37: Desde su punto de vista

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—¡Kenma! —exclamó Hinata entrando al departamento del mayor.

Los días seguían pasando y el teñido parecía, cada vez más, perder algún tipo de contacto con Kuroo.

Él sí entendía lo que sentía y creía que el pelinegro también, sin embargo pensaba que había arruinado todo por ser tan impulsivo como siempre. En parte se arrepentía del beso, pero cada vez que lo recordaba pensaba que había hecho algo bueno.

—No sabía que vendrían... —murmuró haciéndose a un lado.

—Lamento no avisar —Akaashi se disculpó entrando avergonzado—, pero Hinata quería venir a verte porque has estado raro desde que volvimos.

—Ah, sí, eso —acotó el menor de los tres tirándose en el suelo para acariciar a Potya, quien ronroneaba y se pegaba a él, con una barriga cayendo por sus patas. Faltaba poco para su parto, después de todo.

—No he estado raro —Kenma frunció su ceño mientras se dirigía a la cocina, con Akaashi siguiéndolo.

—¡Claro que lo has estado! —exclamó Hinata—. Todo es por Kuroo, yo lo sé.

Al escuchar lo que Hinata dijo, Kenma no pudo evitar recordar el beso. Sus mejillas se calentaron por la vergüenza.

—¿Pasó algo con Kuroo que no sabemos? —Akaashi se apoyó en la isla, mirando al menor fijamente. Kenma negó bajando la mirada, el pelinegro también lo hizo y miró las manos del contrario. —¿Y tú anillo?

Hinata caminó hasta ellos y tomó asiento en las sillas al lado de Akaashi. Kenma negó y soltó un suspiro.

—Quiero algo para tomar —dijo, dándose vuelta y abriendo la heladera.

Akaashi y Hinata intercambiaron miradas.

—¿Ustedes quieren algo?

—La verd- —Akaashi lo golpeó—. Un vaso de agua, por favor.

—Yo igual.

Estuvieron en silencio, con sus miradas clavadas en los movimientos de Kenma. Cuando el teñido dejó los vasos frente a ellos, bebió desesperado del suyo. Estaba nervioso y no quería hacerlo notar, pero tener a Kuroo en su mente no ayudaba en nada.

—Ya dinos que pasa —Akaashi suspiró.

—¡Me besé con Kuroo! —soltó al instante y dejó el vaso contra la encima con fuerza.

El pelinegro recordó que, después de salir de la biblioteca, Bokuto le había apostado por 20 dólares que Kenma y Kuroo se habían besado. Tendrá que darle el dinero más tarde.

Hinata se ahogó con su bebida.

—¡Y-ya lo sabía pero me sorprende igual!

—¿Y por eso estás actuando así?

—No lo sé —bajó la mirada—. Él no me besó de vuelta.

Akaashi frunció el ceño mientras golpeaba la espalda de Hinata.

—¿Qué?

—Lo que escuchaste. No me besó de vuelta, dijo que todavía no era tiempo.

Chasqueó la lengua, molestándose.

—¿Qué le pasa? —negó.

—No sé cómo actuar cerca de él ahora.

—¿Deberían hablar? —acotó Hinata.

—No lo sé, parece huir de mí cada vez que me ve.

—¿Y qué pasó con tu anillo?

Tomó aire y negó.

—Lo perdí.

—Gracias a Dios —puso los ojos en blanco.

—Supongo que fue bueno eso, ¿No?

—Sí —respondió Akaashi.

—No —respondió Kenma a la vez.

—Ya olvídate de ese anillo —Akaashi rodó los ojos—. Era una mierda que te sometía a tu pasado, ya déjalo ir.

—No quiero... —suspiró, sentándose y apoyando su mentón en la mesa.

—¿Quieres seguir con Kuroo?

—Pues sí.

—¡Entonces olvídate de lo que pasó! ¡Sigue adelante!

Kenma cerró sus ojos y negó.

Él intentaba hacerlo y quería seguir con Kuroo, pero el pelinegro parecía no querer nada más con él. ¿Le había dicho que no todavía no era tiempo para nada? Sí, ¿estaba confundido por eso también? ¿Qué tanto espacio le estaba dando Kuroo cuando él no quería alejarse de él?

—Es que eso quiero... o hago yo —respondió mirando a su amigo—, pero Kuroo no. Él es el problema.

Hinata miraba todo en silencio.

—Y tampoco puedo hablar con él. Como te dije, huye de mí.

Akaashi no respondió, prefiriendo pensar en algún plan para ayudar a su amigo.

—Estás huyendo de Kenma como un imbécil —dijo Bokuto parado enfrente de Kuroo.

Él pelinegro estaba sentado en su cuarto, haciendo su tarea tranquilamente, cuando de un momento para el otro, Bokuto y sorpresivamente Kageyama, entraron a su habitación como si nada. Dieron vuelta su silla y lo acorralaron en su lugar, aunque no le causaban ni un poco de miedo a Kuroo.

—Lo sé —respondió jugando con su bolígrafo. —¿Algo que no sepa?

—¿Por qué lo haces? —Kageyama preguntó cruzado de brazos.

—¿Te importa? —alzo una ceja, haciendo al menor rodar los ojos.

—Solo responde —Bokuto volvió a la conversación con una voz seria.

Kuroo soltó un suspiro.

—Estoy confundido —soltó sincero, haciendo que los contrarios lo miraran confundido—. Kenma me contó su historia, dijo que tuvo una relación tóxica y su pareja murió, etcétera, etcétera, el tema es que el anillo que siempre usaba —señaló su dedo anular—, se perdió, entró en pánico porque dijo que era algo así como... una manera de mantener vivo a su ex.

—Eso debería ser tratado en terapia —acotó Kageyama tosiendo.

—Lo sé —Kuroo soltó un suspiro—, después de decirme todo eso... me besó.

—¡Lo sabía! —exclamó Bokuto, ganándose una mala mirada por parte de Kuroo.

—Pero me alejé, diciéndole que todavía no era momento para eso.

—Eso estuvo bien.

—Pero ahora me da vergüenza verlo sin acordarme porque después de todo, el chico que me gusta me besó y no sé cómo actuar.

—Entonces lo mejor que puedes hacer el alejarte de él —acotó con sarcasmo el otro pelinegro.

—Exacto —respondió.

—¿Qué tal si hablan? Se solucionarían todos sus problemas.

—¿De qué se supone que hablaríamos? —Kuroo frunció su ceño, mirando a Bokuto. —¿Intentar algo cuando claramente él no está preparado? Kenma no puede iniciar una relación si no logra olvidarse de su ex pareja.

—No es necesario que hablen exactamente de eso —Kageyama se apoyó contra el escritorio—, nadie está obligándolos a meterse en una relación ahora mismo. Existe el tiempo y la paciencia, ¿sabías?

—Claro que lo sabía.

—¿Cuál es la necesidad de una relación ahora mismo cuando Kenma, como dijiste tú, claramente no está preparado? No desaparecerán dentro de dos meses como para hacer todo rápido.

Bokuto asintió, dándole la razón a Kageyama.

—¡Te dije que me servirías!

Idiota Persistente | KurokenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora