Tres golpes se hicieron presentes en la puerta de Kuroo.
Este sonrió y se levantó de su asiento energéticamente.
—¡Buenas! —saludó con una sonrisa al abrir la puerta—. Pensé que no vendrías. —acotó mientras se hacía a un lado para dejar para al teñido. Kenma entró al cuarto tímidamente.
—¿Por qué? —preguntó con su típico tono de voz usual.
—Hace dos días no nos vemos —. Kuroo se encogió de hombros cerrando la puerta tras él.
Kenma dejó las cosas sobre la cama y observó el cuarto sin vergüenza alguna.
Era pequeño, del mismo tamaño que el de él. Las paredes y el piso estaban intactos hablando de su color, había una estúpida regla de la universidad que no te dejaba pintar tu cuarto. Una cama de plaza y media con mantas azules y blancas, Kuroo tenía un buró oscuro con un retrato de él de pequeño (Kenma se dio cuenta por el bendito peinado) y una mujer que supone que es su madre. Varios posters de bandas conocidas se encontraban pegados alrededor de toda la habitación. Había un escritorio típico pegado a la pared paralela de la cama con una notebook encima de este.
—Ordené lo mejor que pude. Espero que se vea todo bien. — dijo el pelinegro nervioso.
—Qué lindo cuarto.
Se hizo un silencio que Kuroo no supo cómo calificar. ¿Cómodo o incómodo? Kenma parecía estar metido en sus pensamientos mientras sacaba un cuaderno de su mochila. El pelinegro, por otro lado, se había quedado congelado en su lugar sin saber qué hacer.
Era bastante... impulsivo. Solía actuar sin pensar y terminaba en situaciones como estas: Sin saber cómo sacar un tema de conversación para aligerar en el ambiente.
—¿Por qué me miras tanto? —preguntó Kenma en voz baja sin apartar la vista de su mochila. Kuroo dio un pequeño salto en su lugar.
—¡No sé qué hacer! Lo siento.
El teñido alzó la vista y sonrió levemente. —¿Qué tal si te fijas en mis apuntes mientras yo estabilizo el sistema de tu computadora? — preguntó con sus cejas alzadas. Kuroo asintió rápidamente y caminó hacia él.
No volvieron a cruzar palabras hasta minutos después. Mientras Kenma revisaba el estado del sistema de la computadora del mayor, Kuroo leía y arreglaba los apuntes de química del teñido.
De vez en cuando, este último alzaba la vista por encima de la pantalla para ver qué es lo que hacía el mariscal de campo. Kuroo, absuelto de lo que pasaba a su alrededor, tenía su ceño fruncido y la tapa del bolígrafo en su boca, escribía rápidamente sobre la cama, con su espalda apoyada contra la pared.
Kenma volvió a esconder su rostro.
—¿Hay muchos errores? —preguntó lo suficientemente alto como para que lo llegase a escuchar.
—Algo así. Los números de oxidación son tu gran problema — murmuró concentrado—. La teoría está bien pero... —sacó la tapa del bolígrafo de su boca— los cálculos son lo erróneo aquí. —alzó la vista para buscar la de Kenma.
Este hizo una mueca y levantó su rostro.
—¿Cómo va mi computadora?
—Sufriendo. Está llena de virus.
Kuroo soltó una corta risa.
—No te rías. Yo soy el que sufro.
Kuroo apoyó su cabeza contra la pared y cerró sus ojos —¿Por qué decidiste estudiar informática? —preguntó dejando caer el cuaderno sobre su regazo.
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Idiota Persistente | Kuroken
FanfictionLuego de que un extraño levantara del suelo su teléfono antes de bajarse del transporte público, Kenma jamás pensó que su vida daría un giro 360°. Una persona tan vergonzosa como él nunca se imaginó terminar al lado de alguien tan energético como K...