23: Para el fin de semana

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—¿Harás algo este fin de semana?

—Saldré con Bokuto. Le pedí una semana para tomar una decisión sobre cómo seguir con nuestra relación. —respondió sin apartar la vista de su comida—. Bueno... En realidad no se lo pedí, pero ya tomé una decisión y quería dársela.

—¿Y cuál es la decisión? —preguntó sintiendo la curiosidad invadirlo.

Soltó un suspiro y alzó la vista, mirando a su amigo—. Bueno, desde que me explicó, lo pensé mucho y... Volveré con él. —explicó en voz baja, acordándose de todo lo que pasó noches anteriores.

Kenma quiso soltar un grito aunque terminó limitándose a asentir.

—Aunque espero que él piense lo mismo...

—Claro que lo hará. Después de todo, es Bokuto.

Akaashi solo sonrió de lado.

Cuando el último almuerzo del día terminó, Kenma se despidió de Akaashi y empezó su camino lento hacia su apartamento. El viento golpeaba contra su cuerpo, para su suerte llevaba el abrigo del pelinegro sobre él. Era realmente cálido.

—¡Kenma! —dio un saltito en su lugar debido al susto.

Había empezado a evitar otra vez a Kuroo. Su cabeza estaba hecha un lío, especialmente ese día que había tenido una pesadilla que no podía dejar de recordar una y otra vez.

Pensar en el pelinegro de la misma manera en la que lo hizo en el parque se sentía como un pecado. Una traición al anillo en su dedo anular. Lo miró una última vez antes de darse vuelta y enfrentarse con la mirada confundida del mariscal de campo.

—Kuroo... —murmuró.

—Me has estado evitando otra vez. —se quejó con sus manos en sus caderas. Kenma bajó la vista al sentir sus mejillas arder.

—Lo lamento... —respondió con el mismo tono de voz—. Necesitaba pensar.

Alzó una ceja, comenzando a caminar a su lado. —¿Pasó algo? —preguntó preocupándose rápidamente. Kenma quiso suspirar. —¿Algo en lo que pueda ayudarte?

Negó—. Ya se me pasará.

—Bueno... Si necesitas hablar con alguien, me tienes a mí.

Su corazón dio un vuelco. Inhaló con fuerza y prestó atención a su alrededor para ignorar lo que pasaba con su cuerpo y la mirada curiosa de Kuroo sobre él.

Para su mala suerte, no podía quedarse callado por lo que restaba de camino. Kuroo no podría aguantarlo, moriría de aburrimiento y probablemente, en menos de diez segundos, sacaría un nuevo tema de conversación. Kenma no tenía muchas ganas de hablar.

La pesadilla no paraba de repetirse en su cabeza y no podía pensar con claridad. Intentó verse bien todo el día, como si nada estuviera yendo fuera de lo normal pero, como ha sido mencionado antes, su cabeza estaba hecha un lío y por eso mismo, le costaba verse tranquilo. Le hubiese gustado hablar con alguien, pero ¿Quién? Parecía que Akaashi se irritaba cada vez que tocaba el tema y Kuroo... Aún no tenían la confianza suficiente.

—Bokuto me dijo que saldrá con Akaashi. —Kenma sacó su teléfono del bolsillo y comenzó a jugar con él, intentando entretenerse con un juego en vez de los pensamientos. De todos modos, seguía prestándole atención a la persona a su lado—. Y me invitó... Quiere que lo acompañe por si algo sale mal... Y me preguntaba si querías venir.

—Hace mucho frío... —murmuró, indeciso.

Rodó los ojos—. Solo hay viento y probablemente baje para cuando ellos se junten. —pasó su brazo por los hombros del menor y lo acercó a él—. Aparte, ¡me tienes a mí! Puedo servirte de escudo contra el frío.

Soltó una risita, alzando la vista unos segundos para mirarlo. Kuroo tenía una sonrisa. Supuso que eso fue lo que terminó de ayudarlo a aceptar.

—Está bien, iré.

Idiota Persistente | KurokenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora