El martes en la noche estaría en el cuarto de Kuroo, estudiando con él mientras su computadora se actualizaba. Sonaba difícil de decir... y de creer también.
¿Por qué en la noche? ¿O en su cuarto? Dos preguntas que Kenma respondería con facilidad cuando Akaashi se las hiciera. Y sabía que se las iba a hacer porque el pelinegro ocupaba el primer puesto en curiosidad.
—Así que tú, te quedarás en el cuarto de Kuroo Tetsuro, por horas durante la noche mientras te explica... ¿química? —preguntó el pelinegro con una ceja alzada mientras comía la pequeña ensalada que su novio le había comprado. Kenma asintió mientras miraba a los jugadores de fútbol americano correr por toda la cancha. —Tengo dos preguntas.
—Ya sé cuáles son y ya tengo las respuestas —. Akaashi hizo un gesto para que el rubio siguiera hablando —«¿Por qué lo harán en la noche?» —imitó su voz—. Kuroo me dijo que estará ocupado todo el día, por eso mismo lo haremos mañana. Sus clases más el entrenamiento ocupan el setenta por ciento de su día y solo se desocupa en las noches. —explicó mientras hacía una mueca al ver cómo, un jugador del equipo, era derribado por otros cuatro
—«¿Por qué en su cuarto?» ¿A dónde más quieres que sea? —frunció su ceño.—¡No lo sé! ¿En el campus? ¿La cancha? —señaló a los jugadores. Kenma negó.
—Las noches son frías, hay humedad. No quiero que mis hojas se mojen o algo por el estilo. A parte, ¿te parece seguro sacar una computadora en medio de la noche con todos los peligros que hay?
Akaashi negó—. De todos modos, ¿no te parece sospechosa su actitud?
Kenma lo miró confundido. —¿A qué te refieres?
Se acomodó en su asiento mientras veía atentamente como jugaban más abajo—. Estamos hablando de Kuroo Tetsuro, ¿sabes? Él no ayuda a la gente porque quiere. Y lo sé porque lo conozco desde hace años.
Kenma se encogió de hombros—. Quizás solo quiere ser amable.
Akaashi simplemente se quedó en silencio.
Si bien Kuroo era uno de los estudiantes más populares de toda la universidad debido a sus notas y su increíble sonrisa coqueta, podía decirse que en el entorno de las chicas no era el mejor. Tampoco era mujeriego pero tenía una historia detrás con varias de ellas. Por eso mismo, Kuroo era considerado como una estrella del lugar y ¿por qué le haría el favor a un estudiante para nada conocido de enseñarle química?
Kenma soltó un suspiro. Quizás Akaashi estaba siendo exagerado.
—¿Qué harás esta noche? —decidió cambiar de tema.
—Absolutamente nada más que holgazanear con Bokuto. —respondió con una mirada aburrida. Kenma sonrió de lado mientras jugaba con su anillo. Akaashi dirigió su mirada y rodó los ojos para luego soltar un suspiro.
—¿Cuándo tirarás eso? —preguntó volviendo su vista a los jugadores. Kenma paró sus movimientos para guardar su mano en el bolsillo de su sudadera.
—Me da pena. —murmuró.
Silencio. Largo e incómodo silencio.
Kenma siguió mirando cómo los jugadores se movían rápidamente por la cancha, gritando y pasándose el balón. Akaashi hacía lo mismo, solo que su mirada se concentraba mucho más en su novio, quien recién estaba entrando en calor debido a una tardanza. Kuroo, por otro lado, se encontraba corriendo de aquí para allá.
Siguió preguntándose por qué el pelinegro haría una excepción con él.
Quizás mañana en la noche le preguntaría. No perdía nada con intentarlo.
—Hace dos años pasó. Creo que ya deberías tirarlo.
—Sabes que no puedo.
Unos cortos segundos pasaron.
Akaashi soltó un suspiro y se levantó. —En fin, tengo que ir a preparar un informe. ¿Nos vemos más tarde? —Kenma simplemente asintió mientras veía como el pelinegro pasaba por encima de sus piernas para salir de las gradas. —¿Te quedarás aquí por lo que resta de la hora?
—No tengo nada que hacer así que... sí.
Akaashi asintió. —Está bien. Si Bokuto pregunta por mí, dile que estoy en la biblioteca.
Cuando su mejor amigo se fue, Kenma se volvió a permitir respirar. Odiaba hablar sobre el tema del anillo y todo lo que se relacionara con eso, entonces ¿por qué Akaashi se empeñaba para hablar de eso?
En parte podía entenderlo, Akaashi siempre buscaba lo mejor para él. Había sido el amigo más bueno y dedicado que había tenido en toda su vida pero, quizás, debía entender que Kenma era un hombre de casi veinte años que sabía cómo manejarse como adulto, alguien que podía tomar sus propias decisiones sin la ayuda de los demás.
Miró su anillo. De plata y brillante debido al sol.
Quizás Akaashi tenía razón, debía tirarlo y olvidarse de todo lo relacionado con él. Ya habían pasado dos años, el tiempo pasó. Pero, aun así, ¿por qué no podía sacárselo del dedo? Era como si fuera un tatuaje, algo grabado en su piel para siempre.
—¡Pero si es el chico informático!
Kenma dio un saltito en su lugar y alzó la vista.
Con una sonrisa engreída, Kuroo Tetsuro se encontraba enfrente de él. Finas capas de sudor corriendo por sus brazos y parte de su frente, aunque eso no le quitaba lo apuesto. Llevaba una camiseta sin mangas de color blanco, lo que remarcaba todo su torso bien trabajado y claro, unos pantalones cortos sueltos típicos deportivos.
Kenma tragó duramente.
—Te vi muy solo y pensé en hacerte compañía. —dijo mientras tomaba asiento a su lado. —¿Y Akaashi?
—Tuvo que irse. Tiene que hacer un informe. —respondió mientras jugaba con sus dedos. Kuroo asintió, mirando la cancha.
—¿Y por qué sigues aquí? —preguntó sin perder su tono divertido —. Digo, ¿no tienes nada para hacer? —Kenma negó aún con la vista baja—. Oh, bien. ¡Vámonos!
El menor no tuvo tiempo para reaccionar. Simplemente tomó su muñeca y tiró de él, obligándolo a levantarse. Kenma soltó un gritito e intentó detenerlo, pero el pelinegro comenzó a bajar corriendo los escalones. Por lo que veía, estaban bajando en dirección a la cancha y... Cielos, qué buen estado físico tenía que tener Kuroo como para bajar corriendo de dos en dos los largos escalones.
—¿Por qué estamos yendo a la cancha? —preguntó mientras bajaba torpemente por los escalones. Solo podía ver la espalda de Kuroo.
—¡No tienes nada para hacer! Vamos a jugar un rato a la cancha.
ESTÁS LEYENDO
Idiota Persistente | Kuroken
FanfictionLuego de que un extraño levantara del suelo su teléfono antes de bajarse del transporte público, Kenma jamás pensó que su vida daría un giro 360°. Una persona tan vergonzosa como él nunca se imaginó terminar al lado de alguien tan energético como K...