—¿Qué pasa que te pones rojito cada vez que menciono a Kuroo?
Habían pasado dos días desde que Kuroo y Kenma no hablaban.
Entre los horarios del pelinegro y la forma en la que el teñido huía de él no había manera de que pudieran cruzarse en algún punto.
Verás, Kenma era demasiado vergonzoso y cada vez que veía a Kuroo, recordaba cómo clavó su dedo en su hoyuelo inconscientemente. ¡Como si tuvieran toda la confianza del mundo para hacer eso! Se habían conocido hace un día y Kenma ya se atrevía a tocarlo. Estaba loco.
Aunque claro, esa no era la única razón por la que Kenma había decidido alejarse de Kuroo.
Luego de haberse escapado de la habitación del mayor (Sí, porque Kenma había huido de él después de lo que pasó) se había quedado toda la noche pensando en él. En su forma de tomárselo y en cómo se rio, restándole importancia a un toque tan importante. Kenma no durmió bien por pensar tanto en él.
Se sentía extraño, esperaba no estar enamorado. Aunque sería estúpidamente irónico porque... Hace menos de tres días se conocían y se le hacía difícil sacárselo de su mente. ¿Podría justificarlo con que le daba mucha vergüenza verlo y por eso pensaba en él? Claro que sí, pero no se lo creía ni él mismo.
¿Amor a primera vista? No existía. Pero si no era amor, ¿qué se supone que es lo que sentía?
—¿Pasó algo el martes? —preguntó Akaashi con una ceja alzada mientras caminaba junto a Bokuto. El de cabellos bicolores tenía su brazo por encima de sus hombros y por eso mismo, tenían sus manos entrelazadas.
Kenma, por otro lado, caminaba a su lado en silencio pero atento a la conversación anterior: Bokuto contaba energéticamente lo que había pasado en el entrenamiento que tuvieron el miércoles y había mencionado al pelinegro. Kenma los miró con sorpresa y sus mejillas ardieron al instante que recordó lo que pasó. Para su mala suerte, el número dos del equipo era demasiado observador (casi como un búho, se atrevía a decir) y había notado todas las veces que, cuando nombraba a su mejor amigo, Kenma se convertía en un tomate.
—¿Por qué el martes? —Bokuto frunció su ceño.
—Se juntó con Kuroo en su cuarto para estudiar. —Akaashi explicó cortamente.
—Aaaah, así que por eso canceló la salida con el equipo.
Kenma miró a Bokuto con sus ojos casi saliéndose de sus cuencas. — ¿Qué?
El de cabello bicolor asintió—. Sí. Me dijo que tenía planes realmente importantes, supongo que se refería a ti. —sonrió—. Te has ganado un lugar en el corazón de mi hermano, Kenma. Espero lo cuides.
Sus mejillas volvieron a arder.
—¿¡Q-qué estás diciendo!?
Y la pareja estalló en risas.
Cuando Kenma llegó a su cuarto, se dejó caer en la cama mientras soltaba el suspiro más grande y largo de su vida. Su gata no tardó en subirse a la cama y caminar hacia él.
—No sé qué me pasa, Potya... —Kenma soltó un suspiro mientras tomaba al animal y la acostaba sobre su estómago—. Me siento extraño.
La gata simplemente maulló, como si realmente entendiera lo que decía.
—Hace dos años pasó todo pero... me sigo sintiendo culpable. ¿Sabes? —preguntó en voz baja mientras acariciaba la naricita de la gata—. No creo que sea tiempo para darle una oportunidad a lo que sea que siento por Kuroo... Aunque, claro, si no sé lo que siento, ¿por qué debería pensarlo? Quizás es cariño porque es el segundo amigo que tengo en todo un año. Sería estúpido enamorarme si lo conozco hace menos de una semana, ¿No crees?
Sintió un nudo formarse en su estómago de tan solo pensar en la idea romántica de Kuroo.
—Tienes razón, gatita —. Potya maulló confundida—. No tengo que pensarlo si no sé qué es.
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Idiota Persistente | Kuroken
FanfictionLuego de que un extraño levantara del suelo su teléfono antes de bajarse del transporte público, Kenma jamás pensó que su vida daría un giro 360°. Una persona tan vergonzosa como él nunca se imaginó terminar al lado de alguien tan energético como K...