Capítulo 30: All I Want For Chrismas

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Alaska

Cuando me había mudado no había imaginado lo mal que sentiría no tener a mi familia conmigo en ese momento.

No era que mi padre fuera la persona con la que más me gustaba pasar las fiestas, pero mamá y mi hermana hacían que las fiestas se sintieran mucho más amenas y llenas de amor.

Solíamos hacer galletas con formas para decorarlas y con mi hermana jugábamos en la nieve con un trineo, aun cuando terminábamos completamente mojadas después.

Aun cuando mi papá no era agradable del todo, agradecía que todas las navidades nos diera regalos que realmente queríamos, claro que era mamá la que le daba instrucciones, pero él pagaba y eso se apreciaba también.

En ese momento estaba desayunado en mi departamento y más tarde iría al de mis vecinos para almorzar, pasar la tarde y cenar.

Quizás Ashton y Gohan no eran mi familia, pero estaba segura de que con ellos a mi lado las fiestas serían mucho mejores que estando sola.

Luego de desayunar, le puse a Twinkle un traje navideño de Santa y yo me di un baño para poder cambiarme.

Cuando estuve completamente lista, tomé los regalos de debajo de mi pequeño arbolito y a Twinkle con mi otro brazo, y fui hacia la puerta para salir.

Estaba un poco complicada para poder tocar la puerta de los vecinos, por lo que sólo le di golpes con uno de mis pies. Los zapatos que llevaba eran tan altos y duros que los golpes sonaron bastante fuertes.

Luego de unos segundos, Ashton abrió la puerta e inmediatamente tomó a Twinkle con sus manos para ayudarme y lo dejó en el suelo.

Yo entré y dejé las cajas sobre la mesa de desayuno.

—Debiste decirme que fuera a ayudarte.

—Vivo al frente, a dos metros con suerte —le recordé.

—Por lo mismo.

Cuando me volteé a verlo, noté que me estaba mirando fijamente.

—¿Pasa algo? —pregunté preocupada.

—No, no... es solo que... —comenzó con un tono de nerviosismo—. Ese vestido te queda muy bonito.

Tenía puesto un vestido celeste de lentejuelas, el cual había comprado hacía unos meses para ocasiones especiales, junto con otros; y sobre este tenía una chaqueta negra de cuero sintético como las que a Ashton tanto le gustaban.

Su comentario me hizo sentir muy avergonzada.

—Gracias...

En eso, salió Gohan de su cuarto con solo una camisa y boxers, y me quedó mirando también.

—Nadie me dijo que era de gala —se quejó.

Yo solté una risita.

—No lo es, es solo que creí una buena idea estrenarlo hoy —expliqué—. En Alaska jamás me había podido poner un vestido en esta época, ni siquiera con medias.

En Alaska debía ocupar la mayor ropa posible, en especial cuando jugaba en la nieve, pues esta quemaba la piel después de cierto tiempo de estarla tocando.

—¡Uh, regalos! —exclamó Gohan cuando vio los paquetes sobre la mesa.

Fue hacia ellos y comenzó a tocarlos por encima y a sacudirlos como si fuera un niño de cinco años.

Por lo que recordaba que me había contado Gohan de su infancia, suponía que sus navidades no habían sido exactamente agradables, así que me alegraba de verlo feliz manoseando regalos con más de veinte años.

Alaska va a Los Ángeles [LA #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora