Capítulo 27

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La ducha fría había despertado sus sentidos. Fue a su habitación a vestir formal; luego en la cocina, tomo una taza de café junto a su emparedado de jamón con queso, y dio una gran mordida a este. No tenía mucho tiempo para preparar un buen desayuno, así que la pelirroja hizo lo que pudo.

Camino por el largo pasillo del lugar, luciendo bella con sus elegantes prendas, las miradas en ella se posaban cada vez. Entro a su oficina y se sentó en el cómodo asiento, para poder esperar a su joven paciente.

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Estaba aburrida de estar en los mismos parajes de siempre; habitación, cocina, baño, living, terraza. Cada vez la pereza la consumía, al igual que la tristeza, pensó por un momento que tenía depresión; sin embargo, alejo el pensamiento de su mente, no le agradaba ello. Suponía cómo, cuándo, y dónde volvería a reencontrarse con Cheryl; no había ningún día o noche en que dejara de pensar en la ojos cafés.

Su padre a estado tranquilo, como si todos los problemas se hubieran solucionado, pero para la castaña todo se iba por un abismo. La tarde que intento detener a su padre, por nombrar a la colorina, solo se quedó en su cuarto llorando, imaginando lo peor, estaba enojada con ella misma; sabía que no debía involucrar a la psicóloga. Esa misma noche intento escapar por el ventanal; pero lo único que consiguió fue un castigo y unas cuantas heridas por haber caído desde la altura.

De nuevo se encontraban en la biblioteca, el hombre de ojos marrón estaba escogiendo un nuevo libro para esta semana. A la morena no le interesaba mucho la lectura, por eso observa como su padre está al pendiente del desgastado libro, leyendo algunas páginas de este, hasta que su mirada fue a dar donde su hija.

- A tu madre le encantaba este libro. - Informo. - Ella se la pasaba sentada en la alfombra releyendo esta historia. - Antoinette presto absoluta atención al escuchar lo que su progenitor relataba con melancolía. - Nunca entendí el porqué su interés por los libros, a mí nunca me llamo la atención leer, pero ella me incentivó a hacerlo. Al principio solo eran historietas, luego fábulas, y así sucesivamente iba subiendo de nivel, después llego el momento de leer su tan apreciado libro, al principio no lo entendí, pero luego de releer, comprendí lo que trataba de relatar. - Agrego con una sonrisa.

Antoinette no sabía que decir, pocas veces hablan de su madre. Su padre le había dicho tantas historias de ellos juntos cuando era una adolescente, pero dejo de relatar aquellos recuerdos cuando cumplió los dieciocho. Escuchar nuevamente como habla de la mujer que ama, que lastimosamente fue arrebatada sin previo avisó, sí que les causaba gran pena.

- La amabas, ¿verdad?. - Pregunto al ver como su padre dejaba el libro de nuevo en el estante.

- No, yo no la amaba, Antoinette. Yo la amo, sigue... El cariño y afecto no se han ido de mi corazón, ni de mi mente. - Expreso.

Por primera vez podía ver a su padre de antes, a una persona que expresaba el amor que sentía por su esposa. ¿En qué momento se había ido ese papá?.

- ¿Es fuerte cierto?, el amor, sí que es fuerte. - Se contestó así misma.

- Sí. Algún día lo sentirás.

- Ya lo sentí. - Confeso. Dejando así a su padre confundido y curioso.

- ¿Quién es? - Inquirió.

-... Una persona, yo, sentí emociones que no había experimentado con nadie más que con... Esa persona.

Los nervios de la castaña se notaban, estaba un tanto avergonzada por hablar de lo que sintió con la mujer de cabellera rojiza.

- ¿Lo conozco?.

Eso no le gustaba, su padre siempre creía que su hija se enamoraría de un hombre. Incluso en su adolescencia le presento a uno que otro hijo de sus compañeros de trabajo.

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