20: Mientras tanto...

3.7K 516 66
                                    

—¿Crees que todo saldrá bien?

La noche estaba calurosa pero con viento, Kenma era un poco friolento así que estaba sufriendo.

Habían decidido caminar alrededor del jardín mientras que la ex pareja arreglaba su situación.

—Espero que sí... —murmuró, mirando las flores distraído.

—Yo pienso lo mismo. Se aman mucho como para dejar que algo tan tonto como un malentendido arruine una relación de casi cinco años. —dijo, encogiéndose de hombros. Kenma sintió su teléfono vibrar en su bolsillo y no dudó en sacarlo, sintiendo como el brillo de la pantalla quemaba su vista debido a estar tanto tiempo acostumbrado a una oscuridad—. Oye, Kenma.

Simplemente hizo un ruidito para que Kuroo supiera que estaba al tanto de lo que le quería decir.

—¿Puedo hacerte una pregunta?

—Está bien... —respondió, escribiendo rápidamente en la pantalla. Shoyo le había mandado un mensaje.

—¿Ese anillo tiene una historia detrás? —preguntó inocente, mientras lo rozaba con su dedo índice. El cuerpo del menor se tensó por completo y decidió guardar su teléfono.

—¿P-por qué lo dices? —cuestionó con una sonrisa nerviosa.

Se encogió de hombros con indiferencia mientras miraba hacia otro lado—. Bueno, por lo que he visto, cuando te pones nervioso empiezas a jugar con él o sueles quedarte viéndolo un rato largo así que me preguntaba si tiene un trasfondo.

«Un secreto es un secreto, Kenma. Y estos están hechos para no ser revelados» Escuchó la voz de su ex pareja invadir la paz de su consciencia. Un escalofrío recorrió su espalda.

¿Qué se supone que tenía que responder? Todavía no sentía la confianza suficiente con Kuroo como para contarle un tema tan delicado.

—Es... —negó, tragando con dureza—. Era de alguien muy importante para mí...

Quedaron en silencio, haciendo que la ansiedad de Kenma sobrepasara los cielos. ¿Qué tanto pensaba Kuroo como para no responderle como siempre hacía? Instintivamente, comenzó a jugar otra vez con el anillo pero paró de golpe al recordar las palabras del pelinegro.

—¿Y... quieres hablar de eso? —preguntó con una ceja alzada, sin sonar realmente interesado.

Sintió sus vías respiratorias volver a abrirse y permitir al aire entrar en sus pulmones. Kenma negó rápidamente, guardando sus manos en sus bolsillos.

—No... Ahora no, por favor.

—Está bien.

Kenma lo miró con sorpresa. Pensó que le insistiría para que le contara, así que sintió una gran paz invadir su cuerpo y alma ante sus palabras. Tontamente, sonrió.

—Hablemos de otra cosa, entonces —. Kuroo volvió a hablar después de unos segundos de silencio—. He notado que Hinata es realmente... energético.

Soltó una risita—. Sí pero es divertido estar con él. Siempre sale con algo nuevo, así que nunca te aburres.

—Me pregunto cómo le habrá ido con Kageyama... —Kuroo hizo una mueca pensativo.

—¿Quién? —frunció su ceño.

Suspiró—. Tobio... En realidad, es Kageyama Tobio. —explicó pero por la manera en la que Kenma seguía mirándolo confundido, negó con una sonrisa. —¿El chico de esta mañana? ¿El que quería pedirle disculpas?

Aaaah... —soltó, acordándose de él. Bueno, mejor dicho de sus ojos. Vaya belleza que cargaba—. Sí, me acuerdo de él... Siento que Hinata lo odia.

—No lo sientes, lo sabes—. Kuroo corrigió divertido. —¿No te contó que pasó cuando se fueron?

—Me mandó un mensaje justo para eso, pero le dije que contestaría más tarde ya que estoy en algo importante.

—¿Importante? —repitió, con una ceja alzada. —¿Lo dices por mí? —preguntó con un deje de gracia.

—Lo digo por Akaashi y Bokuto. —se apresuró en aclarar.

—¿O sea que yo no soy importante? —Kuroo soltó con falsa indignación.

Kenma lo miró cansado.

—Sí lo eres, Kuroo. No seas tonto.

El pelinegro soltó una risa y negó, decidiendo pasar su brazo por los hombros del menor. Kenma se tensó al instante, pero al recordar de quién era el brazo, se relajó.

La luz brillaba sobre ellos de una manera tenue debido a las grandes ramas que tapaban la iluminación. De todos modos, Kenma podía seguir apreciando la belleza de Kuroo desde un poco más abajo. Su mentón bien levantado, sus labios, finos y sonrosados, probablemente lastimados por ser tan ansioso, portaban una sonrisa tranquila, vacía de preocupaciones. Su nariz, levemente respingada y su largas pestañas causando una pequeñísima sombra debajo de sus ojos. Sintió su corazón latir con rapidez, justo como en la tarde. No podía evitar pensar lo apuesto que era.

«Mírame solo a mí, Kozume.»

Negó, retirando el recuerdo de su cabeza e intentando ignorar la punzada en su corazón.

Ahora estaba con Kuroo y eso era lo único que le importaba.

Idiota Persistente | KurokenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora