Capítulo 23: Almuerzo

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Ashton

Cada vez que llevaba la cuchara hacia mi boca, botaba la mitad de la sopa al plato nuevamente, todo porque no podía controlar el temblor de mi mano.

Yo no estaba participando casi nada de la conversación, solo estaba dejando que Gohan llamara la atención y que Alaska, al ser alguien extraña para mí familia, respondiera las preguntas que le hacían.

Comer con mis padres era algo poco agradable, pero comer con mis hermanos, eso era que algo que yo jamás hubiera pedido o aceptado por voluntad propia.

Mis cuatro hermanos mayores eran bastante más grandes que yo, con la menor de ellos tenía siete años de diferencia, por lo que siempre fui el objetivo de sus bromas y burlas.

En comparación con mis hermanos, yo era un perdedor, un mujeriego y un drogadicto con un intelecto muy inferior al de ellos.

Los detestaba porque, gracias a ellos, papá y mamá jamás habían estado conformes con lo que fuera que hiciera.

Aprendí a leer y a escribir a los cuatro, pero Beverly lo había hecho a los tres; había aprendido a pintar al óleo a los ocho, pero Anette lo había hecho a los seis y medio; había construido una pajarera a los nueve, pero Pierce había hecho una casa para el perro a la misma edad; había salvado a gato atropellado a los once, pero Marco había salvado a cinco cuando los tiraron en una bolsa a un río esa misma semana.

Nunca pude llamar la atención de mis padres con buenas acciones, por lo que, luego de un tiempo de conocer a Gohan, decidí que era hora de dejar de querer complacer a mis padres y preferí divertirme... y, como decían mis padres, elegir el camino de las drogas.

La primera cosa que hice fue dejar que Gohan me perforara los lóbulos; luego siguió una fiesta masiva cuando mis padres estaban de vacaciones, en la que al menos desaparecieron veinte copas, cinco jarrones y cuatro cuadros costosos; luego fue subirme sobre la podadora y usarla como auto para destrozar el jardín delantero mientras me fumaba los puros importados de papá; luego me tatué unas estrellas en un antebrazo estando tan ebrio que después desperté debajo de una banca de un parque sin mi celular y reloj; y así seguía la lista.

Al final, había logrado llamar la atención de mis padres... no de la manera en la que hubiera querido, pero no todo en la vida era como uno quería.

—No puedo entender como sigues soltero —le dijo, en un tono irónico, Beverly a Gohan, luego de que contara la historia de cómo orino hacia afuera en una lancha en movimiento que nos presto un amigo.

—Estoy soltero porque quiero —aclaró Gohan—. Me gusta así.

—¿Y mi hermano? ¿No te gusta? —preguntó Anette divertida.

Ellos siempre habían creído que entre Gohan y yo había más que una amistad, y no los culpaba, casi todos los que nos conocían lo pensaban.

—¿Cuál? Porque ni Pierce, ni Marco son mi tipo.

—Ashton, idiota.

—Ah... —me miró por un segundo, como si lo estuviera pensado—. Tendría que pensarlo un poco más —bromeó.

Yo solo fingí una sonrisa. Estaba demasiado nervioso para bromas.

—¿Cómo puedes vivir con ellos al frente? —le preguntó mi madre a Alaska—. ¿No has pensado en mudarte?

La pregunta pareció tomar a Alaska por sorpresa.

—No, me agradan —respondió algo nerviosa.

—Qué mal gusto tienes —le dijo Marco.

Alaska va a Los Ángeles [LA #1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora