Cuando Kenma leyó el mensaje, no dudó en salir corriendo como si su vida dependiera de ello.
A la mierda álgebra y los números, Akaashi iba antes que todos.
El pelinegro había hecho lo mismo por él cuando lo necesitó, así que debía devolverle el favor. Eran amigos, después de todos.
Hablando de pelinegros, mientras que Kenma corría, cayó en cuenta de por qué no había visto a Bokuto y a Kuroo tampoco. Probablemente el de cabellos bicolores había faltado y Kuroo se encontraba dándole el apoyo emocional que necesitaba. Probablemente mucho más que Akaashi.
Moviendo sus piernas a toda velocidad por las aceras de la Ciudad Universitaria, Kenma comenzó a preguntarse qué había pasado como para que se hubiesen peleado. Por lo que sabía, Akaashi y Bokuto no peleaban muy a menudo y si lo hacían, probablemente era por una estupidez que no tardaban en arreglar.
Cuando llegó al apartamento del chico (que quedaba en la otra punta de su facultad ya que iban a distintas) golpeó la puerta de manera apresurada. Akaashi no tardó en abrirla y tirarse sobre él, comenzando a sollozar con fuerza.
En los pocos años que se conocían, nunca lo había visto llorar. Todo se sentía nuevo para él y Kenma no era el mejor consolando a la gente. Recordó que, en estos casos, se solía abrazar a la persona y decirle que todo estaría bien, aunque pensó que era estúpido, después de todo, por algo se encontraba así y seguramente no era porque pensaba que todo, mágicamente, se iba a arreglar.
—¿Qué pasó? —preguntó en un susurro mientras palmeaba su espalda.
Akaashi tragó con dureza, sin soltarse de él. —¡Me engañó!
Frunció su ceño. —¿Bokuto?
—¡Sí!
—¿Estás seguro? —cuestionó confundido.
Lo más loco que le podrían decir era eso. Bokuto amaba a Akaashi más que, probablemente, a él mismo. En ningún universo, el de cabello bicolor lo engañaría. Era tonto, imposible de creer.
—¡Claro que sí! —se alejó de él, sorbiendo su nariz. Kenma notó como sus ojos estaban hinchados y enrojecidos, su cabello estaba hecho un desastre al igual que todo de él. —¡Yo mismo lo vi!
—Está bien, está bien... Tranquilo —. Kenma dijo mientras lo tomaba de los hombros y lo daba vuelta, para empujarlo suavemente adentro de la habitación—. Necesito que respires porque no sé qué hacer ni cómo ayudarte, así que cálmate. —dijo con la mayor sinceridad mientras cerraba la puerta tras él. Akaashi caminó hasta la cama y tomó asiento, intentando regular su respiración.
Aunque fue inútil, comenzó a llorar otra vez.
Kenma soltó un suspiro frustrándose. No es que odiaba la situación o algo por el estilo, pero el no saber qué hacer lo ponía nervioso. Se sentó a su lado y pasó su brazo por los hombros del pelinegro, atrayéndolo a él y dejando que llore a su lado.
Se hizo una nota mental; investigar qué hacer en situaciones como esas.
—¿Quieres hablar de lo que viste? —preguntó luego de unos minutos de silencio entre ellos, donde solo se podía escuchar sus sollozos ahogados. Akaashi asintió.
—E-estábamos en la fiesta y Bokuto me dijo que iría a buscar algo para tomar —. Comenzó a decir mientras sorbía su nariz con un pañuelo. Kenma tenía su mirada fija en la puerta del cuarto, la cual estaba toda llena con fotos de ellos dos. Todas en distintos años, por lo que supuso —. Cuando la luz se cortó y pusieron las de colores... Yo... —mordió su labio inferior, Kenma sintió como su cuerpo temblaba—. Yo l-lo vi muy cerca de una chica y... las luces comenzaron a moverse y solo vi dos siluetas muy pegadas, casi besándose y me di cuenta que una de ellas era Bokuto p-por su cabello. —finalizó para después comenzar a llorar otra vez.
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Idiota Persistente | Kuroken
FanfictionLuego de que un extraño levantara del suelo su teléfono antes de bajarse del transporte público, Kenma jamás pensó que su vida daría un giro 360°. Una persona tan vergonzosa como él nunca se imaginó terminar al lado de alguien tan energético como K...