PRÓLOGO

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PEYTON

—Creo que ya está —digo al terminar de limpiar la última mesa.

—A mí todavía me queda la mitad por limpiar —me dice Audrey un poco agobiada desde la otra esquina del bar.

La miro.

Que Audrey esté agobiada puede significar dos cosas, o se ha dejado la puerta de casa abierta, o llega tarde a algún sitio, y me da que es la segunda opción porque la puerta de casa la he cerrado yo.

—¿Pasa algo? —pregunto sabiendo perfectamente lo que va a hacer a continuación.

Me mira con cara de perrito mojado y entrecierro los ojos.

—¿Qué? —pregunto.

—¿Sabes que te quiero mucho? —dice ensanchando más su sonrisa.

Me río.

—Lo sé, así que no te preocupes, ya acabo yo, luego en casa me cuentas a dónde vas tan tarde.

—¿En serio? Eres la mejor. —Se quita su delantal y viene a toda prisa a abrazarme—. Por esto te quiero tanto, avísame cuando llegues a casa, mañana te cuento.

Deja su delantal y se va hacia las escaleras de salida.

—¡Pásalo bien! —le grito.

Se gira y antes de desaparecer escaleras arriba me guiña un ojo.

Me río y me dispongo a hacer lo que me queda antes de que se acabe mi turno.

Esta semana me toca el turno de noche y salgo todos los días a las tres de la mañana, así que para que se me pase más rápido enciendo la radio que está en una esquina de la barra y me dirijo hacia las mesas de la zona de Audrey para terminar de limpiarlas.

Lo hago con gusto porque alguna que otra vez ella ha hecho lo mismo por mí.

Está sonando una canción que no reconozco, aunque no está nada mal. Me suena la voz, pero no tengo ni idea de quién está cantando.

Muevo mi cabeza al ritmo de la canción mientras acabo de limpiar y cuando termino, la canción lo hace también.

No ha estado mal.

Me dirijo hacia la caja registradora para contar el dinero y escucho al locutor hablar a través de la radio.

Y esto ha sido "My ex's best friend" señores, el nuevo éxito de la estrella del momento, Harvey Cooper. Es increíble el talento de este chico a sus 22 años, ¿no crees, Miranda?...

Pongo los ojos en blanco y apago la radio.

Por supuesto que me sonaba la voz, si no la paro de escuchar en todas partes gracias a Cameron y a Audrey.

Harvey Cooper es solo otro niño mimado que ha salido de la nada. Puede que su música no esté del todo mal, pero él es un capullo. Solo hay que ver sus entrevistas y la manera en la que trata a sus fans. Y para colmo vivimos en la misma ciudad. Por suerte Los Ángeles es lo suficientemente grande como para no tener que cruzármelo jamás.

Suspiro y cuento hasta tres para no ponerme de mal humor y me doy prisa para irme lo antes posible.

Termino de contar el dinero y pongo la alarma antes de salir por la puerta de atrás.

Cierro y me doy la vuelta para irme a casa, pero antes de que me dé tiempo a reaccionar, algo, o más bien alguien que no miraba por dónde iba, choca conmigo.

Canciones en papel #1 (BILOGÍA CANCIONES)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora