Brisa
No terminaba de creerme la cantidad de cambios que se habían dado en mi vida y lo feliz que me sentía con ello.
Siempre había sido alguien de permanecer en su zona de confort, siempre el mismo trabajo, las mismas amistades, el mismo novio por cinco años y ahora, todo quedó en el pasado. Mis amistades, habían cambiado un poco, mi novio ahora uno de mis jefes y mi trabajo ya no era el de una tranquila vendedora, sino que ahora me atrevía a arriesgarme a preparar locas bebidas junto a Luc y las servíamos en el bar.Sin dudas amaba a mi jefe, al menos a uno de ellos, al otro lo apreciaba y había comenzado a verlo como un miembro más de la familia, incluso cuando a veces tenía fuertes ganas de golpearlo.
Cuando comencé a trabajar aquí, tenía mis dudas sobre si esto funcionaria o no, pero mientras más tiempo pasaba en compañía de estos dos, más cuenta me daba de que esté era mi lugar.Mi relación con Luc estaba cada día más sólida y tenía cierto plus incorporado. No lo había planeado, pero al trabajar aquí, podía estar segura de que él no me engañaba, ya que pasaba sus noches trabajando junto a mí y sus días, atrapado por el sueño.
Casi sin darme cuenta y por casualidad, había encontrado al hombre perfecto.Quería pensar en esto como en un regalo del cielo, ya que había pagado mi cuota de infelicidad junto a Jerry… Jerry, lo poco que supe de él es que había perdido la oportunidad del ascenso que tanto ansiaba, ya que al parecer no querían a alguien como él y buscaban a alguien familiar y hogareño.
También sabía que estaba saliendo con una nueva chica, pero la verdad es que no quise escuchar muchos chismes sobre él, lo mejor para ambos, era fingir que no nos conocíamos.—Cariño, ¿Puedes traer otras dos botellas de whisky del almacén? — deje los vasos sobre la barra y levanté mi pulgar hacia Luc.
El bar estaba tan lleno, que casi no dábamos a basto.
Mientras caminaba hacia el almacén, el cual se encontraba detrás del pequeño pasillo que llevaba a las habitaciones, mi teléfono vibró en el bolsillo trasero de mis pantalones.
Al principio creí que se trataba de Luc o Yael, quienes me pedían alguna otra cosa, pero al abrirlo, supe que no era ninguno de ellos.*Mario: Sé que es tarde, pero solo quiero recordarte el almuerzo con mamá mañana. No te conviertas en una desconocida.
Sonreí mientras lo leía. Mi relación con Mario había vuelto a ser la misma, nos había costado, pero logramos remontar la amistad que teníamos.
Aunque claro, algo muy diferente sucedió con Débora. Intentamos salir un par de veces, compartir cosas como antes, pero me sentía incómoda cada vez que iba a contarle algo, por lo que poco a poco, me terminé alejando y ella, por su parte, hizo lo mismo.La amistad era como una relación, la confianza era la base principal y sin ella, no podía avanzar.
Ella rompió lo que teníamos y lo hizo por alguien que solo la tomo como un juguete, ya que luego de la boda fallida, Jerry no volvió a buscarla.Por suerte ella había superado ese fuerte golpe y ahora estaba en una verdadera relación, con alguien que parecía ir bastante en serio.
¿Cómo lo conoció? Gracias a Mario, quien cansado de las malas elecciones de su hermana, decidió tomar el toro por los cuernos y presentarle a alguien.*Brisa: Allí estaré.
Luego de enviar la rápida respuesta, tomé las botellas y regrese al epicentro del trabajo, dónde Luc y Yael, parecían no tener manos suficientes para servir a la cantidad de clientes.
Caminé hacia ellos y me puse a ayudarlos, sirviendo las pocas cosas que sabía hacer.Una vez que el flujo de clientes se había reducido, me apoyé contra la barra y suspiré.
—Gracias por negarse a permitirme abrir también durante el día, no hubiera podido hacerlo, de hecho, creo que no siento los brazos. —no me quejaba sin razón, ya que efectivamente, tenía los brazos dormidos.
Ambos, en lugar de preocuparse por mí, comenzaron a reírse. Pero no era una broma, era algo en verdad serio.
—Creí que ya estarías acostumbrada, llevas ¿Cuánto? ¿Dos meses ya trabajando con nosotros?
—Llevo tres.
—Con más razón, ya deberías saber lo difícil que es.
—Cállate Yael, mira — señalé al grupo que se había acercado a la barra. —Ve a trabajar.
Cuando de mala gana se alejó, abracé a Luc, recibiendo un beso en la frente de su parte.
—¿Estás muy cansada, cariño?
—Solo un poco. ¿Por qué? ¿Acaso tienes algo en mente? —repentinamente, todo mi cuerpo había regresado a la vida, olvidando su anterior cansancio.
—Ya sabes, lo usual. ¿Quieres que nos escapemos un rato antes? —ese rato antes, significaba una hora antes de cerrar, dónde podríamos encerrarnos en su habitación y jugar.
—Olvídenlo, hoy no me dejaran solo. —gemí de frustración, al escuchar la voz del arruina momentos profesional, que era Yael.
—Ya consiguete una novia. — me quejé, aún apoyada contra mi chico.
—Si lo hago, ¿Quién se encargaría del bar? Porque ustedes dos, se la pasan escapándose.
Él tenía razón, pero no podíamos evitarlo, la química sexual que teníamos con Luc era enorme y desde esa primera noche juntos, no habíamos pasado un día sin terminar juntos en la misma cama.
Ignorándolo, me alejé un poco de Luc y tomé mi bolso, pero este terminó cayendo de mis manos y tirando todo su contenido al suelo.Ambos se agacharon a ayudarme a recoger mis pertenencias, pero fue Yael quien levantó las dos estacas de madera que siempre traía conmigo.
—¿Aún planeas matarnos mientras dormimos? — meneó ambas estacas frente a mi rostro.
—No seas idiota, solo son por precaución, por si regresan mi suegra y mi cuñada. —le arrebate las estacas y las volví a guardar en el bolso.
Ambos al oírme, comenzaron a reírse, ignorando la seriedad de mis palabras.
Ya había aguantado a una suegra demente, no volvería a hacerlo, está vez, estaría preparada.—Aunque, si sigues portándote así, no responderé de mí. —le advertí, aunque está vez si era una broma.
—¿No querían perderse un rato? — preguntó, arreglando su ropa. — Entonces vayan, ahora ya está todo más tranquilo y puedo hacerme cargo solo.
Ahogué una carcajada, al darme cuenta de que él en verdad me creía capaz de herirlo. Tal vez debería mostrarme más cariñosa, demostrarle que ya lo veía como alguien querido.
Sin embargo, eso le quitaría la diversión.La verdad es que era feliz aquí, rodeada de bebidas, entre ellas mis Martini preferidos, mi amor, es decir Luc y por supuesto, las estacas, por si venían las vampiresas.
No podía pedir nada más.
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Martinis, amor y ¿Estacas?
VampiroLuego de que su novio rompiera con ella, Brisa Pizarro, solo quiere una cosa y es distancia de cualquier sentimiento que se asemeje al amor. Pero cuando su mejor amiga Débora Cabrera la desafía a jugar con dos jugadores en el campo de los coqueteos...