36: Un plan como si nada

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El tiempo pasó y el viaje se acabó. Kenma y Kuroo actuaron con mucha normalidad después de lo que pasó en aquel cuarto: hicieron como si nada hubiese pasado. Y parecía que estaban bien con eso.

Sus amigos, en cambio, notaban lo mal que estaban.

La universidad había vuelto y por lo tanto, los libros y los resúmenes volvían con ella. Akaashi y Bokuto notaron una extraña tensión entre Kenma y Kuroo pero decidieron ignorarlo, pensando que en algún momento, alguno de los dos, diría algo. Sin embargo, eso nunca pasó y una semana después comenzaron a preocuparse.

—¿Por qué estamos aquí? —preguntó Hinata de brazos cruzados, sin entender realmente la situación.

Él también había notado cambios en los comportamientos de Kenma: actuaba más extraño de lo normal y parecía distraído la mayor parte del tiempo. Al principio se lo tomó a bien, pensando que, quizás y por fin, había comprendido sus notables sentimientos hacia Kuroo, pero, como Akaashi y Bokuto, una semana después, comenzó a preocuparse. No obstante, se quedó callado y observó a su amigo actuar.

—¡Para saber qué es lo que pasó entre Kuroo y Kenma! —exclamó Bokuto golpeando la mesa de la biblioteca. Akaashi, quien estaba apoyado contra una estantería, suspiró.

—¿Lo dicen por la forma en la que actúan?

—¡Sí! —respondió Bokuto otra vez—. Keiji y yo hemos pensando en varias teorías.

Hinata suspiró y terminó tomando asiento.

—Bien, cuenta.

—Antes de que empieces a hablar —Akaashi dio un paso adelante, haciendo un gesto para que Bokuto se quedara callado. —¿Qué hace él aquí? —señaló a Kageyama.

El pelinegro se encontraba sentado al lado del pelinaranja, con su mirada en su teléfono. Sin alzar la vista, dijo:

—Él me invitó —señaló a Hinata.

—¿Ahora se llevan bien? —Bokuto junto sus cejas mirando al menor confundido.

—No —respondieron a la vez.

Como parecía que no dirían nada más, Akaashi suspiró y miró a su novio:

—Ahora puedes hablar.

—Bien, volviendo al tema de las teorías...

Kuroo soltó un suspiro cuando su espalda chocó contra la puerta del cubículo de su baño. Pasó sus manos por su rostro, estresado y avergonzado, realmente sintiéndose tonto por evadir a Kenma.

Los primeros días después del viaje todo resultó normal, las aguas estaban calmadas y él estaba bien con eso. Sin embargo, la tensión y el recuerdo constante de sus labios tocándose, hacía que los dos se sintieran incómodos, especialmente Kuroo.

Él quería besar a Kenma y no dudaría en hacerlo todos los días, sin embargo, pensaba que el teñido necesitaba tiempo para enfocar sus pensamientos y darse cuenta de que el beso fue un error, porque Kenma no tenían ningún tipo de sentimiento hacia él. Y lo creía firmemente.

Con el tiempo, comenzaron a evitarse cada vez más. Kenma ignoraba los mensajes de Kuroo y no asistía a sus prácticas como solía hacerlo, Kuroo corría de él cada vez que se cruzaban por el pasillo.

¡No sabían cómo actuar!

—Esa teoría me parece estúpida —dijo Akaashi apoyado contra la vieja mesa de madera.

—No es estúpida —Bokuto frunció su ceño—. Tiene más sentido de lo que crees. Kenma no lleva su anillo, es muy probable que lo haya perdido en algún lugar... Kuroo me dijo que habían ido al lago de la casa de su padre.

—¿Y eso qué? —Hinata preguntó confundido.

—¡Quizás lo perdió ahí!

—Kenma ama ese anillo, no sería tan tonto como para meterse en un lago usando eso —Akaashi suspiró.

—¿Y cómo podrías explicar el comportamiento de Kuroo?

—Pasó algo entre ellos dos cuando Kenma perdió su anillo —respondió Bokuto serio—. Kuroo parece evitarlo a toda costa, como si fuera algo que no le gusta ver... Y conociéndolo, sé que es porque hay algo extraño que se niegan a hablar.

—¿Entonces tendrían que descubrir que es lo que pasó entre ellos? —acotó Kageyama repentinamente interesado en el tema.

—Tendríamos —corrigió Hinata.

—Exacto.

—¿Y cómo harán eso?

—Haremos.

—Bueno, Akaashi y Hinata podrían ir a hablar con Kenma —propuso Bokuto—. Luego tú y yo iríamos a hablar con Kuroo.

—No me llevo bien con él —acotó.

—Me sirves de todos modos.

Akaashi golpeó sus dedos contra la mesa y asintió.

—Entonces después de saber qué es lo que pasó... ¿Qué se supone que haremos?

—Los obligaremos a confesar sus sentimientos —dijo con una sonrisa mientras juntaba sus manos.

—No, eso no —Kageyama negó—. Podríamos organizarle una cita, si todos sabemos que se gustan.

Idiota Persistente | KurokenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora