CAPÍTULO 23

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PEYTON

—¿Pero duermes aquí? —pregunta Audrey mientras termino de arreglarme.

—Claro —digo—. Solo vamos a cenar.

—Vale —dice—. Es para saber voy a tener que ir a por ti a las tres de la mañana o me puedo acostar tranquila.

La miro mal.

—Muy graciosa.

Audrey se ríe.

—No te preocupes, yo siempre duermo con un ojo abierto por si acaso.

—Audrey, das miedo.

Termino de prepararme y agarro mis llaves antes de dirigirme hacia la puerta.

—Quién iba a decir que la última en tener pareja iba a ser yo —dice—. Increíble.

—Harvey es mi amigo, a-mi-go, y Cam... Bueno Cam tiene un rollo raro con el camarero, tenemos que preguntarle mañana cuando vuelva —digo—. Bueno, yo me voy, luego te veo.

—Eso, tú deja sola y desamparada a tu mejor amiga un martes por la noche —dice poniéndose una mano en la frente y tirándose al sofá—. Cuando vuelvas me estaré terminando una tarrina de helado y me habré visto por octava vez el diario de Noa.

Me río.

—No seas dramática.

Me guiña un ojo y salgo por la puerta.

Bajo las escaleras animada, aunque un poco nerviosa porque me da miedo que alguien nos haga una foto y la suba a internet o algo.

No es nada malo, pero si algún día se me reconoce por algo, me gustaría que fuera por mi música, no por ir con alguien famoso por la calle.

Llego al portal y veo a Harvey apoyado en su coche con las gafas de sol y la gorra.

Cuando salgo a la calle y me ve sonríe.

—Hola Isabelle.

—Pareces un agente del FBI —digo con una sonrisa.

—Si te pone el rollo policial me compro un uniforme.

Ruedo los ojos.

—Eres un guarro —digo quitándole las gafas de sol.

—Y tú estás muy guapa.

Noto como el calor se me sube a las mejillas.

—Siempre estoy guapa —digo.

—Ya lo sé, pero si te lo digo todos los días a lo mejor me mandas a la mierda.

Me río.

Veo como mira de reojo detrás de mí, pero cuando voy a girar la cabeza para ver qué está mirando, me agarra suavemente el mentón para que le mire a él.

Pone la otra mano en mi cintura y me acerca a su cuerpo antes de besarme.

Joder, tiene que dejar de hacer eso.

Mi cuerpo reacciona solo y le devuelvo el beso, pero cuando consigo centrarme, me separo.

—Tienes que dejar de hacer eso, en serio —digo—. Y menos por la calle, nos podrían hacer una foto o algo.

Harvey me sonríe.

—Es que me lo pones muy difícil —dice.

—Pues contrólate, los amigos no se besan así porque sí.

—Pero los amigos especiales sí.

—No, tampoco —digo—. Los amigos especiales tienen sexo muy de vez en cuando.

Canciones en papel #1 (BILOGÍA CANCIONES)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora