Prólogo

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No era una persona que prestaba mucha atención a lo que pasaba a su alrededor. ¿Cómo alguien como él podría acordarse de todos los rostros que había visto en su vida? Si bien era observador, eso no significa que tenía una memoria fotográfica.

También era muy vergonzoso, si se podía agregar. Alguien como él tenía vergüenza de hasta pararse para bajarse del transporte público, así que solía sufrir mucho en su día a día.

Como una persona normal con poco dinero y una beca, Kenma tiene que tomar un autobús para llegar a su universidad. Jamás pensó sufrir la «mayor vergüenza de su vida» encima del transporte que tomaba todos los días.

Tampoco pensó que el capitán del equipo de fútbol americano sería quien levantase la razón por la que él estaba rojo y casi en pánico: su estúpido y maldito teléfono.

Lo peor de todo es que, para ese momento, en la mañana, Kenma no reconoció a la persona que lo ayudó. Sino más tarde, en un receso, gracias al novio de su mejor amigo.

—¡Pero si tú eres el chico de la mañana! ¡Al que se le cayó el teléfono!

Santo cielo.

Idiota Persistente | KurokenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora