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Brisa






—¿Entonces de verdad has decidido no volver con Jerry? — preguntó Mario, desde el asiento del conductor, luciendo verdaderamente serio.

Él había insistido en traerme a casa y en ese momento sonó muy bien, ya que me evitaría caminar toda esta distancia. Sin embargo, ahora que no dejaba de mencionar a mi ex, estaba comenzando a arrepentirme de haber accedido.
¿Tan difícil era para todos fingir que Jerry no existió? Al parecer sí, ya que siempre aparecía en cada una de mis conversaciones.

¡Hasta lo más importante de mi vida parecía ser el desgraciado!

—No le veo sentido a volver con él. ¿Quién me asegura que en un mes o dos, no volverá a sufrir uno de estos repentinos ataques de dudas? Pero que digo un mes, en una semana o dos.

—Pienso lo mismo, pero no estaba seguro de lo que sentías tú, han estado juntos durante tantos años, que quizás podrías volver con él por la sensación de costumbre que sienten.

¿Acaso Mario en verdad no me conocía? ¿O sería yo, quien no se había dado cuenta aún de lo patética que me vi en todos estos años?
No podía creer que pensará que volvería con ese bastardo solo por costumbre.

—Me estás pidiendo a gritos un golpe Mario. ¿Te das cuenta de las mierdas que estás diciendo?

—Si, tienes razón, lo siento. — no tardó en disculparse y sabía que no era por mi amenaza, sino porque se había dado cuenta de lo que estaba queriendo decir. —Es solo que sigo sorprendido.

—Sí, pero mejor dejemos de hablar de Jerry. Quiero olvidarlo, pero todos insisten en mencionarlo continuamente.

—Solo una última pregunta.

—Ok, lánzala. — suspiré, resignada a qué así serían mis días de ahora en más, siendo la sombra de mi ex.

—¿En realidad estás bien con la ruptura y con todo lo que eso conlleva?

—No. Me siento traicionada, humillada y dolida, pero no hay nada que pueda hacer. Si me pongo a pensar, él tomó la mejor decisión, porque yo nunca lo hubiera dejado, lo quería y tenía una imagen de él diferente. —no pude ignorar la mirada que me dio, por  lo que bufé y voltee hacía él. — Sí, lo sé, siempre creí que era un niño de mamá sin pelotas para enfrentarla, pero a lo que me refiero, es que yo en serio creí que me amaba. Confiaba en eso ciegamente, pero me falló y ese tipo de confianza no se recupera.

—Ambos sabemos que si está arrepentido, nada lo hará detenerse de intentar volver contigo.

—Es que sé que no se arrepiente. ¿Sabes la verdadera razón por la que me busca? —Cuando Mario negó, sonreí tristemente, ahora tal vez lo veía desde fuera y por eso comprendía. — Su madre. Está ruptura generará una fuerte crítica en su círculo social, además dejara mal visto a su hijo y quieren evitarlo.

—No lo sé, piensa que si sé tratase de eso, te echarían la culpa a ti.

—No sé atreverían, Jerry me conoce y sabe cuan vengativa soy. Hemos pasado varios años juntos y conozco muchas cosas de su familia e incluso tengo fotos y videos humillantes que no me importaría sacar a la luz.

Una cosa era romperme el corazón, pero como se atrevieran a intentar dañarme de otra manera, no iba a ser compasiva, ni con él, ni con su madre.
Había sufrido una gran humillación, no les toleraría otra.

—Espero que así sea Bri, pero si tratan de molestarte, sabes que cuentas con nosotros.

Lo sabía, solo que esperaba no involucrarlos en mi pelea.

Cuando llegué a casa, me tiré en el sillón, dispuesta a encerrarme y mirar una película, mientras comía sin culpa, kilos y kilos de helado de chocolate.
Pero cuando armaba mi plan en mi cabeza, mi teléfono sonó con un nuevo mensaje. Al principio, pensé en ignorarlo, pensando que era nuevamente Jerry, pero al abrirlo, comprobé que era otro acosador.

*Luc: No lo olvides, te estaré esperando está noche.

Lo releí un par de veces más, tratando de recordar el momento exacto en el que le di la sensación de confianza, pero por más que pensaba, no llegaba a mí y era porque no había sucedido.
Miraba la pantalla, mientras el dedo índice, de mi mano derecha, chocaba contra el costado del celular, pensando si debía responder o no.

Si le respondía, iba a sentir que podía mandarme mensajes cuando quisiera, o peor, creería que iría. Pero si no le respondía, ¿quién me garantizaba que no seguiría molestando?
No había dudas, los hombres son perros que huelen cuando una mujer está vulnerable. Ellos saben bien cuando la dejan a una.

Ese pensamiento me hizo enfurecer y antes de darme cuenta, había apretado varias teclas y luego la de enviar.

*Brisa: No voy, no me esperes.

Suponía que eso sería todo, además al estar ya bastante oscurecido afuera, se ocuparía en el bar y no me respondería.
Claro que yo era una tonta, porque no tardó ni un minuto en llegar su respuesta. Al parecer él si tenía tiempo.

*Luc: Créeme que es importante.

¿Importante? ¿Qué podía ser importante entre los dos, si apenas nos conocíamos?

*Brisa: No sé, lo pensaré.

No dejaba de pensar en si tal vez había olvidado algo allí, porque otra cosa no podía ser.

*Luc: Recuerda que te estaré esperando en la barra, llevaré una camisa negra.

*Brisa: Sé quién eres, te recuerdo.

A pesar de que había tomado, recordaba bastante bien su rostro, incluso mejor de lo que quisiera.

*Luc: Es bueno escucharlo.

Rodé los ojos al leerlo, pero la culpable era yo, ¿Para qué me prendía en su juego?
Soy una mosca, un insecto tonto y él una araña. Pero no lo dejaría comerme. Podía ser que me haya atrapado en su telaraña y este a punto de verme cara a cara con él, pero lograría salir intacta de allí.

*Brisa: Imbécil.

Con cada segundo me convencía más de que estar soltera era lo mejor que podía hacer.
No tenía paciencia para tratar con ningún hombre.

—Gracias por eso, Jerry. — dije levantando mi dedo medio al aire.

Él podía no verlo, pero ese simple gesto, me hacía sentirme bastante relajada.



Martinis, amor y ¿Estacas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora