14: Restringir

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El día martes llegó y Kenma se sentía más cansado de lo normal.

No había dormido bien debido a que Akaashi lo pateaba cada vez que podía. El pelinegro lo había invitado a dormir y no tenían, ninguno de los dos, la suficiente fuerza como para armar una cama en el suelo, así que terminaron durmiendo en la misma cama.

Estuvo despierto casi toda la noche, sino era porque el pelinegro lo golpeaba, era porque se despertaba cada diez minutos y lloraba. El supuesto engaño de Bokuto lo había afectado más de lo que creía.

Arrastrando sus pies, llegó a la universidad.

Kenma se preparó mentalmente para cualquier drama causado por sus amigos en un futuro.

Por otro lado, en medio de la cancha de fútbol americano, dos mejores amigos se encontraban teniendo una disputa. Sin importarle las miradas a su alrededor.

—¡Júrame que no lo engañaste!

—¡Te lo juro por mi vida, hermano! —exclamó Bokuto al borde de las lágrimas. —¡Sabes que amo muchísimo a Akaashi! ¡Nunca haría algo así!

—¡Entonces dime qué pasó! —Kuroo devolvió el grito con su entrecejo fruncido.

El lunes había decidido faltar a la escuela porque estaba realmente cansado, no tenía ganas de hacer nada más que quedarse en su cama y holgazanear como cuando era más joven. Todo parecía ir tranquilo hasta que de pronto golpearon su puerta. Abrió con una mala cara y no esperó encontrarse a Bokuto con sus ojos a punto de convertirse en cascadas y un puchero en su rostro.

No entendió la situación muy bien, ya que el de cabellos bicolores comenzó a hablar rápidamente mientras lloraba de manera desconsolada. Y cuando logró calmarse, terminó cayendo dormido sobre su cama, así que Kuroo tuvo que dormir en una cama que se había creado en el suelo con tres mantas y un almohadón.

Al otro día, durante el entrenamiento, decidió preguntarle a Bokuto qué es lo que había pasado con Akaashi. Sí sabía que el tema era sobre el pelinegro porque solo una persona en el mundo podía hacerlo ponerse así.

Bokuto quiso explicarle la situación, pero Kuroo no se lo permitió. No cuando escuchó que la palabra «engaño» iba en la misma oración que el nombre de la pareja de su mejor amigo.

—¡No me dejas explicarte! —exclamó el mayor de los dos. — ¿¡Cómo se supone que lo haré si no me dejas hablar!?

—¡Solo explica, idiota!

Kenma soltó un suspiro cuando terminó la clase de programación. Todo el día había sido realmente cansador y solo quería volver a su cuarto y dormir todo el día. Cuando llegó a la cafetería, la mesa que usualmente ocupaba con Akaashi, estaba siendo habitada por una cabellera pelinaranja.

Quiso huir.

No lo malinterpreten, Hinata le caía bien. Incluso con lo energético que era y aunque podía llegar a cansarlo mentalmente por parlotear tanto, le era de su agrado y era divertido hablar con él pero hoy no era el día indicado.

—Tienes cara de que hace dos meses no duermes bien —. Fue lo primero que dijo cuando Kenma llegó a la mesa cargando una bandeja de plástico roja. —¿Estás bien?

—No. —respondió con sinceridad y cansancio, tomando asiento enfrente de él y dejando su mochila a su lado. Hinata lo miró curioso —. Akaashi se peleó con su novio y fui a su habitación para consolarlo, terminé quedándome a dormir y me pateó toda la noche.

El contrario hizo una mueca mientras tomaba su botella de jugo —. Eso suena realmente cansador. ¿Por qué viniste? Podrías haberte quedado durmiendo.

Idiota Persistente | KurokenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora