Capítulo 36: Reencuentro

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Gohan

Jamás me hubiera imaginado que YouTube me recomendaría todos los días un tráiler de una película en la que mi vecina participaba. Cada día pensaba que era mejor idea recoger los cabellos que se le caían para meterlos en una bolsa y luego venderlos por Amazon o eBay.

Claro, antes de Alaska, nuestro vecino era un horrible hombre con exceso de cabello en el cuerpo y un Bulldog que babeaba las escaleras cada día de su vida, provocando que nos resbaláramos más de una vez, aun podía recordar la vez que termine con un tobillo lesionado por culpa del perro baboso. Era obvio que el no saldría en una película jamás.

Había salido de la universidad tan solo media hora atrás, pues había tomado un ramo que no compartía con mi mejor amigo, quien debía estar en casa estudiando para un examen del lunes.

Yo había pasado a un café para comer algo, pues había estado en clases toda la mañana y apenas había bebido algo.

Luego de ver una vez más el tráiler y sacarle capturas a la pantalla en las que la cara de Alaska se veía graciosa, me levanté de mi asiento y tomé mi vaso de café reutilizable vacío para guardarlo en la mochila y salir.

Iba escuchando música con unos audífonos inalámbricos, mientras jugaba disimuladamente a no pisar las rayas de la calle.

Sin darme cuenta por mi concentración en las rayas, choqué con un niño pequeño que tan solo debía tener siete años, y lo tiré al suelo.

Inmediatamente me quité los audífonos e intenté ayudarlo, pero entonces, quien debía ser su padre llegó a ayudarlo.

—Peter, te dije que te fijaras por donde ibas —lo reprendió el hombre.

Cuando el hombre levantó la mirada para decirme algo, ambos quedamos petrificados.

El niño pareció notarlo, pues miró a su padre algo extrañado.

De pronto, una mujer delgada y alta se acercó con preocupación.

—¿Qué pasó? ¿Está todo bien?

—Sí, sí, mi amor —contestó el hombre, aun mirándome de reojo—. Peter solo no se fijó... discúlpate con el señor.

—No, está bien —me adelanté—. Yo también iba distraído.

Intenté fingir que no estaba completamente descompensado, pero no creía estar haciéndolo bien. Mi corazón latía muy rápido y mi respiración no estaba siendo regular.

—¿Se siente bien? —me preguntó la señora.

Cuando iba a decir que sí, mi vista se nubló y de un momento a otro, todo se oscureció.

[...]

Cuando desperté, había unas personas rodeándome y podía escuchar como pedían a los demás que se alejaran para que pudiera respirar.

Todavía veía borroso, pero con el paso de los segundos, todo comenzó a aclararse.

—¿Hay alguien a quien podamos llamar? —preguntó una mujer a mi lado.

—Ashton... —susurré.

—Yo me encargo —pude oír que dijo mi padre, agachándose a mi lado—. Gohan, ¿en dónde vives ahora?

Efectivamente me había reconocido, aún después de tantos años sin vernos.

—Necesito a Ashton.

—¿Quién es él?

Dudé si debía decírselo.

No quería que mi padre supiera donde encontrarme ni que supiera quienes eran mis amigos.

Alaska va a Los Ángeles [LA #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora