de su ojo derecho reunió las fuerzas suficientes para levantarse y correr hasta la puerta que lo separaba de su mujer. Los enfermeros al ver que había entrado a la unidad fueron tras el joven moreno. Se detuvieron al verlo parado, sin mover ningún músculo y con su vista en su querida. El pecho desnudo de su esposa daba un agresivo brinco al estar en contacto con aquella especie de máquina eléctrica (Electroshock); el doctor luego de unos segundos volvía a poner las "planchas" al no ver resultados. De nuevo el agudo sonido entrando por los oídos del joven. El profesional al ver al moreno en estado de paralización llamo a sus colegas para qué lo sacarán de inmediato; pero los ojos color marrón, no lo escuchaba, lo único que estaba en sus oídos era el agudo sonido "tiiiiiiiiii...".

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- Papá, ¿Dónde está mamá?. - Pregunto por tercera vez.

El moreno analizó el rostro de su pequeña, observando con detenimiento los rasgos de la castaña. Es igual a su madre.

- Ella está descansado, allí arriba. - Apunto el cielo azulado.

- ¿Se puede descansar en el cielo?. - Inquirió con inocencia.

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