Alaska
El que debía ser el día más feliz de mi vida estaba arruinado.
«Solo son dos tontos chicos como los que hay en todas partes», intenté convencerme.
Por fin podía decir que había actuado en una película de Hollywood y lo único que sentía era tristeza.
Estaba sola ahí, en mi camerino, a punto de salir a una entrevista en un programa en vivo con el elenco y solo quería llorar.
La única forma de aguantar las lágrimas era recordándome que tenía maquillaje que se correría si lloraba una sola lagrima.
Ese había sido mi sueño por tantos años, pero no pensé que estar sola con Twinkle ahí sería tan deprimente.
«Quizás deba adoptar tres gatos más y ser la señora solterona de los gatos», pensé.
Tomé la foto de Twinkle y la miré un momento. Él ni siquiera estaba ahí presencialmente, estaba en un hotel para mascotas mientras yo estaba ahí porque no podía dejarlo solo en el hotel en el que nos quedábamos desde que me había ido de casa.
Estaba desesperada por encontrar un nuevo departamento y volver a estar con él, en paz... igual que al principio, pero había estado tan ocupada que no había tenido tiempo para resolver ese asunto.
De pronto, la organizadora entró a mi camerino con su libreta en la mano.
—Entran en cinco.
Yo asentí con poco ánimo y ella salió.
Me di una última mirada en el espejo, intentado animarme. Tenía que dar una buena impresión en mi primer programa en vivo, esa entrevista me perseguiría el resto de la vida, en especial si hacía algo mal.
Normalmente, solo los fans destacaban las cosas buenas que hacías, pero a los demás no les importaba si lograbas la paz mundial, si hacías algo medianamente desagradable para el público, sería eso lo que te marcaría de por vida, en especial cuando estabas recién comenzado tu carrera.
Solo tenía que ser natural, pero no demasiado natural, ni tampoco tan falsa; no podía reírme estruendosamente; no podía mostrar algo como mucho escote o demasiadas piernas; no podía parecer coqueta con mis compañeros hombres o sería una cualquiera, para eso debía evitar siquiera tocarlos; no debía permitir que se me viera un royo en el abdomen o la celulitis que todas las mujeres teníamos, pero por alguna razón no se normalizaba su existencia; y si me veía muy delgada, entonces creerían que padecía anorexia.
Entonces comencé a sentir pánico. Cualquier cosa que pudiera hacer parecía mala, incluso quedarme en silencio o reír de los chistes de alguien...
Comencé a respirar hondo para relajarme y entonces salí de la habitación para encontrarme con los demás.
Éramos cinco: los dos protagonistas, los mejores amigos del protagonista y la mejor amiga de la protagonista (o sea, yo).
Cuando dieron la señal, los cinco entramos al set y el público en vivo, mezclado con las cámaras y las brillantes luces que casi me dejan ciega; me hicieron sentir un pánico tremendo.
Nos sentamos en los pequeños asientos acolchados, los dos protagonistas en dos que estaban en el piso normal y los otros dos y yo en unos que estaban sobre una pequeña plataforma, justo detrás de los otros.
Yo estaba en la orilla y eso me asustaba más. Me aseguré de que mi vestido me llegara tan solo unos dedos arriba de las rodillas y así evitar que se me viera algo en televisión y apreté el estómago lo suficiente para que se viera plano al estar sentada.
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Alaska va a Los Ángeles [LA #1]
De TodoAlaska siempre ha tenido el mismo sueño: volverse una actriz famosa; y es por esto que se muda a Los Ángeles después de terminar su carrera de actuación. En su nuevo edificio conoce a Ashton y Gohan, dos mejores amigos un poco más jóvenes que ella q...